Había una
tradición de que debajo del altar papal, debajo del baldaquino de Bernini,
debajo de la cúpula de Miguel Angel, había una necrópolis, un cementerio, donde
había sido enterrado San Pedro. Cuando al hacer la excavación para enterrar a
Pío XI apareció un mosaico, dijo Pío XII: «Que sigan excavando». Siguen
excavando, y aparece la necrópolis. Un cementerio importantísimo. En él
aparecen mausoleos de familias importantes de Roma, como los Flavios, los
Valerios, etc. Así que en el año 1939 el Papa Pío XII ordenó que se efectuara una excavación en los subterráneos del Vaticano
con el objeto de verificar si allí se hallaba la auténtica tumba de San Pedro.
Las excavaciones duraron hasta el año 1949.
Se encontró una necrópolis que iba de
oeste a este paralelamente al Circo de Nerón. Fueron descubiertos cinco
monumentos y el más antiguo data del siglo II dNE. Una parte de un edificio
estaba adosada a un muro revocado de rojo, una mezcla de polvo de terracota y
aceite de lino crudo o cocido. En el siglo III dNE se levantó un muro
perpendicular al citado muro revocado de rojo y que es conocido como “il
muro rosso”, es el llamado “muro G”. Esa tumba está protegida por unos
muros para defenderla de las filtraciones de agua muy frecuentes en esa ladera
del monte Vaticano. Las otras tumbas adyacentes no tienen esa protección de
muros. Luego la persona que estaba enterrada en esta tumba de tierra era muy
importante. En este muro G se encontraron inscripciones que datan de antes de
la época de Constantino, una de ellas incompleta escrita en griego dice PETR
ENI que podría significar
“Pedro está aquí” o también “Pedro esté en paz”. Debajo del monumento, a nivel
de tierra, hay una tumba cubierta con tejas que estaba vacía, pero que está
rodeada por decenas de tumbas sencillas a veces superpuestas pero que no
tocaban la tumba que podríamos calificar de principal. La arqueóloga elaboró la
siguiente teoría: cuando Constantino quiso hacer la Basílica los huesos fueron
desenterrados y envueltos en un manto de púrpura y oro y depositados en el
nicho donde debían de haber estado, pero durante las excavaciones los obreros
usaron el martinete para derrumbar muros y, por llegar rápidamente a la tumba,
provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado tomó la apariencia de
desechos. Monseñor Cas o Kaas, jefe de la Fábrica de San Pedro, guardó todo
resto humano que se encontraba y los restos estuvieron así guardados diez años
sin saber su procedencia. En ese momento Pío XII suspendió las excavaciones y
anunció que se había encontrado la tumba de Pedro.
Margherita
Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones el año 1952. Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones y descubrió el
uso de una criptografía de tinte místico: el uso repetitivo de las letras
"P", "PE" y "PET" como abreviatura del nombre de
Pedro, aunque normalmente era vinculado al nombre de Cristo. Asimismo hay
aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a Cristo como segunda persona de la
trinidad y a la trinidad.
En el muro G hay
un nicho, detrás de la inscripción ya citada de “PETR ENI” que contenía unos huesos. El antropólogo Venerando
Correnti estudió los huesos y señaló que había huesos humanos y de ratón, un
ratón que debió haber quedado atrapado tiempo después de producido el entierro
Por lo que concierne a los huesos
humanos, tenían tierra pegada mientras que los del ratón estaban limpios. El
análisis de la tierra adherida a los huesos humanos coincide con la tierra de
la tumba principal que se había encontrado vacía, mientras que las otras tumbas
de alrededor tenían una tierra con características diferentes.
Los
huesos humanos tienen trazas de color rojo porque habían estado envueltos en un
tejido de púrpura y oro, pues se han encontrado hilos de tela púrpura e hilos
de oro adheridos a los huesos. La hipótesis de por qué se encontraron en un
nicho y no en la tumba es que fueron trasladados para preservarlos de la
humedad y habría tenido lugar en época de Constantino. El nicho ha permanecido
intacto desde la época de Constantino hasta su descubrimiento. Las conclusiones
de los estudios antropológicos apuntan a que son huesos de un varón, de
complexión robusta, que murió a una edad avanzada, entre 60 y 70 años, y que
datan del siglo I dNE.
En
1964 las investigaciones de
Guarducci terminaron y un año después se publicó su libro Reliquie Di Pietro Sotto La Confossione della Basílica Vaticana
("Las reliquias de Pedro bajo la confesión de la Basílica Vaticana"),
publicado por la Editorial Vaticana en 1965, libro muy discutido
por la comunidad científica. En 1968 Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados,
había suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol.
Nacho Padró
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