La historia de España, la del mundo, la de la Primera Guerra Mundial… ¿qué no ha contado Juan Eslava Galán desde la perspectiva del escéptico? Prácticamente nada. A mitad de camino entre el ensayo divulgativo y el compendio de anécdotas ignoradas o sepultadas, el historiador y escritor retoma su serie con La biblia contada para escépticos, en el que analiza y explica la historia del libro a partir del Antiguo Testamento.
Los lectores conocen de sobra la prosa culta, ágil y plagada de detalles de Eslava Galán, que elige como epígrafe una frase de Kierkegaard, que deja al descubierto cuál es el punto de vista de este libro: "La fe es subjetiva. Al que tiene fe poco le importa que entre los atributos de Dios no figure la existencia". Ese espíritu escéptico, en línea con la frase del filósofo se desarrolla a lo largo de seiscientas páginas.
La Biblia es uno de los pilares, si no el más importante, que sostiene la civilización occidental, asegura Eslava. Sin embargo, existe un conocimiento muy superficial de este compendio de libros canónicos. "Por eso no está de más indagar sobre ella a la luz de la ciencia moderna, o sea de la crítica histórica, de la confrontación de textos y de la arqueología", advierte el escritor e historiador en el prólogo del libro.
¿Quién escribió la Biblia? ¿Qué hay de cierto en ella? ¿Cómo se inventa una religión? ¿Existe realmente un Dios omnipotente? A través de estas páginas, Juan Eslava Galán, propone una visión más relativista y un sorprendente recorrido por el libro más vendido, traducido y estudiado. Desde Yahvé y la llegada de Moisés a la «Tierra Prometida», la sabiduría del Rey Salomón, los entresijos de los profetas, los pecados de Adán y Eva o las disputas de Caín y Abel.
“La Biblia, este libro prodigioso, es como la levadura que fermenta la masa. O como la minúscula espora que se deposita sobre los alimentos y produce un moho que los recubre. No la critico, cuidado. El moho puede estropear algunos alimentos, pero también puede ser beneficioso para otros: ahí tenemos el Penicillium roqueforti que madura el delicioso queso Stilton o no digamos el Penicillium chrysogenum del que se deriva la penicilina, tan beneficiosa para la Humanidad”, escribe Eslava.
Su explicación y análisis de la figura Yaveh configura la primera parte del libro y a partir de ahí propone la religión como invención: “Existe un dios, Yahvé, que, como dijimos, en aquel tiempo de gigantes era un enano de tercera división. ¿Se conformó? Nada de eso: ha crecido a lo largo del tiempo hasta convertirse en otro gigante. Una religión de época remota, el judaísmo, se mantiene en el mundo tenazmente, contra viento y marea. Es un fósil vivo que no solo existe per se, sino a través de dos hijuelos que le brotaron y que ahora son incluso más vigorosos que el tronco original: el cristianismo y el islam”.
Reyes, profetas y otros juegos de tronos
Anécdotas, datos, documentación y mucha, mucha historia. Esas han sido las armas de Eslava Galán en estas páginas, que no escatiman en raras y curiosas estampas, pero también en acres lecturas, especialmente para los tres grandes reyes de Israel: Saúl, David y Salomón. “Ya vamos notando algunas peculiaridades de la Biblia. Una: que cuando hay muchos candidatos al trono (hijos del rey), el más espabilado se ocupa de asesinar al resto. Dos: que lo peor que le puede suceder a uno de estos machos alfas es que lo mate una mujer. Recordemos que Yahvé castigó a Sísara haciéndolo víctima de una mujer -¡y de qué manera (un clavo de tienda en la cabeza)!- cuando su señora madre lo hacía ufano, victorioso y desvirgando doncellas”.
Eslava narra y contextualiza la estructura y rleato político incluido en la Biblia. Por ejemplo, el episodio en el que Samuel unge a Saúl como rey, quien será el primer monarca de Israel. A partir de ahí explica y ejemplifica las componendas y los juegos de tronos que ponen de manifiesto la crueldad del rey David, quien exterminaba a la población civil mediante torturas espantosas con sierras, trillos, hachas o arrojándola a hornos de cocer ladrillo. “El pueblo judío, como el niño débil en el patio del colegio, estaba expuesto a los cogotazos de todos los grandullones (el bullying, o acoso, en términos históricos). No podía ser de otro modo, ya que su despistado Dios lo había colocado en una tierra pobre y avecindada de grandes imperios”, asegura Eslava.
Los otros grandes protagonistas de la Biblia son los profetas. La tradición bíblica señala cuatro profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; y doce menores: Oseas, Joel, Amos, Abdías, Jonás, Mika, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarias y Malaquías. Eslava nos revela todos sus entresijos y los define así: “A lo largo de la Biblia aparecen unos tipos barbudos, greñudos y malhumorados que se muestran como furibundos partidarios de Yahvé y continuamente anuncian desgracias al pueblo elegido porque no se muestra tan riguroso como ellos exigen en la observación de los preceptos de la Ley. Los profetas lideraban al pueblo más ortodoxo en lo que, para entendernos, denominaremos el partido yahvista, que apoyaba o intentaba derrocar al monarca según fuera o no fiel a la Ley del intransigente Yahvé”.
A Adán y Eva también les reserva un capítulo, describe los motivos por los cuales son expulsados del Paraíso terrenal tras cometer el pecado original, así como de sus dos hijos, Caín y Abel, quienes protagonizaron la rivalidad entre hermanos más grande de la Humanidad: “En fin, no quiero adelantar spoilers porque la Biblia es un auténtico culebrón lleno de sorpresas. Advierto, eso sí, que el relato bíblico es una olla podrida en la que cabe cualquier cosa venida a mano del cocinero. Unas veces nos ofrece un relato costumbrista; otras, una narración histórica o una colección de cuentos y consejas. Todo cabe”.
Doctor en Letras, entre sus ensayos destacan Historia de España contada para escépticos (2010), Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie (2005), Los años del miedo (2008), El catolicismo explicado a las ovejas (2009), De la alpargata al seiscientos (2010), Homo erectus (2011) y La década que nos dejó sin aliento (2011). Es autor de las novelas En busca del unicornio (Premio Planeta 1987), El comedido hidalgo (Premio Ateneo de Sevilla 1991), Señorita (Premio de Novela Fernando Lara 1998), La mula (2003), Rey lobo (2009) y Últimas pasiones del caballero Almafiera (2011).
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