Cuando siento que todo se tambalea
es el momento de apostar por la Vida.
Absolutamente, sin reservas.
No es ella quien está contra mí,
soy yo quien creo estar separado de ella.
Y, desde esta creencia errónea,
me construyo a medida todo un mundo de dicotomías:
yo y la prisión de mi cuerpo,
yo y mis pensamientos,
yo y mis emociones,
yo y mis percepciones,
yo y los demás,
yo y el mundo,
yo y la vida,
yo y Dios …
Y es de esta percepción extorsionada que nace:
la rivalidad,
la insuficiencia,
la escasez,
la angustia,
la desesperación,
el miedo a la muerte,
y todo se tambalea.
Cuando apuesto sin reservas por la VIDA,
estalla la burbuja del engaño
y sé que soy uno con Ella,
con la única VIDA posible
manifestada en un cuerpo,
en unos pensamientos,
en unas emociones,
en unas percepciones,
en otros yo,
en un mundo,
en una PRESENCIA
a quien, a cada instante,
puedo llamar con verdad:
¡AMOR MÍO, VIDA MÍA!
Jordi Catalá
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