Dios encarnado, el escándalo más grande del cristianismo:
La Navidad nos obliga a revisar ideas e imágenes que habitualmente tenemos de Dios, pero que nos impiden acercarnos a su verdadero rostro.
Lo imaginamos fuerte y poderoso, majestuoso y omnipotente, pero él se nos ofrece en la fragilidad de un niño débil…
Dios no se deja aprisionar en nuestros esquemas y moldes de pensamiento. Dios es imprevisible.
La Navidad nos recuerda que la presencia de Dios no responde siempre a nuestras expectativas.
Ahora sabemos que lo podemos encontrar en cualquier ser indefenso y débil.
Esta es la fe revolucionaria de la Navidad, el escándalo más grande del cristianismo.
El Dios cristiano no es un Dios desencarnado, lejano e inaccesible. Es un Dios encarnado, próximo, cercano.
José Antonio Pagola
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