La Doctrina Social de la Iglesia es muy clara sobre los principios fundamentales que deben regir las inversiones. El respeto a la Ley natural, al bien común, a la familia y a la dignidad humana debe estar presente en todas las facetas de la vida, incluida nuestra relación con la economía, donde también tenemos la obligación moral de ser coherentes con nuestra fe.
Igual que no sería ético comprar una prenda de vestir sabiendo que se ha utilizado mano de obra infantil en su producción, tampoco lo sería invertir en una empresa que ejerce violencia contra la vida humana o que promueve valores no cristianos. Pero llega un momento en el que quizá no sea suficiente con limitarse a invertir solo en productos que cumplan este tipo de criterios éticos y descartar los que no los cumplen.Quizá haya llegado el momento de exigir.
En los últimos años, hemos sido testigos de la importancia que han adquirido en las empresas los criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo, motivado principalmente por la demanda de sus propios inversores. Hay que intentar cambiar las cosas desde dentro, ser parte del proceso de transformación. Como cliente del sector financiero, que recibe asesoría, está en su derecho y debe exigir un análisis ético de sus inversiones. Debe reclamar transparencia a su entidad bancaria, a su gestor, a su agencia de valores, a todos los implicados en la gestión de su patrimonio; es la única manera de saber si estamos financiando empresas que van contra nuestros principios.
Laudato si’ exhorta a “apostar por otro estilo de vida, que abra la posibilidad de ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder político, económico y social”. Es lo que sucede cuando las opciones de los consumidores logran “modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los modelos de producción”.
En Alveus siempre informamos a nuestros clientes sobre la base de unos criterios de evaluación ética:violencia hacia la vida humana, violaciones de los derechos de los trabajadores, participación en la industria pornográfica o armamentística, incitación al uso inmoderado de alcohol, tabaco, o al juego excesivo, abuso de los recursos naturales, fraude, lavado de dinero, corrupción, promoción de valores no cristianos y complicidad con gobiernos injustos. Lo correcto sería invertir en aquellas posiciones que respetan estos criterios, pero no significa que si su cartera muestra inversiones que los incumplen, deba salir inmediatamente de ellas. Aquí comienza su activismo ético. Antes de salir, exija cambios.
El papa emérito Benedicto XVI, en su encíclica ‘Caritas in veritate’ señala la necesidad de “no recurrir a la palabra ‘ética’ de una manera ideológicamente discriminatoria, dando a entender que no serían éticas las iniciativas no etiquetadas formalmente con esa cualificación, para que toda la economía y las finanzas sean éticas y lo sean no por una etiqueta externa, sino por el respeto de exigencias intrínsecas de su propia naturaleza”.
Como inversor, tiene la capacidad de transformar por dentro y ofrecer testimonio también a la hora de gestionar su patrimonio. En Alveus orientamos a nuestros clientes sobre la ética de sus inversiones, y mediante nuestro servicio de diagnóstico y auditoría, también a los que no lo son; para que las carteras sean éticas, independientemente de quién las gestione y para ayudarle a ser parte activa del cambio.
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