sábado, 23 de enero de 2021

DIARIO DE UN MONJE BENEDICTINO

 Esta mañana 13 de Enero de 2021, me levanté a las 6:00 de la mañana como de costumbre para velar en oración, su duración aproximada es de 45 minutos los domingos y los días de fiesta se prolonga hasta una hora. Finalizando las Vigilias , disponemos  de unos tres cuartos de hora para la lectio divina o la oración personal.

 

A las 7.30 / 8.00, en el momento del amanecer alabamos a Dios y su duración es de 30 minutos. Después del desayuno, disponemos libremente de media hora antes de la Misa Conventual. 

 

A las 9/11.30, constituimos la cumbre de la jornada monástica, en la que se celebra el “memorial” de la Pascua de Cristo. La Misa Conventual diaria es concelebrada y cantada íntegramente en gregoriano. Esto finaliza con el canto de Tercia a modo de acción de gracias a Dios y ofrecimiento de los trabajos de la jornada.

 

En la hora 10.15h mantengo un saludable equilibrio de espíritu y de cuerpo, y de desarrollar las distintas facultades que Dios me ha dado. Con el trabajo ayudo en las necesidades del monasterio y del prójimo. Durante la mañana me dedico a aquellos trabajos que me han sido asignados para utilidad del bien común.  Cada día sigo un ritmo específico marcado por cursos de espiritualidad, filosofía y teología, alternados con trabajos al servicio de la comunidad.

 

A las 13.15h hacemos una pausa de descanso en nuestros trabajos. Seguidamente hacemos el rezo del Ángelus y tenemos el almuerzo comunitario. Tomamos la comida en silencio, mientras se escucha una lectura. Después de la comida tenemos un tiempo libre disponible para descansar, leer o pasear disfrutando de nuestro bello paisaje. 

 

A las 15.30h, en el comienzo de la tarde, celebramos el oficio de Nona, que dura 15 min, y el tiempo que sigue lo dedicamos al trabajo y al estudio.

 

A las 17.00 h, hacemos la lectio divina. Esta consiste en una lectura reposada y orante de la Sagrada Escritura o de otras páginas significativas del cristianismo. Y luego a las 18.00 h a alabanza vespertina santifica el final del día. Damos gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante la jornada y nos unimos de modo especial al sacrificio vespertino de la Redención de Cristo. Su duración es de 30 minutos.

 

La cena, a las 20:00, transcurre como la comida del mediodía, en silencio y escuchando una lectura. Tras la cena tenemos un tiempo de esparcimiento todos juntos en familia.

 

A las 21:00 nos reunimos en la sala capitular para escuchar una lectura espiritual o alguna instrucción del P. Abad. A continuación nos dirigimos a la iglesia para cantar el último oficio del día: las Completas, y la jornada monástica queda “completada” y “cumplida”. Nuestra jornada ha concluido con el canto solemne de una antífona en honor de la Virgen María. Y así, con el gran silencio nocturno iniciamos el reposo necesario que nos permitirá a la mañana siguiente reemprender de nuevo con alegría la alabanza de Dios.

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