Entrar en el barrio copto de El Cairo no parece una experiencia agradable, aunque pasearlo sí lo sea. Hace falta aparcar el coche fuera, antes de estrellarlo contra los bolardos de hormigón y las vallas que cortan la calzada, y es importante mantener la actitud adecuada cuando un grupo de militares fuertemente armados nos registran las mochilas, cachean nuestros bolsillos, hacen las preguntas pertinentes de cualquier control de seguridad. Sabemos por qué entrar en el barrio copto de El Cairo parece una aventura incómoda. Sabemos que una vez crucemos el control se abrirá ante nosotros un pequeño submundo que susurra en la inmensidad de Egipto, bullicioso y cargado de maravillas, pero también reconocemos que en 2017 ocurrió un violento atentado contra cristianos coptos en Menia, y un ataque similar ocurrió en el mismo sitio en 2018. Ser cristiano en la actualidad no es tarea fácil, pero ser cristiano en ciertos lugares puede resultar mortal, sin paliativos. Por eso nos preguntan con tanta intensidad qué venimos a hacer en este espacio protegido, cercado como una reserva de los indios norteamericanos.
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