Lo que dejas como huella de tu paso por el mundo no es lo que has hecho, sino la fragancia que has desprendido en tus acciones.
La cuestión clave no es lo que haces sino el aroma que se desprende en eso que haces.
Cuando alguien se acerca a aspirar el olor de una flor tiende espontáneamente a cerrar los ojos. Tus palabras y acciones serán valiosas si quien las recibe siente una tendencia natural a cerrar los ojos para mirarse por dentro.
Un perfume es la explosión de una esencia. El aroma de tus acciones es el despliegue de tu ESENCIA. Lo que ERES es lo que da sabor a tu perfume. ¿De qué está hecho tu perfume?.
Cada cosa que haces tiene su aroma, cada acción que ejecutas derrama sobre el mundo una fragancia.
El amor es el ungüento sagrado que hace del jardín de tu vida un paraíso.
El olfato es nuestro sentido más ancestral. Los olores marcan territorios y dibujan simpatías o aversiones. Todo lo que quiebra tu armonía interna, todo lo que resquebraja la convivencia humana huele mal y sabe peor.
La pestilencia es el resultado de destilar nuestra propia inconsciencia.
Derrama tu mejor aroma, aunque ningún olfato esté próximo. Tú te habrás llenado, serás el primero en haberte colmado de lo que rebosa por los poros de cada uno de tus gestos y movimientos.
Nos impregnamos de lo que ofrecemos porque siempre nos perfumamos con la fragancia y el aroma de aquello que hemos entregado.
Jose María Toro
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