"No somos seres tristes, a nosotros también nos gusta festejar y pasárnoslo bien, pero con lo que no estamos de acuerdo es con la apropiación de estas fechas y la imposición de la tradición cristiana". Albert Riba, presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores de España y la asociación homónima de Cataluña.
Según el barómetro de octubre de 2018 del CIS –el último registrado–, se consideran católicos un 66,2 por ciento de los españoles, los no creyentes y/o ateos representan un 28,4 por ciento y aquellos que profesan otra religión suponen un 2,8 por ciento. ¿Cómo convive este cuarto de la población que se declara no creyente con el carácter religioso de estas fiestas?
En España, pese a declararse un Estado aconfesional, abundan los festivos de carácter religioso. Como explicamos en este artículo, el 25 de diciembre es festivo según lo establecido en el Estatuto de Trabajadores, mientras que el 6 de enero lo es en cumplimiento con un acuerdo con la Santa Sede suscrito en 1979.
Desde la asociación Europa Laica, su portavoz, Juanjo Picó, nos explica que ellos respetan "las celebraciones religiosas a título individual", pero rechazan "la invasión del espacio público de simbología confesional como la instalación de belenes en ayuntamientos".
El pasado 19 de diciembre, la diputada Silvia Valmaña, del Partido Popular, preguntó al Gobierno en la sesión de control en el Congreso si era partidario de respetar las tradiciones navideñas de los españoles en los espacios públicos. "La Navidad también es la expresión de la libertad religiosa de muchos españoles, que se hace a través de belenes y villancicos. (...) Esa libertad de religión no es comparable con la libertad de los que no profesan ninguna religión", afirmó la diputada popular.
Como respuesta, José Guirao, ministro de Cultura, invocó la aconfesionalidad del Estado. Juanjo Picó, portavoz de Europa Laica, se apoya en argumentos semejantes para rechazar argumentos como el de Silvia Valmaña: "Se intenta justificar como una tradición o un símbolo cultural, pero en realidad es una vulneración de los principios de aconfesionalidad del Estado".
En el mundo anglosajón, algunos ateos y agnósticos celebran la Newtonmas, una fiesta en honor al científico inglés Isaac Newton, nacido el 25 de diciembre de 1642, y de la que se habló en un capítulo de la serie The Big Bang Theory.
Aunque para Picó, "en España todavía no existe una madurez política para avanzar y que consiga que, poco a poco, estas festividades sean algo meramente laico", lo cierto es que instituciones públicas como el Ayuntamiento de Barcelonaya plantearon celebrar estas fechas en torno a una tradición más antigua que las Navidades cristianas, el solsticio de invierno, que se produce entre el 21 y 22 de diciembre.
La noche más larga del año simboliza la victoria del sol sobre la oscuridad –desde esa fecha los días comienzan de nuevo a crecer–, en el Imperio Romano se festejaba con el Festival del Sol Invicto.
Según el mencionado barómetro del CIS, el porcentaje de jóvenes no creyentes y/o ateos (de entre 18 y 34 años) supera a los que se identifican como católicos. Riba cree que las cosas cambiarán conforme vayan llegando las generaciones que no se han criado bajo ninguna fe.
"Hay que ir removiendo esos cimientos, pero no hay que quitar la fiesta. Podemos convertir estas tradiciones en algo adecuado para todos", dice el presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores de España. Y pone como ejemplo la cabalgata de las Reinas Magas que desde hace tres años recorre las calles de Valencia en enero y que pretende recuperar el espíritu de la Festa de la Infantesa (Fiesta de la Infancia), celebración laica que tenía lugar en esta ciudad en 1937 bajo el gobierno de la República.
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