Calvario o Gólgota es el
nombre dado al monte en las afueras de Jerusalén donde Jesús fue crucificado.
Su nombre proviene de rocas en forma de calaveras en uno de los lados de la
colina. Sus diferentes nombres son Calvariae Locus, en latín, Κρανιου
Τοπος (Kraniou Topos) en griego y Gólgota o Golgotha en arameo; en todos estos
idiomas significa lugar de la calavera. Según la tradición judía, además, este
sería el lugar en el que se habría enterrado la calavera de Adán. No se puede hacer
una reconstrucción del Calvario (Gólgota) sin entender la evolución histórica y
arqueologica que ha sufrido. A pesar de lo indicado, el nombre, según los
exegetas no se refiere al cráneo de Adán que se suponía enterrado allí
(Orígenes), ni por ser un lugar de ejecución de los condenados (Jerónimo), sino
por la forma topográfica de colina, calavera o calva. Desde el año 333
(peregrino de Burdeos) comienza a llamarse colina de Gólgota o monte Calvario.
Nuestro término común Monte empezó a ser usado solamente en el siglo IV, cuando
sacaron la roca que lo rodeaba, dejando la roca de la crucifixión aislada,
pequeña y redonda colina de unos 6
m de altura. Simplemente se lo menciona como un lugar
llamado Gólgota para indicar el sitio en que se levantó la cruz y la vecina
propiedad rural de José de Arimatea.
En la época de Jesús el Calvario debía ser un bloque rocoso
que sobresalía de las canteras terraplenadas unos cuatro metros y medio. Estaba
cerca de un acceso público a la ciudad: el camino de Jericó llegaba más allá de
Betania para entrar al este de la ciudad. La proximidad a una carretera
importante está implícito en la referencia evangélica a Simón de Cirene, "que
venía del campo" y se vio obligado a unirse a ellos en su camino hacia
"el lugar que se llama la Calavera, [donde] lo crucificaron"
(Lucas 23:26, 33). Además, se implica el hecho de que los transeúntes varias
veces se burlaron y ridiculizaron a Jesús cuando estaba colgado en la cruz
(Mateo 27:39; Marcos 15:29). La ladera de la montaña, obviamente, podría ser
vista por los observadores "de lejos" (Mateo 27:55, Marcos 15:40 y
Lucas 23:49). Se encontraba en las proximidades de los jardines, satisfaciendo
la declaración en Juan 19:41. La montaña también habría sido claramente visible
para los sacerdotes y líderes que no quería ser manchados, o contaminados, al
dejar el recinto del templo o de la zona del altar en el Monte de los Olivos
justo antes de la celebración de la Pascua anual; se registra que estaban lo
suficientemente cerca como para ver y burlarse de él mientras se moría (Juan
18:28, Mateo 27:41-43, Marcos 15:31-32).
Los Evangelios también afirman que en el sitio había un jardín: "En el lugar en que Jesús fue crucificado, había un jardín" (Jn 19,41). Este jardín del Gólgota se encontraba fuera de la ciudad pero suficientemente cerca como para permitir que los que por allí pasaban pudieran leer el cartel (titulus) preparado por Pilato y atado a la cruz: "Muchos judíos leyeron este cartel, ya que el lugar en que Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y estaba en Arameo, Latín y Griego" (Jn 19,20). Los Evangelios afirman también que cerca de la "Calavera" en donde Jesús fue crucificado había una tumba nueva empotrada en la roca: "En el lugar donde Jesús fue crucificado había un jardín y en el jardín una tumba nueva, en la que nadie había sido depositado" (Jn 19,41) "José tomó el cuerpo, lo envolvió en una limpia tela de lino y lo puso en su propia tumba nueva que él había cavado en la roca" (Mt 27,59) "Entonces él lo bajó (de la cruz), lo envolvió en una tela de lino y lo puso en una tumba que había sido cavada en la roca, que aún nadie había sido depositado allí"(Lc 23,53). Toda la parte norte, desde hacía mucho, estaba llena de jardines (o más exactamente de huertos), ya antes de la construcción de la tercera muralla septentrional por Agripa 1 (41-44 d. de Cristo); los huertos quedaron dentro de la muralla. Esto es lo que indica el mismo nombre de la puerta que formaba el punto de arranque de la segunda muralla: Puerta de los Jardines (Gennath). Cfr. J. Jeremías, «Jerusalén en tiempos de Jesús» (p. 58). Por los escritores de los primeros siglos hemos podido saber que, juntamente con otros santuarios cristianos y judíos, también el área del sepulcro de Jesús y del antiguo Calvario entraron dentro de los planes de Adriano de terminar con cualquier vestigio de culto "judío" en favor de la religión del estado. Sobre la zona, debidamente nivelada, se levantó el foro de COLONIA AELIA CAPITOLINA, la nueva ciudad construida por el emperador sobre las ruinas de Jerusalén. Y la roca del Calvario resultó el mejor pedestal natural para la estatua de la Tykhe-Estarté de la ciudad, como se puede ver en el reverso de las monedas de la época acuñadas en la misma ciudad. La roca fue dejada como dramático testimonio en un ángulo del atrio de la basílica. Fue sólo más tarde, en tiempo del emperador Teodosio II (428) cuando se convirtió en el pedestal de una cruz de oro cubierta por un baldaquino y protegida por un cancel. No obstante, siempre bien visible. Desapareció casi del todo a la vista cuando en las sucesivas reconstrucciones que siguieron a destrucciones e incendios fue englobada en los muros de las capillas que se le habían ido adosando a cada lado. A pesar de todo esto, parte ha estado siempre visible en el ábside de la capilla inferior, llamada capilla de Adán, como se conocía y se podía contemplar la parte final en la capilla superior o de la crucifixión. Durante los trabajos de restauración llevados a cabo en la parte franciscana del Calvario el año 1935, el arquitecto. A. Barluzzi pudo descubrir otra parte de la roca que ha quedado visible desde entonces bajo el altar de la Dolorosa.
El lugar que hoy se
venera como el Calvario se encuentra en el
interior de la basílica del Santo Sepulcro. Las prospecciones que se han hecho
indican que el lugar se encontraba fuera de las murallas, pues hay sepulcros
kokhym en el interior de la basílica que datan del siglo I dNE. Actualmente
lo que queda del Calvario es un macizo rocoso que mide unos 8’10 metros de
longitud máxima de norte a sur y unos 3’90 metros de anchura máxima de oeste a
este. En el este precisamente, hay
indicios de una gruta escavada y por este lado su altura máxima es de 16 metros. En sección
vertical, la roca se presenta como una forma sentada, de 6 metros de altura desde
el pavimento de la capilla inferior, con dos cavidades, una en la pared
occidental (visible en la capilla de Adán), la otra en la pared oriental en
forma de pequeña gruta, cerrada en algún tiempo por una puerta de la que se
aprecia el dintel, y sostenida por un pequeño muro construido. En su corte
horizontal, la roca se presenta como una S, ligeramente deformada en su parte
baja, de 7 metros
de largo y de 3 metros
en su parte más ancha. La roca del Calvario formaba parte de la cantera de
piedra blanca (mezzy) que existía fuera de las murallas de la ciudad y que no
fue destruida en bloques por los canteros, por su escasa calidad, ya que tenía
muchas vetas de tierra roja. La roca destacaba del fondo irregular de la
cantera de 8'10 metros;
así se explica la utilización como lugar de ejecuciones ejemplares en un primer
momento y posteriormente como base cultual de una estatua (tiempo de Adriano) y
de la cruz (tiempo de Teodosio). Los Evangelios también afirman que en el sitio había un jardín: "En el lugar en que Jesús fue crucificado, había un jardín" (Jn 19,41). Este jardín del Gólgota se encontraba fuera de la ciudad pero suficientemente cerca como para permitir que los que por allí pasaban pudieran leer el cartel (titulus) preparado por Pilato y atado a la cruz: "Muchos judíos leyeron este cartel, ya que el lugar en que Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y estaba en Arameo, Latín y Griego" (Jn 19,20). Los Evangelios afirman también que cerca de la "Calavera" en donde Jesús fue crucificado había una tumba nueva empotrada en la roca: "En el lugar donde Jesús fue crucificado había un jardín y en el jardín una tumba nueva, en la que nadie había sido depositado" (Jn 19,41) "José tomó el cuerpo, lo envolvió en una limpia tela de lino y lo puso en su propia tumba nueva que él había cavado en la roca" (Mt 27,59) "Entonces él lo bajó (de la cruz), lo envolvió en una tela de lino y lo puso en una tumba que había sido cavada en la roca, que aún nadie había sido depositado allí"(Lc 23,53). Toda la parte norte, desde hacía mucho, estaba llena de jardines (o más exactamente de huertos), ya antes de la construcción de la tercera muralla septentrional por Agripa 1 (41-44 d. de Cristo); los huertos quedaron dentro de la muralla. Esto es lo que indica el mismo nombre de la puerta que formaba el punto de arranque de la segunda muralla: Puerta de los Jardines (Gennath). Cfr. J. Jeremías, «Jerusalén en tiempos de Jesús» (p. 58). Por los escritores de los primeros siglos hemos podido saber que, juntamente con otros santuarios cristianos y judíos, también el área del sepulcro de Jesús y del antiguo Calvario entraron dentro de los planes de Adriano de terminar con cualquier vestigio de culto "judío" en favor de la religión del estado. Sobre la zona, debidamente nivelada, se levantó el foro de COLONIA AELIA CAPITOLINA, la nueva ciudad construida por el emperador sobre las ruinas de Jerusalén. Y la roca del Calvario resultó el mejor pedestal natural para la estatua de la Tykhe-Estarté de la ciudad, como se puede ver en el reverso de las monedas de la época acuñadas en la misma ciudad. La roca fue dejada como dramático testimonio en un ángulo del atrio de la basílica. Fue sólo más tarde, en tiempo del emperador Teodosio II (428) cuando se convirtió en el pedestal de una cruz de oro cubierta por un baldaquino y protegida por un cancel. No obstante, siempre bien visible. Desapareció casi del todo a la vista cuando en las sucesivas reconstrucciones que siguieron a destrucciones e incendios fue englobada en los muros de las capillas que se le habían ido adosando a cada lado. A pesar de todo esto, parte ha estado siempre visible en el ábside de la capilla inferior, llamada capilla de Adán, como se conocía y se podía contemplar la parte final en la capilla superior o de la crucifixión. Durante los trabajos de restauración llevados a cabo en la parte franciscana del Calvario el año 1935, el arquitecto. A. Barluzzi pudo descubrir otra parte de la roca que ha quedado visible desde entonces bajo el altar de la Dolorosa.
Nacho Padró
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