martes, 28 de enero de 2020

descubren diez grandes relieves asirios en irak


en el Kurdistán iraquí, en el yacimiento de Faida, los arqueólogos han sacado a la luz un conjunto de diez relieves esculpidos en la roca, a lo largo de un gran canal de irrigación de unos siete kilómetros de largo. Las escenas representadas muestran al rey asirio Sargón II (722-705 a.C.) rodeado de divinidades.
El descubrimiento, de gran importancia debido a la rareza de este tipo de relieves rocosos asirios, es el resultado de los trabajos de excavación llevados a cabo a cabo en la zona por arqueólogos italianos e iraquíes durante la campaña de septiembre-octubre de 2019. Estas excavaciones se enmarcan en el Proyecto Arqueológico de la Faida Kurda-Italiana, dirigido por Daniele Morandi Bonacossi, de la Universidad de Udine, y Hasan Ahmed Qasim, de la Dirección de Antigüedades de Duhok, la zona del Kurdistán septentrional iraquí donde se ha realizado el hallazgo. De hecho, según Jason Ur, arqueólogo de la Universidad de Harvard, especialista en sistemas hídricos, el hallazgo demuestra que este tipo de relieves "no sólo estaban en los palacios, sino en todas partes, incluso en los lugares donde los agricultores extraían agua de los canales para sus campos".
Según los arqueólogos, es muy probable que existan más relieves de este tipo esperando ser descubiertos.
Según los arqueólogos, es muy probable que existan más relieves de este tipo esperando ser descubiertos.
Foto: Alberto Savioli

UN CANAL DE IRRIGACIÓN MONUMENTAL

El canal de Faida rodea el espolón occidental del monte Çiya-Daka. En época asiria, este canal de irrigación tenía una achura de cuatro metros, aunque hoy en día está enterrado bajo los depósitos resultado de la erosión de la montaña. El canal, que formaba parte de un complejo sistema hidráulico monumental creado por Sargón II, alimentaba varios canales secundarios que irrigaban los campos alrededor de la ciudad de Níniveuna de las capitales del Imperio asirio, en la cual se calcula que vivían unas 100.000 personas.
El canal de Faid formaba parte de un complejo sistema hidráulico monumental que alimentaba varios canales secundarios e irrigaban los campos alrededor de la ciudad de Nínive.
Fue en las paredes de la orilla este del canal principal donde el monarca asirio hizo esculpir estos paneles, de cinco metros de alto por dos de ancho, que lo representaban dos veces, en el extremo izquierdo y en el derecho de cada panel, acompañado de los siete principales dioses asirios en fila y montados sobre sus animales sagrados: Assur, sobre un dragón y un león con cuernos; su esposa Mullissu sentada en un trono y sostenida por un león; el dios lunar Sin sobre un león con cuernos; Nabu, dios de la sabiduría, sobre un dragón; Shamash, dios del Sol, sobre un caballo; el dios del trueno y la lluvia Hadad, sobre un león cornudo y un toro, e Ishtar, diosa del amor y de la guerra, a lomos de un león. Las figuras se muestran de perfil, mirando a la izquierda, siguiendo la corriente del canal.
Sargón II hizo esculpir estos paneles, de cinco metros de alto por dos de ancho.
Sargón II hizo esculpir estos paneles, de cinco metros de alto por dos de ancho.
Foto: Alberto Savioli

EL RESCATE DE LOS RELIEVES

Durante la campaña de 2019, los arqueólogos han excavado y limpiado los relieves, de los cuales apenas se veía la parte superior. También se han consolidado y registrado con las técnicas más modernas: fotografías aéreas de alta resolución tomadas con un dron (lo que permitirá cartografiar la red de canales), escaneo por láser y fotogrametría digital. Asimismo se ha valorado su estado de conservación y se han tomado muestras de roca para planificar el tratamiento de conservación más adecuado.
Desafortunadamente, los relieves de Faida se hallan en una zona donde el vandalismo y las excavaciones ilegales están a la orden del día, por eso este proyecto arqueológico se ha convertido, de hecho, en una misión de salvamento. Además de los diez relieves excavados, el arqueólogo Daniele Morandi cree que es muy posible que en Faida se oculten muchos más: "Los relieves en piedra asirios son monumentos extraordinarios. Y es muy probable que aún haya más relieves y quizás inscripciones cuneiformes monumentales de celebración enterradas bajo los escombros del suelo que llenaban el canal".
Los investigadores, una vez terminados los trabajos en la zona, pretenden convertir la zona en un parque arqueológico
Los investigadores, una vez terminados los trabajos en la zona, pretenden convertir la zona en un parque arqueológico
Foto: Alberto Savioli
En 1973, el arqueólogo británico Julian Reade ya identificó tres de estos paneles enterrados en el canal de Faida, pero debido a la inestabilidad en la región no pudo investigarlos más a fondo. Ahora, la Misión Arqueológica italiana en el Kurdistán de la Universidad de Udine, que lleva trabajando en el yacimiento desde 2012 –donde localizó seis relieves más– junto con la Dirección de Antigüedades de Duhok, ha logrado sacarlos a la luz y aumentar así el magnífico patrimonio arqueológico de esta castigada zona del planeta. Asimismo, la intención de los arqueólogos y las autoridades es que al término de los trabajos la zona se convierta en un parque arqueológico.

La arrogancia como virtud

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Retrato del artista con los rasgos de un burlón, Joseph Ducreux, 1802.
—Yo no soy irrespetuoso ni maleducado, soy francés, están discriminando mi cultura.
Podría ser una línea de diálogo de una obra de Miguel Mihura o de Jardiel Poncela, pero no se dejen engañar, es incluso mejor que eso, quizá un día esta frase sea esculpida en piedra como principio de una nueva épica.
La realidad es insaciable y no hace más que robar a la ficción momentos que solo podrían guionizar los genios del teatro del absurdo: la persona que pronunció estas palabras se llama Guillaume Rey y fue despedido de su trabajo como camarero en un restaurante de Vancouver en agosto de 2017. Nuestro protagonista ya había sido previamente amonestado varias veces por su «tono agresivo y demasiado directo» con sus compañeros de trabajo.
Guillaume Rey ha interpuesto una denuncia en el Tribunal de Derechos Humanos de la British Columbia por discriminación cultural, apoyándose en que su jefe le había especificado que no tenía ninguna queja respecto a su trabajo, ni respecto a cómo atendía a los clientes, el problema había sido su tono y modales en el trato con los compañeros que estaban bajo su supervisión.
Esto quiere decir que Canadá, y por ende el mundo entero, asistirá a un juicio donde nuestro héroe deberá justificar, como si no fuese obvio, que su modo de manifestarse es parte de su cultura y que el problema es de quienes tienen la piel demasiado fina y no son capaces de interactuar con personas para quienes los parámetros de lo que es cortés o grosero han sido colocados en límites ligeramente distintos.
La baza de la cultura es una jugada tan magistral que ha pillado con el pie cambiado a los ingenuos que simplemente esperaban que Guillaume Rey se volviese a su casa avergonzado, hiciese examen de conciencia, se disculpase y expiase su pecado de soberbia. Pero no. Quien pensó así no tuvo en cuenta que la cepa más pura de la arrogancia se destila en París, y que los camareros, como guardianes de las esencias, la sirven con guantes blancos para beber a sorbitos pequeños.
El síndrome de París y el problema de negar la realidad
Solo desde Japón llega cada año un millón de turistas a la capital francesa buscando todos los clichés que les han vendido acerca de la Ciudad de la Luz: los puentes del Sena desde donde ver puestas de sol dignas del mejor fondo de Windows, la subida a la Torre Eiffel, mujeres elegantísimas con bolsos de Chanel, cafés donde comer macaronsde todos los colores acompañándose con banda sonora de acordeón y rodeados de bohemios con boina. Entonces llega la realidad, que, como ya dijimos, tiene la mala costumbre de coger argumentos literarios y retorcerlos hasta asfixiarlos lentamente, los japoneses se encuentran con la «hospitalidad» parisina y el impacto es mayor de lo que algunos pueden soportar.
El profesor Hiroaki Ota, psiquiatra japonés afincado en Francia, describió en el año 2007 lo que vino a llamar el «síndrome de París», que afecta principalmente a turistas japoneses y por el que al menos veinte al año tienen que ser devueltos a Japón acompañados por una enfermera. Según el profesor Ota, era provocado por el choque cultural, especialmente por el hecho de que en Japón el cliente es siempre el rey allí donde va, así que darse de frente con la arrogancia autóctona, en crudo y sin hablar ni una palabra de francés, tiene, en individuos para los que el silencio es una forma de belleza, consecuencias devastadoras. Los síntomas pueden ir desde tristeza o ansiedad, en sus manifestaciones más leves, hasta mareos o alucinaciones, en casos más graves. La embajada japonesa ha visto necesario habilitar una línea de emergencias veinticuatro horas para atender este tipo de casos.
A simple vista pudiera parecer una especie de síndrome de Stendhal inverso llevado un poco al límite del drama, pero es que se han documentado casos incluso de un paciente que se creía Luis XIV, de una madre y una hija que se encerraron en la habitación de su hotel convencidas de que el personal estaba conspirando contra ellas o de una mujer que aseguraba que estaba siendo atacada con microondas; no queda más remedio que creer que hablamos de una dolencia real. Nadie que venga de una tradición de guerreros que son capaces de suicidarse por honor se degradaría de esta manera voluntariamente, esto es obra de profesionales. Conseguir que alguien experimente este estrés postraumático sin ni siquiera tocarle solo puede ser obra de maestros arrogantes con años de tradición.
La realidad es sádica pero, por suerte, no tanto, así que, una vez devueltos a su entorno habitual, los afectados por este estado transitorio de desorden psicológico vuelven a la normalidad.
Por si no fuese suficiente un síndrome causado por la interacción con sus ciudadanos y quedasen dudas acerca de la cultura de la arrogancia, en 2012 París fue elegida la capital más hostil de Europa, así que en 2013 la oficina de turismo de la capital, atónita como si todo fuese un terrible malentendido, mon dieu, envió a los parisinos una especie de manual de las buenas maneras con los turistas, convirtiendo en una prioridad nacional cambiar el parecer de los que les rodeaban. Fueron contratados embajadores que aparecían en los aeropuertos y las estaciones saludando sonrientes en inglés a todo el que llegaba. Alguna mente brillante no cayó en la cuenta de que solo hay una cosa más terrorífica que que alguien sea hostil contigo, que ese alguien de repente quiera ser tu mejor amigo. Sí, los embajadores de sonrisas corporativas, que decían «bienvenido a Francia» en inglés en cada estación, podrían estar en un episodio distópico de Black Mirror, pero tampoco, el mejor material siempre se lo queda la realidad.
Come to the dark side
Nuestra cultura occidental y judeocristiana es implacable, los humildes y obedientes por mandato divino no soportan ni la más mínima disidencia, de ahí la estupefacción cuando alguien decide abrazar la arrogancia como base cultural, como rasgo de carácter y como propia naturaleza. La noticia de Guillaume Rey, de su despido y de su denuncia, ha dado la vuelta al mundo. La humanidad educada en la parábola del buen samaritano y en el poner la otra mejilla asiste estupefacta al espectáculo de quien no pide perdón, y abre mil entradas en Google y en Tripadvisor preguntándose el porqué de este atropello. Expertos francófilos aportan su punto de vista como si fuesen antropólogos del siglo XIX que observan aborígenes: dando grandes vueltas argumentativas, apelando a la Revolución francesa, buscando el motivo por el que alguien querría escoger el lado del mal, como si fuese un misterio, como si viviésemos ajenos al atractivo del lado oscuro.
La respuesta es insultantemente sencilla, porque caer bien es el camino fácil y la rendición.
El problema no son ellos, sino nosotros. Cualquiera diría que nuestros ademanes cosmopolitas y los vuelos low cost a cualquier parte del mundo nos habrían curado ya este prejuicio traidor hacia cualquier cosa que no se parezca a lo que conocemos o que, pareciéndose, nos haga sentir mínimamente incómodos. Iría siendo hora de asumir que cada vez que viajamos estamos invadiendo el espacio de las personas que viven en ese lugar. Nos iría mucho mejor si admitiésemos, como adultos, que puede ser que los parisinos no se alegren de vernos, que tal vez el hecho de que casi cien millones de personas tomen su capital al asalto cada año no es la mejor manera de hacerse agradable.
No es nada personal, es que nadie les tiene cariño a los turistas, como nadie les tiene cariño a las termitas ni a la fiebre amarilla. París lleva siendo el primer destino turístico del mundo siglos, si no fuese por los parisinos ya la habríamos partido en trozos y vendido como souvenirs. Ser arrogante es, en este caso, una maniobra de supervivencia, una forma de resistencia, de no rendirse, de mantenerse en pie cuando sabes, sin lugar a dudas, que un tsunami de personas va a invadir todo tu espacio vital y que están dispuestas a cualquier cosa con tal de tener unas buenas vacaciones y poder demostrarlo.
El Tribunal de Derechos Humanos de British Columbia deberá decidir si la arrogancia es efectivamente parte de la cultura francesa y, en caso de serlo, hasta dónde se pueden forzar los límites de la cultura propia en nuestra interacción con los demás.
¿Qué pasará si Guillaume gana su demanda ante el tribunal y la arrogancia se reconoce como culturalmente francesa? Pues que tendremos que dejar de quejarnos y admitir que han vencido, incluso podría ser que, como sucede siempre que los hechos ajustan la lente con la que miramos las cosas, nos empiece a parecer más interesante la arrogancia y dejemos de pensar en ella como algo negativo, porque la connotación cambia por completo.
Se decía hasta no hace mucho que Francia tiene el mejor país, la mejor gastronomía, la mejor moda, el arte… y tuvieron que compensarlo con los franceses. Acuñar el sello de calidad de la arrogancia sería la jugada maestra que lo cambia todo, ya que significaría que ganarán siempre, tanto cuando sean arrogantes, porque estarán siendo fieles a su cultura, como cuando sean amables, porque nos harán cuestionarnos qué hemos hecho mal para no ser tratados con la idiosincrasia local; experimentar el desprecio de los autóctonos se podría convertir en algo ceremonial, como el té en Japón, una misa cantada o la recreación de una batalla.
El arrogante, no lo olvidemos, es un héroe que da un paso adelante y se enfrenta a cara descubierta con las hordas de buenos y humildes, con los sonrientes bienintencionados que invaden Instagram con fotos de cruasanes, con los que piden kétchup para acompañar un bœuf bourguignon y les contesta impasible, con la nariz apuntando al cielo y levantando una ceja: «N’est pas possible, monsieur».

La esperanza: clave de nuestro bienestar y de nuestros éxitos

Todos hemos oído alguna vez frases como “la esperanza es lo último que se pierde” o “mientras haya vida hay esperanza”, y también conocemos la famosa caja de Pandora, que cuando se abrió se extendieron todos los males sobre la tierra, pero en el fondo de la caja quedó la esperanza. De hecho, la esperanza es fundamental para el ser humano, es el motor que nos impulsa a conseguir lo que queremos y a mantenernos ilusionados con la vida. Tanto es así, que su falta aboca a la depresión.
La esperanza ha sido abordada y conceptualizada desde diferentes ámbitos: filosofía, teología, etc., y se han dado diferentes elementos en su conceptualización.

¿Qué entendemos desde la psicología por esperanza?

Desde la psicología se ha definido la esperanza como una emoción, y también como un estado mental y motivacional. Incluso, más recientemente, desde la psicología positiva como una fortaleza de carácter o rasgo de personalidad positivo.
El modelo más extendido e investigado de esperanza es el propuesto por Snyder, un modelo cognitivo derivado de las teorías motivacionales. 
La esperanza, según este modelo, es un rasgo cognitivo, una mentalidad que nos permite plantearnos objetivos en nuestra vida (profesionales, personales, de salud, etc.); junto con la capacidad para establecer las rutas o pasos para alcanzar dichos objetivos (pensamiento generador de rutas) y la capacidad para mantener un pensamiento motivador (pensamiento agency) que me permita iniciar y persistir en la consecución de los mismos a pesar de los obstáculos y dificultades para alcanzarlos.
La esperanza es más necesaria cuanto más importante sea, para la persona, el objetivo y cuanto más difícil sea de alcanzar. Los objetivos tienen que ser personales, es decir, tienen que ser verdaderamente intrínsecos que la persona desee realmente, no objetivos impuestos o que la persona cree que está obligada a cumplir, y además, tienen que ser realistas.
Sin embargo, hay actualmente algunos estudios que señalan diferencias culturales en las diferentes fuentes (locus de esperanza), las que marcan qué objetivos defino y me ayudan a establecer los pasos y la motivación para conseguirlos. 
Bernardo (2010) planteó que no sólo serían fuentes intrínsecas (como dijo Snyder) sino que también habría fuentes extrínsecas como la familia o los amigos, que podrían influir en nuestros objetivos y en cómo lograrlos. 
En este sentido, nuestro estudio, enmarcado dentro de un grupo internacional de investigación sobre esperanza “Hope Barometer”, analizó los niveles de esperanza y las fuentes de esperanza en España, India y Alemania, comprobando que, si bien los niveles de esperanza eran los mismos en las tres poblaciones, había diferencias culturales en la importancia de las fuentes de esperanza entre los diferentes países (Flores-Lucas, Martínez-Sinovas y Choubisa, 2018). 
Los efectos beneficiosos de la esperanza han sido investigados en diversos ámbitos: salud y bienestar psicológico y el educativo.

Esperanza, salud y bienestar psicológico

Diversos estudios han relacionado positivamente la esperanza con diferentes aspectos de la salud física y psicológica, en diferentes poblaciones. 
El efecto positivo de la esperanza se ha demostrado claramente en las conductas de prevención (tanto primaria como secundaria) de la salud. Las personas con niveles altos de esperanza se comprometen más con conductas y hábitos saludables. Además, cuando aparece la enfermedad, las personas con niveles altos de esperanza tienen una mejor adherencia a los tratamientos, y presentan mejores estrategias de afrontamiento y ajuste a la enfermedad (Snyder, 2002).
Por otra parte, la esperanza ha demostrado ser un fuerte mediador entre los efectos negativos del estrés y la satisfacción con la vida, disminuyendo los efectos negativos que el estrés tiene sobre ésta. Las personas con mayores niveles de esperanza presentan menores niveles de afecto negativo (ansiedad, tristeza, etc.); es decir, presentan un mejor ajuste psicológico general (Snyder, 2002). 
Finalmente, hay una amplia evidencia en diferentes poblaciones y culturas que apoya la relación positiva entre la esperanza y felicidad y satisfacción con la vida, así como con el desarrollo psicológico óptimo (Alarcon, Bowling y Khazon, 2013 ; Peterson, Ruch, Beermann, Park y Seligman, 2007). Por tanto, las personas con buenos niveles de esperanza tienen una mejor salud mental.

Esperanza y Educación

Los efectos beneficiosos de la esperanza también se han demostrado en el ámbito educativo con estudiantes de diferentes niveles de escolarización. 
Tanto los estudios de Snyder y sus colaboradores, como los de otros autores han mostrado que los estudiantes con buenos niveles de esperanza tienen mayor éxito académico, se comprometen más con sus estudios y con las tareas escolares, presentan menor abandono escolar y tienen mejores relaciones sociales con sus compañeros, presentan mayor motivación hacía el estudio y las tareas escolares (Day, Hanson, Maltby, Proctor y Wood, 2010; Flores-Lucas y Martínez-Sinovas y Choubisa, 2018).
Para finalizar, hay que señalar que hay también ya evidencia empírica de que los niveles de esperanza se pueden mejorar con programas de intervención efectivos, que además logran también mejorar otros aspectos de nuestro bienestar, como disminuir los niveles de ansiedad. Estos programas también se han mostrado efectivos en el ámbito académico.
La esperanza es por tanto uno de los recursos personales más relevantes tanto para nuestro bienestar, como para nuestro éxito en la vida y por ello conviene que la fomentemos

75 años de la liberación de Auschwitz, un lugar del que nadie jamás escapó

Un 27 de enero de 1945 los soldados del Ejército Rojo liberaron el mayor campo de exterminio nazi: Auschwitz-Birkenau. Hace ya setenta y dos años. No fue el único, pero sí uno de los más cruentos. En su interior encontraron 7.000 supervivientes en estado espectral, un millar de cadáveres amontonados para ser quemados y unas 600 personas ejecutadas en el último momento. El Holocausto -la Shoá, como se refiere al genocidio la comunidad hebrea- tuvo muchos campos de exterminio: Sobibor, Treblinka, Belzec, Majdanek, Chelmno... sin embargo, el de Auschwitz, instalado en 1940 en la localidad polaca de Oswiecim, a setenta kilómetros de Cracovia, es el signo más oscuro que sobre este episodio pueda existir.
"La muerte es un maestro de Alemania/ sus ojos son azules/ te alcanza con su proyectil de plomo/ te alcanza con su buena puntería", escribió el poeta alemán Paul Celán tres años después del cierre de un infierno que lo acompañó siempre: Auschwitz-Birkenau. No pasó por ahí -estuvo en Moldavia-, pero sí pudo ver cómo los vagones partían de su pueblo natal rumbo a aquella tumba donde el régimen nazi exterminó a los que, como él, eran judíos. Celán soportó la culpa del superviviente. Se arrojó al Sena, en 1970, carcomido por todo cuanto había visto. Los versos de Fuga de muerte sintetizan, todavía, el horror que quebró a hombres y mujeres y que aún se alza como una advertencia y de cuya liberación se cumplen este 27 de enero 75 años.
Hitler fue la gasolina más potente de aquel sistema. Compuso la obra más duradera del siglo XX: un horror que atravesó a todos y propició la muerte incluso clausurado. Afectado por un mesianismo de proporciones ciclópeas, Hitler creyó en todo lo que dijo y escribió: la necesidad de revisar la Europa creada en 1919, devolver a Alemania su poderío y crear un nuevo orden mundial. Todo eso ya lo había dicho, y desde muy pronto. Auschwitz fue su creación perpetua, incluso quienes sobrevivieron acabaron buscando la muerte con la que vivieron, piel con piel. Así le ocurrió al italiano Primo Levi, aún tras ser liberado no soportó las pesadillas que lo persiguieron y lo llevaron a suicidarse en 1987.
"Cuando estaba en el campo de concentración tenía siempre el mismo sueño: soñaba que regresaba, que volvía con mi familia y les contaba, pero no me escuchaban. La persona que tengo delante no me escucha, se da media vuelta y se marcha", escribió Levi, quien una vez libre, vagó arrastrando aquel peso. Nunca encontró el hogar al que ansiaba regresar: ya no existía. Unos, como Levi, vivieron para contarlo. Otros, como Anna Frank, pudieron llegar a contar su angustia antes de morir. Tras permanecer escondida en un sótano durante dos años, fue trasladada con toda su familia a Auschwitz. Dejó su diario como un atado de verdad a los pies de la vida que le fue arrebatada. 
Primo Levi fue uno de los 24 supervivientes de los casi mil judíos deportados. Regresó a Turín en 1945, vivo, y aguijoaneado por el malestar que eso parecía desatar en su interior. El escritor consiguió sobrevivir a Auschwitz , pero no a su recuerdo de ceniza y muerte. Le horrorizaba que el revisionismo y el negacionismo crecieran en Europa. A Primo Levi lo atenazaba entonces -nunca se libraría de ella- la sensación de haber regresado a un mundo que ya no reconocía y que nunca podría ser nuevo. Recién llegado a su ciudad, consiguió un empleo en la fábrica Pont de Nemours & Company, en Turín. 
Algo no era suficiente en aquella nueva vida, por eso el joven químico trabajaba con pinturas de día y escribía de noche. Levi comenzó a ponerlo todo por escrito: las cosas que había visto y escuchado, conversaciones y episodios. Sus pensamientos y obsesiones se multiplicaron en forma de notas que apuntaba sin orden en pequeños pedazos de papel o en el reverso de las cajetillas de tabaco y los billetes de tren, como si cualquier superficie fuera propicia para emulsionar aquel horror.
De aquellos apuntes surgió Si esto es un hombre. Aunque intentó liberarse escribiendo y dando sentido a aquel horror, Primo Levi nunca dejó de ser un preso. Permaneció encarcelado en el barracón de aquellos recuerdos que le pisaron los talones hasta encaminarlo al hueco de la escalera con el que puso fin a una profunda depresión que ni los antidepresivos ni los antipsicóticos pudieron combatir. En 1987 se arrojó por el hueco de la escalera.
Hay quienes, como el filósofo Reyes Mate, se preguntaron: ¿hay que conmemorar la liberación de Auschwitz? "Todavía campean en el mundo las fuerzas que alientan el olvido, la revisión o la negación de lo ocurrido", aseguraba Reyes Mate para referirse a lo que constituye la más honda y oscura herida moral del mundo moderno. En su obra Temblores de airePeter Sloterdijk ahonda también en la lógica del exterminio, en la turbia niebla del terror como nuevo paisaje forjado, en buena medida, bajo la bruma de aquel sitio. Las preguntas –o mejor dicho, la actualización de esas preguntas- se suceden en el recuerdo  de un infierno que aún tiene supervivientes y en el que toda revisión es susceptible de alborotar la cicatriz.  El polaco Antoni Dobrowolski, el superviviente del campo de concentración de Auschwitz con más edad, murió a los 108, hace ya seis años. Y sin embargo, aquel lugar aún resuena, con la fuerza de una advertencia.  

las misteriosas momias de quinto

en el año 2010, el ayuntamiento del pequeño pueblo de Quinto de Ebro, situado a una media hora de Zaragoza, decidió llevar a cabo unas obras de rehabilitación en la iglesia de la localidad, un edificio desacralizado y de titularidad municipal. La construcción, que en su día fue la iglesia de la Asunción, de principios del siglo XV, con un exterior bien conservado y una bonita torre mudéjar de gran valor cultural, era conocida popularmente como El Piquete, y durante muchos años se usó como almacén. De hecho, lo único bien conservado en la iglesa de Quinto era el exterior. El interior se hallaba en unas pésimas condiciones debido a los expolios y a los continuos bombardeos que sufrió durante la Guerra Civil.

UN HALLAZGO SENSACIONAL

El Ayuntamiento tenía previsto rehabilitar el interior de la iglesia para convertir el edificio en un centro de interpretación del mudéjar aragonés y destinarlo a actividades culturales. Pero cuando en la primavera de 2011 se levantó el suelo para instalar la calefacción, la sorpresa de los operarios fue mayúscula cuando de las entrañas del edificio empezaron a emerger cuerpos humanos momificados, tanto adultos como infantiles, todos en sus correspondientes ataúdes de madera. De hecho, muchos de los cuerpos descubiertos eran monjes que vestían el hábito de San Francisco. En total se hallaron unos setenta enterramientos (aunque ahora hay más de mil documentaods), treinta de ellos perfectamente momificados.
Cuando en la primavera de 2011 se levantó el suelo para instalar la calefacción, la sorpresa de los operarios fue mayúscula cuando de las entrañas del edificio empezaron a emerger cuerpos humanos momificados
Entre los arqueólogos e investigadores que acudieron a estudiar el sensacional hallazgo se encontraba Mercedes González, directora del Instituto de Estudios Científicos de Momias, que vio los cuerpos en 2014. Lo primero que afirma la especialista es que los cuerpos de Quinto no fueron sometidos a ningún proceso de momificación artificial, sino que todos se momificaron de forma natural debido a las condiciones climáticas de lugar, es decir, por la falta de humedad que presenta el subsuelo de la iglesia.
Los enterramientos son casi todos de la mitad del siglo XVIII y principios del XIX, una época en la que era habitual enterrar a los muertos bajo suelo sagrado. Hasta que Carlos III prohibió esa prácita por razones de salubridad.
Mercedes González y su equipo se encargaron de estudiar y restaurar los cuerpos y recuperar sus vestimentas.Incluso se logró identificar a una de estas personas gracias a los documentos históricos que se conservan.

EL PRIMER MUSEO DE MOMIAS DE ESPAÑA

El hallazgo despertó tanta expectación que las administraciones han contribuido a hacer de la iglesia de Quinto el primer museo de momias de España, el Museo de las momias de Quintoque fue inaugurado a principos del verano de 2018. El interior de la antigua iglesia se adecuó para una precisa musealización, y los cuerpos expuestos (por ahora quince) se muestran al público mayoritariamente en unas vitrinas de cristal sitas en la antigua capilla de Santa Ana.
Pero ¿quiénes fueron estas personas? Conocemos en qué época vivieron. Y algunos, por su hábito, sabemos que fueron religiosos. Éstos estaban enterrados con la cabeza mirando al altar y los pies hacia fuera, en cambio los seglares estaban dispuestos al revés. Hay también muchos niños de corta edad, desde el mes de vida hasta los siete años (la mortalidad infantil era muy elevada entonces).

HACE DOSCIENTOS AÑOS

Dos de las momias de frailes mantenían perfectamente preservado su calzado. Uno de ellos llevaba unos zapatos de tacón muy habituales entre las familias nobles alemanas de finales del siglo XVII. Otras momias también calzaban zapatos de piel y alpargatas que se encontraban en un óptimo estado de conservación. Un aspecto común a todos los cuerpos es que presentan las manos atadas sobre el pecho. La idea era mantener las manos juntas, con los dedos entrelazados, en actitud orante. Algunos ejemplos magníficos son la momia de un varón pelirrojo vestido con hábito franciscano que ha recibido el nombre de Van Gogh por su parecido con el famoso pintor holandés. Delante de él, yace la momia de una mujer con una magnífica cabellera de pelo castaño recogido en un moño bajo, que ha sido bautizada como Lady. El estudio de esta momia llevado a cabo en el Hospital Royo Villanova de Zaragoza aportó interesantes conclusiones: al parecer nació en Alcañiz, vivía en Madrid y murió a causa de un prolapso de útero y recto a la edad de 35 años. Posiblemente fue enterrada en Quinto porque había acudió allí a tomar las aguas termales para tratar sus problemas digestivos cuando le sorprendió la muerte.
También se exponen algunas momias infantiles, tal vez lo más impactante y emotivo. En contraste, cerca del altar se expone la momia de una mujer que al parecer murió hacia los 70 años. Toda una proeza en una época en que la esperanza de vida no superaba los cuarenta.
Todos los cuerpos presentan las manos atadas sobre el pecho para mantener las manos juntas, con los dedos entrelazados, en actitud de oración
La exposición se completa con exhaustivos paneles informativos. Todo ha sido realizado con el máximo respeto y precisión para que el visitante pueda echar la vista atrás y contemplar las historias de unas personas con las mismas preocupaciones, penas y alegrías que nosotros, que vivieron hace doscientos años y que hoy, gracias a los investigadores, pueden hacer oír su voz a través del abismo del tiempo.

Bioética: qué es y principios

Bioética: qué es

La definición más amplia de bioética la define como aquella disciplina encargada de abordar diferentes problemáticas de la moralidad de los seres humanos, vinculadas a diferentes acciones y avances en la biología como ciencia experimental y funcional. De esta forma, la bioética se caracteriza por incorporar la visión y los valores propios de la ética, a la hora de tomar decisiones dentro de los campos científico, político, tecnológico, e incluso filosófico, de la biología.
En los próximos apartados de este artículo nos centraremos en conocer las principales características de la bioética, basándonos para ello en los principios básicos que la constituyen.

Principios de la bioética

Para saber en qué consiste la bioética, resulta fundamental conocer los principales principios en los que se fundamenta, pues en ellos se ven reflejados la función y papel que la bioética cumple como disciplina. A modo de resumen, estos son los 4 principios de la bioética:
  1. Principio del respeto de la autonomía: este primer principio de la bioética se centra en establecer que debe respetarse siempre la libertad de elección y decisión de las personas. Se considera cada individuo en sí mismo como una persona sin limitaciones a la hora de decidir sobre su salud y otros temas vinculados a las ciencias biológicas.
  2. Principio de la beneficencia: a partir de este principio, la bioética persigue relacionar los costes y los beneficios de todas aquellas acciones y decisiones que tomen los seres humanos en relación con los valores éticos de un hecho biológico. El objetivo último será apostar por el beneficio del individuo, así como evitar todo daño a terceras personas que puedan verse implicadas directa o indirectamente, con dichas decisiones.
  3. Principio de la no maleficencia: resulta de vital importancia incluir dentro de la bioética este principio enfocado hacia la prohibición y abolición de toda acción que conlleve efectos negativos de distinta índole, en alguno o varios de los ámbitos en los que actúa la bioética (biológico, político, filosófico, entre otros).
  4. Principio de la justicia: el cuarto y último principio de la bioética apuesta por la equidad, la igualdad de oportunidades y la repartición justa y equitativa de aquellas responsabilidades vinculadas a los costos, los riesgos y los beneficios de las decisiones bioéticas tomadas. También tiene en cuenta los derechos y materiales partícipes en dichas decisiones.
Bioética: qué es y principios - Principios de la bioética

Bioética: ejemplos

En este apartado incluimos ejemplos sencillos y comunes en los que la bioética desempeña una labor importante a la hora de que las personas seamos capaces y responsables de tomar las decisiones más éticas y adecuadas. Toma nota de estos ejemplos de bioética para entenderla mejor:
  • Abortos.
  • Eutanasia.
  • Trasplantes de órganos.
  • Donación de órganos, de sangre y/o de médula.
  • Reproducción asistida.
  • Fecundación invitro.
  • Inseminación artificial.
  • Donación de óvulos y espermatozoides.
  • Clonación humana y animal.
  • Testado de productos farmacéuticos, cosméticos, tabaco y otros productos químicos en animales. Para conocer más sobre ello, puedes consultar este otro artículo de EcologíaVerde sobre Cómo saber si un producto está testado en animales.
  • Investigaciones médicas, así como biológicas, farmacológicas y tecnológicas en animales y en personas.
  • Ingeniería genética humana.
  • Investigaciones y ensayos clínicos con células madre.
  • Uso de drogas como remedio frente a enfermedades y tratamientos del dolor.
  • Nanotecnologías y reprogenética.
  • Derecho de los animales y humanización de los mismos.
  • Ética medio ambiental y desarrollo sostenible. En este otro post ampliamos este concepto explicando la Definición de desarrollo sostenible con ejemplos.
  • Utilización de armas químicas y nucleares.
  • Uso de energías renovables y no renovables. Entra en este enlace si quieres aprender mas sobre Qué son las energías renovables y no renovables y ejemplos.
  • Medidas de mitigación y/o frente al cambio climático y la crisis climática. Si te interesa este punto, te recomendamos leer este otro post sobre las Causas y consecuencias del cambio climático.
  • Protección y conservación de la biodiversidad y los ecosistemas.
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Bibliografía
  • Lacadena, J. R. (200) Genética y bioética. Universidad Complutense de Madrid, pp: 36-44.
  • Cely, Gilberto (1999) La bioética en la sociedad del conocimiento. Contextos gráficos LTDA, Colombia, pp: 5-35.
  • León, F. J. (2009) Fundamentos y principios de bioética clínica, institucional y social. Revista online Acta Bioethica, Volumen 15 (1), pp:70-78.
  • Velayos, C. (1996) La dimensión moral del ambiente natural: ¿Necesitamos una nueva ética? Ed. Comares, Granada.

La cultura nos hará libres: el valor de las Humanidades en un mundo digita

Tener que explicar el valor de la formación humanística en nuestro mundo y en nuestras enseñanzas –universitarias o no– es ya indicador del punto al que hemos llegado.
La razón utilitaria dominante y una suerte de totalitarismo economicista producen argumentos que llevan a relegar los estudios humanísticos: su inutilidad en términos de competitividad en el mercado laboral o la escasa rentabilidad de sus estudios e investigaciones en una universidad cada vez más gerencial y mercantilizada. La comparación con las disciplinas STEM se lleva fundamentalmente a esos terrenos. 
Ante el descenso de la financiación pública, la Universidad pugna por atraer estudiantes y generar más proyectos de investigación, no solo buscando la pregonada excelencia sino incrementar sus ingresos. En ese escenario, las Humanidades están en clara desventaja: la proporción del alumnado de estos estudios es menor y hay una enorme diferencia entre las aportaciones medias a los proyectos de investigación de estos campos con respecto a los de muchas disciplinas científicas.
Por otra parte, esa deriva hacia un modelo considerado productivo, se ve acentuada con los vigentes criterios de valoración, baremos, calificaciones…, omnipresentes en todo el ámbito académico, que privilegian valores de rentabilidad y producción científica e indicadores casi siempre ajenos a los modos propios de las disciplinas culturales y humanísticas.
El diagnóstico es claro y ampliamente compartido. Así lo expresaba Antoine Compagnon ya hace una década: “La Universidad atraviesa un momento de incertidumbre sobre las virtudes de la educación general, acusada de conducir al paro y en competencia con la formación profesional, que, se considera, prepara mejor para la vida laboral, de manera que la iniciación al estudio de la literatura y la cultura humanística, menos rentable a corto plazo, parece peligrar en la escuela y la sociedad del futuro”.

Contra la deriva utilitarista

Nuccio Ordine, autor de la que quizá ha sido la obra reciente de más impacto en defensa de la formación humanística, se muestra también así de tajante: “En los próximos años habrá que esforzarse para salvar de esta deriva utilitarista no solo la ciencia, la escuela y la Universidad, sino también todo lo que llamamos cultura. Habrá que resistir a la disolución programada de la enseñanza, de la investigación científica, de los clásicos y de los bienes culturales. Porque sabotear la cultura y la enseñanza significa sabotear el futuro de la humanidad”.
No nos encontramos, entonces, ante un episodio más de la tradicional –e indeseable– contraposición entre letras y ciencias, sino ante un cambio de modelo y de valores, que afecta al propio fin de la Universidad. Ni la formación integral de las personas, ni la función social parecen ser ya sus objetivos prioritarios, sino que la utilidad medida en rentabilidad, en empleabilidad… es el argumento definitivo para apostar, de modo dominante, por unas formaciones profesionales.
Así, cualquier reflexión en torno a los estudios humanísticos debe serlo también acerca de la finalidad y el modelo de enseñanza que necesitamos. Una Universidad que no solo se aleja de su misión y visión originales sino que reacciona dudosamente ante las necesidades y oportunidades del mundo digital. Ese modelo de Universidad tiene su mayor amenaza en haber hecho suyos los intereses de un mercado al que puede estar empezando a resultar más práctico prescindir de ella, al menos de la exclusividad de la que gozaba hasta hace poco.
Desde su origen medieval, era el monopolio de la expedición de títulos académicos lo que, en último término, constituía una Universidad: la capacidad de otorgar grados, a diferencia de otras instituciones formativas. Ahora empezamos a comprobar cómo, por una parte, la certificación de estudios puede ser razón insuficiente para mantener la exclusiva universitaria y, por otra, otros centros –por ejemplo, creados por empresas– comienzan a ofrecer formación y títulos socialmente reconocidos en un mercado en el que las universidades aceptaron colocar su mercancía y en el que, en consecuencia, ahora han de competir.
Naturalmente, no se trata de enrocarse en esa idea monopolística sino de resaltar lo que puede ser diferencial en las enseñanzas universitarias, en un mundo digital, en constante cambio, que precisa una formación continua no solo para el empleo sino para una vida activa que se prolonga mucho más allá de la meramente profesional.
Ana Galváñ / Telos

Las Humanidades forman personas

Es en ese sentido, donde hoy la formación humanística y la cultura tienen mucho que aportar; precisamente, yendo más allá. Las Humanidades no buscan formar operarios para el sistema económico sino personas; y tampoco consideran el conocimiento como algo finalista. Como nos recuerda Antonio Rodríguez de las Heras: “si el conocimiento es ver el mundo –pues el mundo no es evidente–, la cultura es mirar lo que el conocimiento nos hace ver. El conocimiento desvela, dilata el horizonte y le da profundidad” y la cultura, con la posibilidad de sus múltiples miradas, “enriquece sin fin el conocimiento” porque cada una de esas miradas ordena el mundo, es creadora.
Así como la lectura sin interpretación es superficial, plana, lo es el conocimiento sin cultura; ver el mundo sin mirarlo. La cultura proyecta miradas que interpretan nuestro mundo –por tanto, lo proyectan, creativamente, hacia el futuro– pero también, como señala Piglia con relación a la lectura, hace memoria: “La lectura es el arte de construir una memoria personal a partir de experiencias y recuerdos ajenos” (Ricardo Piglia, 2014).
La mirada humanística y la cultura aportan la fuerza de la experiencia personal.

Crisis cultural

Nos encontramos inmersos en una transformación de gran calado y velocidad que nos lleva a un mundo digital. Parecería natural una modificación de las enseñanzas a favor de las tecnológicas propias de ese mundo. Pero este nuevo mundo digital, lejos de arrumbar la formación humanística requiere de ella necesariamente. El alcance de la transformación digital supone una verdadera crisis cultural de la que ha de salir –más configurada– una cultura digital. Y en ella, son imprescindibles las miradas humanistas para resituarnos en el mundo.
Los humanistas del Renacimiento –otro momento de gran densidad de cambios históricos radicales y acelerados como el actual– se proponían, ante todo, entender el mundo en el que vivían, un mundo nuevo que estaban descubriendo a través de la ciencia, la técnica, las exploraciones, el pensamiento, el arte… y entender el lugar que el hombre ocupaba en él, es decir, la cultura.

Necesitamos estudios humanísticos digitales

Como ellos, necesitamos entender ahora nuestro papel en un mundo cambiante; precisamos unos estudios humanísticos digitales, claro. Si, como decía Croce, toda historia es contemporánea, todo estudio sobre la cultura también lo es. De ahí que el término Humanidades digitales, que en los últimos años ha gozado de aceptación, es en realidad redundante: todo estudio humanístico es necesariamente digital en la medida en que ha de tener la mirada puesta en entender nuestro mundo, debe plantear nuestras preguntas al pasado e incorporarlas a la memoria que estamos haciendo.
Pero digital no significa, como a veces ocurre, que se sirva de la cacharrería o de determinado software –es decir, entendido de un modo puramente instrumental–, sino que se ocupa de la comprensión de una cultura digital que cambia el mundo, el modo de estar en él y sus valores. La reclamación humanística no puede hacerse desde la nostalgia de lo que fue, una vuelta a los orígenes de una erudición sin contexto en el presente. Sino de unas humanidades esencialmente transdisciplinares y, en consecuencia, idóneas para la comprensión de la cultura. 

Cultura en primer plano

Necesitamos poner la cultura en primer término de la educación: con estudios propios y, también, de modo transversal en la formación académica. La cultura aporta memoria, creación, posibilidad de disenso, espíritu crítico… imprescindibles para enfrentarnos a un mundo mercantilizado y en continua transformación. Su lugar no es el mercado, cerrado, privado, espacio de transacciones comerciales, sino la plaza pública, abierta, común, espacio de encuentro. Esa plaza que adquiere nueva dimensión en el mundo digital y sus modos de hacer comunidad.
No obstante, pese a lo dicho, la dedicación cultural, humanística, por su componente vocacional y hasta apasionado, creativo, es muchas veces vista como un privilegio, como un lujo superfluo, que paradójicamente condena a muchos de quienes se dedican a ella a una situación de precariedad cada vez más intolerable y que el sistema propicia.
La cultura trae memoria, genera experiencia, es siempre creadora. Sus valores y su espíritu crítico son creativos, liberadores, permiten generar espacios de resistencia y dar voz a los discordantes, contribuir al bien común y a hacernos distintos. Pero también –y no podemos olvidarlo– los estudios humanísticos nos ayudan a comprendernos a nosotros mismos, nos hacen mejores.
Que seamos ya cíborgs no quiere decir que no necesitemos entender nuestro lugar en el mundo, es decir, nuestra cultura: más bien al revés, el mundo está cambiando pero nosotros –humanos– lo hacemos con él. Frente a nuevas formas de mercantilismo utilitarista, nuevas formas de humanismo. Frente a un panorama uniformizador que puede llevar a la automatización del empleo, unas humanidades que aportan diferencia, el valor único de cada uno, de su mirada.
Compartimos la reflexión de Rodari sobre la virtud liberadora de la palabra, cuando reclama “todos los usos de la palabra para todos”: la palabra –la cultura– sirve “no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo.
Podemos terminar este alegato con las palabras de T.S. Eliot: "la cultura puede ser descrita simplemente como aquello que hace que la vida merezca la pena ser vivida”.

La versión original de este artículo aparece publicada en el número 112 de la Revista Telos, de Fundación Telefónica.

jueves, 23 de enero de 2020

Los Monjes y la VIda Monástica


A) Biografía del fundador (S. Benito).

Benito de Nursia nació en Nursia, 21 de marzo de 547 fue un monje cristiano, considerado el iniciador de la vida monástica en Occidente. Fundó la orden de los benedictinos cuyo fin era establecer monasterios basados en la autarquía, es decir, autosuficientes; comúnmente estaban organizados en torno a la iglesia de planta basilical y el claustro. Es considerado patrón de Europa y patriarca del monacato occidental. Benito escribió una regla para sus monjes, conocida luego como la «Santa Regla», que fue inspiración para muchas de las otras comunidades religiosas.

B) Características de un monasterio benedictino.

Los benedictinos no disponían de una estructura organizativa jerárquica, los monasterios eran y son independientes (el abad es el Superior mayor) y sólo mantienen el vínculo de la Regla, de todos modos han experimentado diversas formas de asociación como las congregaciones por afinidad o también basadas en su proximidad en el territorio.

C) La vida de oración de un monje y la liturgia.

La oración del monje comprende, por una parte, la oración comunitaria, es decir, el rezo litúrgico de las llamadas “horas” del “Oficio Divino”: los monjes cantan en el coro alabando a Dios con salmos, himnos y cánticos. Comienzan con los Maitines, Vigilias u Oficio de Lectura (estos tres nombres recibe la primera “hora”, al despertar del sueño), prosiguen con las alabanzas de Laudes al principio de la mañana, continúan con las “horas menores” o intermedias de Tercia, Sexta y Nona, vuelven a hacerlo más solemnemente al caer la tarde con las Vísperas y concluyen con las Completas antes de acostarse. La celebración de la Santa Misa constituye el verdadero núcleo espiritual del día del monje y éste dedica un tiempo más o menos largo a la oración personal contemplativa.

D) ¿Cómo puedo distinguir físicamente a un monje benedictino de otros?

Establecida en el siglo VI por san Benito de Nursia, la Orden de San Benito suele llevar hábitos negros que consisten en una túnica, un escapulario largo hasta el suelo y un cinturón de cuero.

El color negro simboliza la muerte para el mundo, la penitencia y, en términos prácticos, era la tela más barata disponible en el siglo VI. Los monjes llevan capucha y las monjas velo y según se puede ver arriba a menudo las comunidades religiosas se diferencian unas de otras en la construcción de la parte superior de la vestimenta.

Otro elemento distintivo del hábito benedictino es la ausencia de un rosario complementario. Los benedictinos nunca han incluido las cuentas, habituales para otros religiosos, sobre todo porque los benedictinos realizan sus propios trabajos de cultivo y construcción y el rosario colgante sería poco práctico.

Los benedictinos de compromiso permanente llevan un hábito con capucha (o cuculla) sobre su hábito habitual para la oración litúrgica y ocasiones importantes en la comunidad.

E) Nombre de órdenes religiosas que siguen la regla de S. Benito.

La Orden de San Benito es una orden religiosa, perteneciente a la Iglesia católica, dedicada a la contemplación, fundada por Benito de Nursia, dictada por este a principios del siglo VI para la abadía de Montecassino.

F) La importancia de abad en un monasterio benedictino.

Todo ser puede ser sacramento, es decir presencia salvífica de Cristo. Pero como cabeza del cuerpo de la iglesia, lo hace a través de siervos suyos que representan a Cristo.

G) ¿En qué consiste el trabajo de un monje benedictino?

Se reparte esencialmente entre tres actividades complementarias: la oración, el trabajo y la lectio divina o lectura espiritual hecha bajo la guía del Espíritu Santo para alimentar la oración y conducir a la contemplación; además, a partir del cuidado de esta lectio divina, el monacato ha desarrollado de un modo muy importante la atención a los estudios a lo largo de los siglos. De ahí la formación de grandes bibliotecas y escuelas que en la época altomedieval salvaron la cultura grecorromana y cristiana y sirvieron de fundamento para la creación de una nueva cultura europea.

H) ¿Qué podemos aprender de la vida de un monje?

1-Cultivar el silencio:
Explica este benedictino que el silencio es el ambiente que permite escuchar de manera adecuada la voz de Dios y de las personas cercanas.

2-Sé fiel a la oración diaria:
Dice la Regla de San Benito: “La oración debe ser breve y pura, a  no ser que se
prolongue por un afecto inspirado por la gracia divina”.

3-Formar una comunidad auténtica:
En una comunidad monástica los monjes se apoyan y animan entre ellos cuando hay dificultades y lo celebran cuando hay momentos difíciles.  De este modo, en un mundo donde prima el individualismo, las redes sociales y las relaciones superficiales, las personas anhelan un profundo sentido de pertenencia y comunión entre ellas.

4-Buscar tiempo para la Lectio Divina:
La antigua práctica monástica de la Lectio Divina o “lectura sagrada” pone énfasis en una lectura lenta y orante de las Sagradas Escrituras. Por ello, la reflexión sobre la Palabra de Dios, si se hace con intensidad y en oración, tiene el poder de llamar a una continua conversión.

5-Practicar la humildad:
En la Regla de San Benito hay numerosas referencias a la importancia de la humildad.


Jonathan Castellano.
Gabriel Da Costa.