Varios miles de años antes de que los artistas de Altamira pintaran bisontes sobre los techos de la cueva, o que una diestra mano era forma a los leones y osos de Chauvet, uno o varios humanos plasmaron en el interior de una cueva de Indonesia la primera escena de caza de la que tenemos noticia. El hallazgo, que se publica este miércoles en la revista Nature, pone patas arriba algunas de las premisas establecidas hasta ahora sobre el arte rupestre del Paleolítico y apunta a que los habitantes de estas islas ya se representaban a sí mismos como una mezcla de animal y hombre, lo que implicaría un pensamiento mágico-religioso.
Las pinturas halladas por el equipo de Maxime Aubert y Adam Brumm se encuentran en un panel de 4,5 metros de largo en las paredes arcillosas de la cueva de Leang Bulu 4, en la isla de Célebes, y representan un escena en la que ocho figuras humanas persiguen, con lo que parecen cuerdas, a dos jabalíes verrugosos (Sus celebensis) y dos pequeños bóvidos conocidos como anoas de llanura (Bubalus depressicornis), ambas especies autóctonas de las islas que ya vivían en el lugar pero hoy día están a punto de desaparecer. El lugar fue descubierto en 2017 y es uno de los cientos de cavidades en esta zona kárstica del sur de la isla en la que se han hallado rastros de actividad humana prehistórica. En 2014, por ejemplo, el mismo grupo de investigadores anunció el hallazgo de la silueta de una mano trazada hace al menos 40.000 años.
Ahora, gracias a un método de datación basado en el decaimiento de los isótopos de uranio, los autores del trabajo han podido determinar que la escena de caza pintada en las paredes de la cueva de Leang Bulu 4 tienen entre 35.000 y 43.900 años, lo que significa que se trata de la pintura de este tipo más antigua datada hasta ahora en cualquier lugar del mundo. Las pruebas también demuestran que las figuras humanas y animales se pintaron al mismo tiempo, con el mismo estilo y usando la misma técnica y pigmentos. También presentan el mismo desgaste y su posición indica que sus autores quisieron representar claramente una escena de caza.
“Los cazadores representados en el panel son figuras simples con cuerpos humanas pero han sido representados con cabezas u otras partes del cuerpo de animales como aves, reptiles y otras especies endémicas de la Isla Célebes”, asegura Adhi Agus Oktaviana, coautor del estudio. Esta mezcla de rasgos humanos y animales- conocida como teriomorfismo - interesa especialmente a los investigadores, en tanto que podría indicar la presencia de un pensamiento mágico o religioso que se creía posterior. “Estas imágenes teriomorfas podrían representar la prueba más antigua de nuestra capacidad de concebir cosas que no existen en el mundo natural, un concepto básico sobre el que se apoya la religión moderna”, apunta Brumm. Esta escena sería ahora el ejemplo más antiguo, adelantando incluso al famoso “hombre león” de marfil encontrado en Alemania y con 32.000 años de antigüedad.
“Los primeros indonesios”, subraya Brumm, “estaban creando un arte que podría estar expresando un pensamiento espiritual entre las conexiones especiales entre humanos y animales mucho antes de que este tipo de arte se hiciera en Europa, donde se ha asumido a menudo que están las raíces de la moderna cultura religiosa”. El hallazgo de esta escena pone además en cuestión otras ideas firmemente aceptadas por los arqueólogos y paleontólogos, como que hubo una evolución desde formas de expresión más sencillas y abstractas hacia creaciones mas sofisticadas como las pinturas de Altamira y Chauvet. También se creía que escenas tan complejas y la presencia de humanos con rasgos animales no apareció antes de hace 20.000 años. “La pintura de la cueva Leang Bulu’ Sipong 4 sugiere que no hubo una evolución gradual desde unas formas simples a unas más complejas hace 35.000 años en el arte paleolítico, al menos no en el sudeste de Asia”, asegura Aubert. “Todos los componentes principales de una cultura artística altamente avanzada estaban presentes en la isla Célebes hace 44.000 años, incluyendo el arte figurativo, las escenas y los teriomorfos”.
Ahora, los científicos quieren poner el acento en la velocidad con la que se están deteriorando estas pinturas y la necesidad de protegerlas. “El estudio del arte rupestre de Célebes puede hacer aportaciones valiosísimas para comprender la aparición de la espiritualidad humana y la propagación de las culturas y prácticas artísticas que moldearon nuestra mente moderna”, subraya Oktaviana. “Sería una tragedia que estos trabajos excepcionalmente antiguos desaparecieran en nuestro tiempo, pero está sucediendo. Necesitamos entender por qué se está deteriorando este arte rupestre de importancia global, y debemos hacerlo ahora”.
Referencia: Earliest hunting scene in prehistoric art (Nature) DOI 10.1038/s41586-019-1806-y
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