David
estaba embargado de tristeza cuando dijo a Abiatar (1 Sam. 22:22):
«Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu
padre», las cuales fueron ejecutadas por Saúl tras la malvada
información que le dio Doeg. En este salmo, David, Riñe a Doeg por
lo que ha hecho (v. 1). Le acusa (vv. 2-4). Pronuncia sentencia
contra El (v. 5). Predice el júbilo de los justos ante la ejecución
de la sentencia (vv. 6,7). Se consuela con la misericordia de Dios
(vv. 8, 9).
Versículos
1-5
David
arguye razonablemente con su orgulloso y malvado interlocutor (v. 1).
Doeg era, por su oficio, un potentado
(hebreo,
guibor
—el
mismo vocablo de Is. 9:6), pues era uno de los servidores más
encumbrados de Saúl. De esto se
jactaba, no
sólo del poder que tenía para hacer el mal, sino del mal que hacía
en virtud de tal poder, de ahí la significación de «tirano»
que
dicho vocablo comporta aquí. « Resulta incierto —dice el propio
M. Henry— (nota del traductor) cómo cuadran aquí las palabras que
siguen: «El
amor misericordioso (hebreo,
jesed) de
Dios dura siempre (lit.
todo
el día). »
La razón más probable es la que apunta el rabino Dr. Cohen: Dios
(hebreo, El)
es
el verdaderamente Fuerte, en comparación con el cual el poder del
mayor potentado es como nada. Sin embargo, no es de despreciar la
razón que M. Henry da como la más probable: «Dios está
continuamente haciendo el bien, y quienes le imitan tienen alguna
razón para gloriarse de ello; pero tú estás continuamente haciendo
el mal y siendo así tan poco semejante, y aun contrario, a El, te
jactas, sin embargo, en hacer el mal. »
Presenta
contra él un cargo muy grave en el tribunal del Cielo (vv. 2-4). Le
acusa de perversidad, tanto de lengua como de corazón. De cuatro
cosas le acusa: (A) Maldad. Su lengua maquina
destrucción (v.
2, lit.), pues no sólo punza como una aguja, sino que corta como
navaja afilada. (B)
Falsedad, pues obra el mal con lengua
engañosa (v.
4) y ama
la mentira (v.
3) y trama
engaños (v.
2b), al decir parte de verdad, pero no toda la verdad. No nos salvará
de la culpa de mentir el que podamos decir: «Había algo de verdad
en lo que dije», silo hacemos aparecer de muy distinta manera de
como era la cosa. (C) Mala voluntad, pues los engaños que trama su
lengua los maquina en realidad su malvado corazón. (D) Amor al
pecado (v. 3): «Amas
el mal más que el bien»; es
decir, «no amas el bien, sino el mal» (éste es el sentido de la
frase). Como diciendo: «Prefieres agradar a Saúl diciendo una
mentira, antes que a Dios hablando la verdad. » Son del espíritu de
Doeg quienes, en lugar de alegrarse por tener la oportunidad de hacer
un favor al prójimo, se alegran cuando hallan la ocasión de hacer
el mal a un semejante.
Le lee
la sentencia y le anuncia el castigo que va a recibir de Dios por su
iniquidad (v. 5): «Tú destruiste a los sacerdotes de Yahweh hasta
exterminarlos; por
tanto, Dios te destruirá para siempre. »
Doeg es condenado aquí (A) Al destierro: «Dios
te asolará y te arrancará de tu morada.» Justamente
era privado de los privilegios que comportaba vivir en el país del
pueblo escogido de Dios, por haberse portado tan cruel y bárbaramente
con los ministros de Dios. (B) A la destrucción: «Y
te desarraigará de la tierra de los vivientes.» Como
un árbol arrancado de cuajo del suelo en el que se había criado,
perecerá, en contraste con los justos de los que se habla a
continuación.
Versículos
6-9
David
se hallaba, al tiempo en que Doeg cometía su fechoría, presa de
tristeza e inquietud; con todo, le vemos aquí cantando victoria en
medio de la tribulación:
Por
la caída de Doeg. Los justos verán la caída de Doeg y podrán
hablar de los justos juicios de Dios: Verán
y temerán (v.
6); es decir, reverenciarán la justicia de Dios. Se
reirán de Doeg,
no con la risa de los necios, sino semejante a la de Aquél
que está sentado en el Cielo (2:4).
El malvado aparecerá en ridículo por la necedad de su pecado (v.
7): «He
aquí el hombre que no hizo de Dios su fortín »
(lit.). Lo que causó la ruina de Doeg fue: (A) Que no edificó sobre
roca: No
hizo de Dios su fortín o
refugio. Miserablemente se engañan quienes piensan que pueden
apoyarse en su poder y en sus riquezas sin Dios y sin religión. (B)
Que edificó sobre arena. Pensaba que sus riquezas no corrían
peligro de perderse: «Sino
que confió en la multitud de sus riquezas.»
Por su
propia estabilidad y firmeza (vv. 8, 9). «Este potentado—viene a
decir David— ha sido arrancado de cuajo, pero
yo estoy como olivo verde, bien
plantado y arraigado, firme y floreciente (comp. 1:3); él ha sido
arrancado de su morada (v. 5), pero yo estoy en
la casa de Dios (v.
8).» ¿Qué hemos de hacer para ser como olivos verdes? (A) Hemos de
vivir una vida de fe y santa confianza en Dios y en su gracia (v.
8b): En
la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre. (B)
Hemos de vivir una vida de gratitud y gozo en el Señor (v. 9): «Te
alabaré eternamente por lo que has hecho, pues
me has cumplido tu promesa. » (C) Hemos de vivir una vida de
expectación y humilde dependencia de Dios (v. 9b): «Esperaré
en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos. »
La actitud de aguardar
pacientemente
en lo futuro, cuando hemos experimentado con frecuencia la bondad de
Dios en el pasado, ha de ser mantenida en la presencia de los fieles
devotos (hebreo, jasidim)
y
percibida por ellos, aunque también debería ser percibida, para
mayor testimonio, por los que no son
Nacho Padró