el egiptólogo británico Ernest Alfred Wallis Budge, conservador del departamento de antigüedades asirias y egipcias del Museo Británico durante los primeros años del siglo XX, es conocido principalmente por haber llevado al museo londinense uno de los papiros más famosos e importantes del mundo: el Papiro de Ani, que contiene una bellísima copia ilustrada del Libro de los muertos(un conjunto de fórmulas mágicas con el que los egipcios más pudientes se hacían acompañar en sus tumbas para lograr llegar sin demasiados tropiezos al más allá). Este papiro fue descubierto en la tumba del escriba real Ani, que vivió en tiempos de la dinastía XIX (1292-1191 a.C.).
Wallis Budge es conocido principalmente por haber llevado al museo londinense uno de los papiros más famosos e importantes del mundo: el 'Papiro de Ani'.
Budge se hizo con la magnífica pieza en Egipto en "extrañas" circunstancias. Avisadas las autoridades egipcias de que el británico guardaba en su casa algunos objetos de arte que quería sacar secretamente del país, la policía rodeó la casa del egiptólogo para impedirlo. Pero Budge invitó a los agentes a una opípara comida en el exterior de su residencia mientras sus colaboradores excavaban un túnel en el jardín por el que poder sacar las piezas. En cuanto al papiro, Budge cortó sus más de 23 metros en 37 fragmentos, que son los que hoy se exponen en el Museo Británico.
HUESOS DESARTICULADOS
Budge es famoso también por su prolífica obra. A lo largo de su vida publicó unos 150 libros, entre los que destaca una obra en dos volúmenes, escrita en 1911, que versa sobre el culto al dios Osiris, titulada Osiris y la resurrección en Egipto. En ella sostiene una curiosa y controvertida teoría: el culto a Osiris fue introducido por los propios egipcios para acabar con la antigua costumbre del canibalismo. Budge asegura que en tiempos predinásticos (hacia 3000 a.C.), los egipcios eran antropófagos, y para corroborar su afirmación se basa tanto en el hallazgo de huesos humanos en algunas tumbas que, según él, muestran marcas inequívocas de dientes humanos, así como en un fragmento de los Textos de las Pirámides, el conjunto de textos funerarios más antiguo conocido, inscritos en la cámara funeraria del faraón Unas (2435-2306 a.C.) en Saqqara.
Las tumbas de las que habla Budge en su obra fueron excavadas por otro insigne arqueólogo británico y acérrimo rival, William Flinders Petrie, considerado el padre de la egiptología moderna. Las sepulturas fueron descubiertas por Petrie en el llamado "Cementerio T" del yacimiento predinástico de Nagada, situado a 50 kilómetros al norte de Luxor, en 1895. Petrie halló en el lugar miles de tumbas con los esqueletos en total desorden. Al egiptólogo le llamó la atención que en algunas de estas sepulturas, como en la llamada tumba T5 (que presumiblemente estaban intactas, puesto que tanto las cerámicas como las joyas no habían sido tocadas), los huesos aparecían desarticulados y con frecuencia faltaban los cráneos.
A Petrie le llamó la atención que en algunas de las sepulturas del Cementerio T de Nagada, como la llamada tumba T5, los huesos aparecían desarticulados y con frecuencia faltaban los cráneos.
Muchos de los huesos hallados en la tumba T5 de Nagada tenían además los extremos rotos. Según Petrie "no sólo estaban rotos los extremos, sino que en algunos de ellos la estructura celular había sido fuertemente rascada, siendo lo que quedaba de ella firme y dura, además había surcos como de haberlos roído... Después de este ejemplo debemos concluir que los cuerpos eran a veces (con todo respeto) cortados y en parte comidos".
Budge fundamentó su teoría sobre los datos proporcionados por las excavaciones de Petrie en Nagada, aunque hoy en día los egiptólogos son muy cautos al respecto y desconfían de la minuciosidad del trabajo de Petrie en el yacimiento, ya que el egiptólogo británico llegó a excavar tres mil tumbas en cinco meses (él mismo dice que empleó de veinte a treinta minutos por tumba), por lo que sus conclusiones deben ser tomadas con extrema cautela. Cosa que no hizo Budge, para quien esos hallazgos eran pruebas irrefutables del canibalismo de los egipcios.
EL "DEVORADOR" DE DIOSES
La otra prueba "irrefutable" en la que Budge se basó para probar la existencia de canibalismo entre los antiguos egipcios fue, como ya hemos dicho, un fragmento de los Textos de las Pirámides, el llamado Himno caníbal, inscrito en la pirámide de Unas, en el que se describe al faraón "devorando" a los dioses (un elemento religioso conocido como teofagia): "Unas es el toro del cielo que conquista a voluntad, que vive de la existencia de cada dios, que devora sus entrañas... Unas es un señor de ofrendas, que anuda el cordel, que prepara, él mismo, su comida. Unas es quien devora a la gente y vive de los dioses... Es Khonsu quien mata a los señores, quien los estrangula para Unas, quien extrae para él lo que hay dentro de sus cuerpos".
¿Podemos tomar este texto al pie de la letra? Budge pensaba que sí (de hecho, había llegado a declarar en alguna ocasión que los africanos tenían un deseo innato de carne humana). Según el egiptólogo, no había ninguna duda de que la religión de Osiris fue introducida por los propios egipcios para convertir en tabú el desmembramiento del cuerpo humano (recordemos que en el mito, Osiris es desmembrado por su malvado hermano Set), y acabar de este modo con esa primitiva costumbre. Pero ¿tenía razón Budge? Actualmente muchos estudiosos creen que la práctica de desmembramiento de cuerpos humanos en época predinástica no estaba relacionada con el canibalismo, sino que se debía a otros motivos, tales como el miedo a que los difuntos pudieran causar daño a los vivos y por eso se les "inmovilizaba" en sus tumbas alterando el orden de sus osamentas. De todos modos, no existe actualmente consenso entre los investigadores sobre este tema.
Según Budge, no había ninguna duda de que la religión de Osiris fue introducida por los propios egipcios para convertir en tabú el desmembramiento del cuerpo humano.
Esta teoría sobre la práctica del canibalismo entre los antiguos egipcios llevó a Budge a dar una original explicación a una curiosa costumbre que, según cuenta el historiador Plutarco, que vivió en el siglo I d.C., existía en el País del Nilo y que se llamaba "la momia en el banquete". Según Plutarco, en los banquetes funerarios, la momia del difunto era paseada por toda la sala del festín, entre los invitados, para recordarles la naturaleza transitoria de la vida. Pero para Budge en realidad esta práctica habría servido para recordar los tiempos en que los cuerpos humanos eran consumidos en festines rituales. Los investigadores actuales dudan de que esta tradición mencionada por Plutarco tuviese realmente lugar. Hoy en día se cree que el historiador pudo confundirse con un ritual distinto: la celebración de un simple banquete funerario en la tumba, en el que participaban los allegados del difunto para despedir a su familiar y desearle un viaje seguro y placentero al reino de Osiris
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