martes, 18 de agosto de 2015

La princesa saudí que lucha por una mayor libertad para las mujeres de su país

Las limitaciones impuestas a las mujeres de Arabia Saudí afectan a todos los ámbitos de una vida adulta: sin el permiso de sus padres o maridos, no pueden estudiar, casarse o viajar. Su independencia también se ve lastrada cuando su objetivo es obtener un empleo y un salario. Como indican las estadísticas, suponen el 60% del alumnado universitario, pero solo el 13% del total de trabajadores que hay en el país. Sin embargo, algunos miembros de la sociedad saudí combaten esta situación e intentan buscar rendijas de libertad. Ejemplo de ello es la princesa Reema Bandar Al Saud, como recoge un reportaje publicado por el medio estadounidense «Fast Company». 
Reema tiene 40 años y vive en Riyad, la capital de Arabia Saudí. Karen Valby, enviada por «Fast Company», narra su visita a la princesa y describe el círculo que le rodea, formado por artistas, diseñadoras, galeristas y editoras. Muchas de ellas participan en el proyecto de esta mujer de la realeza, «10KSA», pensado para combatir el cáncer de mama. El ambiente coercitivo puede tener consecuencias incluso en la salud. En una sociedad como la saudí, hablar de ciertas enfermedades es un tema tabú. Las cifras lo muestran: un 60% de los casos de cáncer de mama son diagnosticados de forma tardía, frente al 30% en un país como Estados Unidos. 
Durante un acto de «10KSA», la periodista de «Fast Company» comprueba la fuerza de ese conservadurismo latente y se sorprende cuando charla con una joven estudiante de ingeniería, a la que pregunta sobre la prohibición de conducir, que le afecta: «Hay normas en la vida. Son por nuestro bien. Aquí las mujeres pueden pensar que están siendo maltratadas, pero no», responde la chica. 
Para Reema, la gran dificultad es luchar contra ese tipo de pensamiento conservador. Sin embargo, su estrategia se basa en la diplomacia y en la astucia, sin buscar una confrontación directa que no daría resultados. Combatir la falta de educación y dotar a las mujeres de conocimientos que aumenten su independencia es uno de sus propósitos principales: «Aquí no saben cómo llegar por sí mismas a un aeropuerto o reservar una habitación de hotel. Solo hace cinco años que las mujeres pueden abrir cuentas bancarias sin sus padres», apunta. Enfrentarse a estas limitaciones, considera, resulta básico para que las mujeres puedan obtener más protagonismo en una sociedad como la saudí.
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