Confiad, recurrid,
Confiad en nuestra
Madre,
como el Padre
Champagnat.
Confiad, recurrid,
que aunque nuestro
amor le falte,
nunca deja ella de
amar.
¿Qué
sería de las flores sin el aire y sin el sol,
marchitándose
sin agua y perdiendo su color?
¿Qué
sería del hermano que no sabe qué es amar;
que no
descubre en su Madre
el
camino que va a Dios?
Fíjate
en la violeta que, perdida en el verdor,
siendo
sencilla y pequeña exhala un fragante olor.
Tan
humilde y tan sencilla nuestra vida debe ser,
fiel
reflejo de maría, nuestro anhelo y nuestro bien.
Nuestra
vida es como el trigo
que,
muriendo, forma el pan
amasado
por la entrega, el amor y la verdad.
Y tú
sólo, Madre mía, vas conmigo sin cesar,
siendo
ejemplo de mi vida y mi fuerza al caminar
Kairoi
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