En 1968 tres hombres pasaron la Navidad en la Luna por primera vez en la Historia. La Misión Apolo 8 no permitió poner el pie en nuestro satélite (eso sería siete meses después), pero por primera vez les hizo orbitar -10 veces- alrededor de la Luna, permitiéndoles la visión directa de su Cara Oculta. Y volver. Fue una misión precipitada, decidida con urgencia, que no pudo realizar sus pruebas de alunizaje del módulo lunar. Solamente se hizo por la propaganda, y es que la llamada carrera espacial entre Rusia y Estados Unidos se había convertido en la más importante batalla de la Guerra Fría.
El impactó que causó en el mundo el lanzamiento por los soviéticos del Sputnik, el primer satélite artificial, seguido de la puesta en órbita del primer ser vivo, la perra Laika, y luego del lanzamiento del primer hombre y la primera mujer al espacio exterior, Yuri Gagarin (1961) y Valentina Tereshkova (1963), no sería neutralizado por Estados Unidos hasta que Neil Amstrong posó su pie en la Luna (1969), pero los americanos no podían dejar 1968, un annus horribilis, sin hacer algo espectacular. “El Apolo 8 ha salvado 1968”, se diría a posteriori.
El año horrible de 1968 había sido en efecto el más convulso desde la Segunda Guerra Mundial. En Europa se dio la Primavera de Praga, primera muestra de resquebrajamiento del Bloque del Este, liquidada por los tanques soviéticos, mientras que en París sucedió la Revolución de Mayo, que no fue tal revolución, sino un movimiento de protesta juvenil poniendo en la picota todos los valores burgueses, que se extendería por Europa y Estados Unidos.
Pero fue este país el que resultó más conmocionado. Las protestas contra la Guerra del Vietnam llevaron al presidente Lyndon Johnson a anunciar, por sorpresa, que no se presentaría a la reelección, un hecho insólito en la Historia norteamericana. Eso fue el 1 de Abril de 1968, y tres días después fue asesinado Martin Luther King, el líder de la lucha por los derechos civiles de la gente de color.
Aún mayor trauma causó el asesinato en junio del segundo de los hermanos Kennedy, Robert, al que se daba como vencedor seguro de las elecciones presidenciales. Ese verano la Convención del Partido Demócrata que debía nominar un substituto del asesinado, se celebró en Chicago con la ciudad ocupada policialmente como si estuvieran en guerra. Y como telón de fondo, en Vietnam el Ejército Norvietnamita y el Vietconglanzaron, de enero a septiembre, la Ofensiva del Tet, que supuso una victoria estratégica y política para los comunistas.
Frente a ese panorama a los americanos no los quedaba más que un arma, la propaganda, y la manejaron magistralmente con un vehículo espacial de alta tecnología y el libro más antiguo del mundo, la Biblia. En Nochebuena los astronautas realizaron una transmisión televisada en la que leyeron los diez primeros versículos del Génesis: “Al principio creó Dios el cielo y la Tierra…”. Tuvo la mayor audiencia de la Historia hasta ese momento y terminó con un mensaje de paz: “Buenas noches, buena suerte, feliz Navidad, y que Dios los bendiga a todos ustedes… a todos ustedes en la buena Tierra”.
Fidel elimina la Navidad
Una semana después, el 2 de enero de 1969, Fidel Catsro “prohibió la Navidad”. En realidad no la prohibió, simplemente eliminó las fiestas navideñas declarando días laborables Navidad, Año Nuevo y Reyes. Esos días festivos se celebrarían en torno al 26 de Julio, la fecha fundacional de la Revolución Cubana, lo que hizo decir a los periódicos de todo el mundo: “Fidel Castro traslada la Navidad al 26 de julio”.
Las autoridades de La Habana justificaron su decisión con razones económicas. 1969 fue declarado “Año del Esfuerzo Decisivo”, se pretendía realizar una zafra (recolección de la caña de azúcar) de 10 millones de toneladas –que no se alcanzaron-, y el invierno, cuando no llueve en Cuba, era la mejor estación para trabajar sin perder ni un día.
Los medios anticastritas de Miami mantuvieron siempre que, en realidad, la anulación de la Navidad se debió al berrinche de Fidel cuando oyó el mensaje de los astronautas. El dirigente de un pequeño país que había alcanzado notoriedad mundial gracias al manejo de su imagen, comprendió que los americanos habían dado un golpe maestro de Guerra Fría.
Treinta años después, también por sorpresa, Fidel restableció las fiestas de Navidad con motivo de la visita a Cuba del Papa Juan Pablo II. Fue también un golpe de repercusión mundial que llenó de gozo a la Iglesia, pero ni comparación con el del Apolo 8.
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