Título: «Salmo de David, cuando mudó
su semblante (conducta) delante de Abimelec, y él lo echó, y se
fue». De este suceso que no refleja crédito alguno en la memoria de
David se nos da un relato en 1º Samuel 21. Aunque la gratitud del
Salmista le hizo registrar por escrito la bondad del Señor al
concederle una liberación inmerecida, sin embargo, él no elabora
ninguno de los incidentes de su escape en el relato, sino que insiste
sólo en el gran hecho de ser escuchado en la hora de peligro.
El Salmo 34
nos relata la experiencia de un hombre piadoso que aprendió a
bendecir al Señor en todo tiempo. Es fácil bendecir al Señor
cuando las circunstancias son favorables, pero sólo la fe que probó
su bondad y su fidelidad en los momentos difíciles puede bendecir al
Señor en todo tiempo. Si nos elevamos por encima de las
circunstancias, podremos alabar al Señor siempre.
En medio de estas circunstancias difíciles, el salmista no mostró un espíritu de orgullo y enojo contra sus oponentes. Tampoco intentó vengarse con sus propias fuerzas, sino que “buscaba a Jehová”. Él dejó todas estas cosas en las manos del Señor, y puso todas sus pruebas ante Él.
La feliz consecuencia de esta actitud la relata el mismo salmista: “(El Señor) me libró de todos mis temores”. El Señor le dio luz a su camino y lo preservó “de todas sus angustias”. Además de esto, el Señor le enseñó que, pese a la fuerte oposición de los hombres, él era protegido por poderes angélicos invisibles. Este humilde hombre fue librado por el Señor de «todos» sus temores y de «todas» sus angustias, por eso él podía bendecir al Señor en «todo» tiempo.
El salmista había experimentado la
bondad del Señor, por lo cual invita a sus hermanos a “gustar y
ver que es bueno Jehová”, y a comprender que el hombre que confía
en el Señor y camina en Su temor, recibe bendiciones. En el mundo
actual hallaremos muchas necesidades, pero el Señor nunca dejará de
suplirlas. El salmista buscó al Señor y fue bendecido por Él. Por
lo cual, le dirá a sus hermanos: “Los que buscan a Jehová no
tendrán falta de ningún bien”.
Nacho Padró
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