martes, 22 de diciembre de 2020

La filosofía en pantuflas

 ¿Qué pasaría si metiéramos en un espacio reducido durante unos días a Sócrates, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Descartes, Hume, Kant, Marx, Nietzsche, Ortega y Gasset y Sartre? ¿Cómo se repartirían en habitaciones dobles? ¿Quiénes se caerían bien, quiénes admirarían las doctrinas de los otros y quiénes se llevarían como el perro y el gato? La pregunta se la ha hecho el profesor de Filosofía Miguel Sandín, y la ha respondido de forma fiel a la información existente sobre la personalidad y las ideas de cada uno de ellos. A la hora de narrar la historia, ha elegido una herramienta infalible para ganarse a los lectores: el humor.

El autor, que lleva más de 30 años impartiendo clases de Filosofía y de Historia, ha escrito novelas, literatura juvenil y obras de teatro infantil. Fue finalista del Premio Nadal por Por si acaso te escribí (2017). Anteriormente había ejercido como actor y director de una compañía teatral.

En La tripulación del Utopía utiliza el humor para exponer las andanzas de los diez magnos filósofos (o, según algunos de los personajes, nueve magnos y Ortega). Los pensadores están acompañados de una exprostituta llamada Jenny y del perro de Aristóteles, Plutón; no tienen ni idea de por qué están en un barco llamado Utopía y se enfrentan a la difícil tarea de ponerse de acuerdo en, al menos, uno de los grandes temas de la humanidad.

Además de tu conocimiento sobre las personalidades de estos filósofos, ¿ha influido también tu opinión y preferencias sobre ellos en la forma de plasmarlos?

He procurado seguir el mismo principio que en mis clases de Filosofía, es decir, no dejar que se deduzca de mis palabras mi simpatía o antipatía ante las ideas de un pensador determinado. En general ha primado en este libro el animus iocandi, el intento de provocar el humor, y en ese sentido he subrayado las peculiaridades que más podían convenir a ese propósito.

 ¿Has dejado alguno fuera que te habría gustado incluir?

Me han preguntado en varias ocasiones el motivo de la selección de estos pensadores precisamente y la respuesta es en verdad muy prosaica: se trata de los que constituyen el temario de la selectividad en la Comunidad de Madrid, con la excepción de Sartre, que me parecía muy oportuno por sus características personales. Me hubiera gustado añadir a Wittgenstein, pero manejar a más de diez filósofos en un espacio tan reducido era una tarea agotadora.

¿Crees que el libro puede ser disfrutado por alguien que sepa poco de filosofía, o es necesario tener los conocimientos básicos sobre las doctrinas de esos pensadores para entender bien los guiños y la ironía?

Mi intención era que el libro tuviese diversos niveles de lectura, de modo que cualquier lector pudiera disfrutar de la historia y reírse independientemente de sus conocimientos de filosofía. Está claro que aquel que conozca detalles del pensamiento o de la biografía de los protagonistas estará en mejores condiciones para captar las alusiones veladas, las indirectas o para dar un sentido más completo a sus comportamientos y sus palabras, pero siempre tuve como principio que no saber filosofía no fuese un obstáculo para disfrutar de su lectura. Algunos lectores así me lo han hecho saber.

¿Materializa Jenny preguntas y actitudes reales de los alumnos que has tenido a lo largo de los años?

No he tenido presentes a mis alumnos para construir a este personaje. Su función era ser el absoluto contrapunto a todo lo que puede entenderse como prejuicioso perfil de la filosofía y en ese sentido, como decía en la respuesta anterior, Jenny constituye el espejo perfecto en el que puede verse cualquier lego en la materia. Mujer, exprostituta, vital, ajena por completo a esos complejos esquemas de conceptos pero por razones de guion obligada a entenderlos y en suma más resuelta ante la vida que todos los que se dedican a interpretarla. Eso es Jenny, la vida pasando por encima de aquellos que quieren entenderla.

¿Cómo diste con el equilibrio entre incluir las ideas más importantes de esos filósofos pero resultar al mismo tiempo ameno y no demasiado teórico?

Esa fue quizá la mayor dificultad de este libro pero a la vez su propia razón de ser: demostrar que la filosofía no tiene por qué ser abstrusa y aburrida, sino que también sobre ella cabe una mirada irónica y divertida. Para ello sin duda mi mayor ayuda han sido las tres décadas que llevo dando clase de esta materia y tratando de hacerla asequible para adolescentes que en principio no tienden a verla con muy buenos ojos.

 

«En su origen, la Filosofía era fundamentalmente diálogo para entenderse y no monólogo para engolarse»

¿De qué escena te sientes más orgulloso, o cuál es una de tus preferidas? 

Teniendo en cuenta que todos los personajes pasan una semana encerrados en pocos metros cuadrados fue complejo dotar a la obra de variedad de escenarios, pero a su vez esa limitación resultaba estimulante para imaginar situaciones nuevas en los mismos espacios. Así, sin pensar demasiado, me vienen a la memoria la melopea de Jenny, la preparación de la comida por parte de los filósofos cuando ella se recupera de la resaca o la rijosa conversación que sus eminencias pensantes mantienen en la piscina del yate a cuenta de sus atributos viriles.

 

¿Crees que tu libro puede servir a estudiantes de Filosofía para ayudarles a afianzar sus conocimientos? ¿Se lo recomendarías antes o después de estudiar estos pensadores en clase?

Desde luego que puede servirles y de hecho me consta que en al menos dos institutos lo han indicado como lectura, sobre todo porque en él se tratan los grandes temas de la filosofía (Dios, el conocimiento, el bien…) aunque desde una perspectiva más ligera, la filosofía en pantuflas, por decirlo así, y esa óptica puede ser útil para perderle el respeto. Creo que una vez visto el temario podrían sacarle quizá más provecho, pero ya he dicho que mi propósito era que cualquiera, al margen de sus conocimientos de filosofía, pudiera acercarse a esta historia.

¿Lo recomiendas actualmente a tus alumnos? En caso afirmativo ¿es optativo u obligatorio? En caso de ser optativo ¿suma positivos leerlo?

Se lo sugiero, pero no es lectura obligatoria. Segundo de Bachillerato es un curso ya muy intenso y, por otra parte, no me parece ético que un profesor mande sus propios libros a sus alumnos. Algunos me lo han traído para que se lo firme y me han comentado que se lo han pasado muy bien con su lectura pero, curiosamente, han sido más los exalumnos, supongo que tal vez para recordar lo que aprendieron de una asignatura que no han vuelto a ver en años.

¿Crees que La tripulación del Utopía podría servir para despertar el interés por la filosofía en personas que la ven como algo lejano, inútil, demasiado teórico o aburrido?

Ojalá sea así, me encantaría que con su lectura alguien se interese por la filosofía y entienda que no tiene que ser necesariamente una materia espesa, siquiera sea por la elemental razón de que la filosofía trata de explicar la vida y si la vida es aburrida no merece la pena explicarla. Creo que, en efecto, en muchas ocasiones los filósofos han pecado de elitistas a los que ha gustado mucho leerse a sí mismos alejados del sentir común. En su origen, la filosofía era fundamentalmente diálogo para entenderse y no monólogo para engolarse. 

 

«La ética empapa todas las dimensiones de nuestra existencia, desde la forma de educar a un hijo o qué hacer si se equivocan al devolverte el cambio hasta una actitud ante la política o el medio ambiente».

Si hablamos de llevar la filosofía (o parte de ella) a la sociedad en general, es inevitable preguntarte si te has asomado a la serie Merlí. ¿Qué opinión te merece? ¿Te hablan tus alumnos de ella?

 La filosofía es parte esencial de la cultura de Occidente, el asombro racional ante lo que nos rodea y nos compone es su esencia misma. Baste recordar que hasta hace un par de siglos la ciencia se conocía como «filosofía natural», por no mencionar la importancia de pensadores como Marx en el desarrollo de la historia o de Turing para la informática. En cuanto a la serie, sí, mis alumnos me habían hablado de ella y durante el confinamiento la vi, preguntándome cómo podía ser tan cretino de estar enfrascado esos días en la vida de un tipo que se dedicaba a lo mismo que yo, aunque ya me hubieran gustado a mí sus andanzas, ja, ja. Creo que la filosofía ocupa en la serie un papel secundario, pero si sirve para traerla a primer plano, bienvenida sea.

Entonces, ¿es aplicable la filosofía a la vida real? ¿Para qué sirve? 

Por supuesto. La filosofía ofrece a todas las actividades de la existencia una dimensión más, una razón de la conducta, un sentido crítico que impide en ocasiones ser arrastrado por los usos o las modas. Sirve no solo para decir no en ocasiones, sino también para argumentar por qué se dice no. Eso por no hablar de la ética, un área que empapa todas las dimensiones de nuestra existencia, desde la forma de educar a un hijo o qué hacer si se equivocan al devolverte el cambio hasta una actitud ante la política o el medio ambiente. Decía Hawkins que la ciencia sin filosofía es como un tren sin locomotora. De nada nos sirve fabricar sofisticadísimos instrumentos si no sabemos usarlos de un modo adecuado.

¿Crees que en la sociedad actual de la información y la digitalización tendemos a reflexionar más o menos de lo que lo hacían las generaciones anteriores? Por un lado, se han eliminado tabúes y es posible hablar de la salud mental y emocional o de los sentimientos en entornos donde antes no se hacía. Pero, por otro, las prisas, la cultura de la inmediatez y la saturación de información nos hacen ser menos pausados y reflexivos. ¿Cuál es tu opinión al respecta?

Es cierto que el acceso a la información ha aumentado con Internet de manera muy notable, pero no soy muy optimista al respecto. Tengo la convicción de que la profundidad de la reflexión ha disminuido en idéntica proporción y ahora gastamos más energía en recordar dónde podemos encontrar la información que en la información misma. Esto sucede a todos los niveles: los tipos de música son cada vez más diversos, cada año se publican más libros, se hacen más series y más películas, pero la perdurabilidad es muy escasa, es cultura de usar y tirar; de hecho, es mucho más consumo que cultura. Sobre la cultura de la inmediatez no es ninguna elucubración, lo constato cada día en las aulas, la capacidad de concentración y de profundización ha disminuido en los últimos años y la dedicación a cualquier tarea cuya gratificación no sea inmediata es vista como una condena.

¿Por qué has elegido contar esta historia en clave de humor?

Me gustaría hacer un inciso literario para reivindicar el humor como género. Se trata de una perspectiva sobre el mundo muy arraigada en la tradición cultural española, desde el Lazarillo hasta Mendoza pasando por el Quijote, y de un tiempo a esta parte parece estar atravesando horas bajas y sufriendo una desconsideración que me cuesta entender. Quiero aprovechar en este sentido para mandar un agradecimiento infinito a la editorial Pez de Plata, que tiene una colección (La risa floja) dedicada solo a este género y me ha permitido la publicación de esta novela cuando otras editoriales la encontraron sospechosa por mezclar la filosofía y el humor.

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