Sin embargo, en el año 1282 el rey Enrique de Chipre acordó una tregua con el nuevo sultán, Qalaun, que favoreció mucho los intercambios comerciales entre cristianos y musulmanes en el puerto de Acre. Pero esta situación cambió con la llegada, en 1290, de un grupo de cruzados procedentes de Italia. El rumor de que un musulmán había seducido a una dama cristiana hizo que aquéllos se precipitaran por las calles de la ciudad asesinando a todo individuo que llevara barba , en la convicción de que ésta era un signo exclusivo de los musulmanes. Los caballeros de Acre, horrorizados, pudieron rescatar a algunos musulmanes y cristianos y arrestar a los cabecillas de la revuelta. Qalaun, al tener noticia de lo sucedido, exigió que se le entregara a los responsables. Cuando los cruzados de Acre se negaron a ello, decidió que había llegado el momento de acabar con la presencia cristiana en el Levante y encomendó a su hijo al-Ashraf Khalil que comenzara los preparativos para tomar la ciudad.
Los posibles aliados. Puerta de la fortaleza de Alepo. En 1280, los mamelucos perdieron esta ciudad siria a manos de los mongoles, a quienes los cristianos de Acre pensaron en pedir ayuda.
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El ejército mameluco llegó a las puertas de Acre el 6 de abril de 1291. Al-Ashraf, que se había convertido en sultán tras la muerte de su padre, logró reunir para esta campaña un gran número de máquinas de guerra, entre ellas un gigantesco mangonel (un tipo de catapulta), traído sobre cien carros desde la fortaleza del Krak de los Caballeros y que tardó más de un mes en llegar. Nunca se habían visto concentradas tantas catapultas e ingenios bélicos en el campo de batalla. Con ellos, el ejército mameluco esperaba abrir brechas en la doble muralla de la ciudad y utilizar luego su superioridad numérica para aplastar a los defensores. La población de Acre oscilaba entre treinta y cuarenta mil habitantes , mientras que los atacantes, en una estimación quizás un tanto exagerada, disponían de más de doscientos mil soldados.
PRIMEROS COMBATES El asedio se desarrolló en los meses de abril y mayo de 1291, y fue mas largo de lo que el confiado sultán pensaba, debido a que los cristianos dominaban el mar y recibían alimentos y tropas de la cercana isla de Chipre. Pese a ello, los sitiados eran conscientes de que no tenían los soldados necesarios para defender las murallas contra unas fuerzas muy superiores en número. Las encarnizadas escenas bélicas que se sucedieron durante esas largas semanas marcaron la memoria de los hechos, en particular por el brillante relato que nos dejó el cronista cristiano conocido por el nombre de Templario de Tiro .
Las tropas de los mamelucos. El sultán al-Ashraf quizá desplegó en torno a Acre más de doscientos mil combatientes. Arriba, casco mameluco de hierro, del siglo XV, damasquinado en plata con motivos caligráficos.
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Los cristianos efectuaron al principio varias salidas contra el campamento enemigo. Durante la noche del 15 de abril, los templarios , al grito de Montés a chevau! («Montad a caballo»), hicieron una primera salida desde la puerta de San Antonio; en la siguiente ocasión fueron los hospitalarios quienes atacaron el campamento mameluco. En ambos casos, las acometidas cristianas tuvieron un pobre resultado , que no compensaba la pérdida de defensores de la ciudad, por lo que se decidió suspender las salidas.
Acre fue la última fortaleza del reino de Jerusalén. Sobre estas líneas una imagen del puerto actual, cuyas murallas fueron modernizadas en el siglo XIX.
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La situación se fue volviendo desesperada para los habitantes de Acre. El número de defensores se reducía cada vez más, mientras que los atacantes no dejaban de arrojar piedras y fuego con sus catapultas . Sin embargo, el 4 de mayo gozaron de un respiro: cuando estaba a punto de cumplirse un mes del inicio del sitio, Enrique de Lusignan , que regentaba el título de rey de Jerusalén, llegó procedente de Famagusta (Chipre) al frente de cuarenta barcos, un centenar de caballeros y dos mil infantes. El desembarco alentó las esperanzas de los sitiados, aunque pronto se hizo evidente que para salvar la ciudad serían necesarias varias expediciones como esa –que no se podrían organizar–. Poco a poco se comenzó a pensar que Acre estaba definitivamente perdida para los cristianos.
EL ATAQUE A LA TORRE MALDITA
En la ciudad cundía el desaliento, y los cruzados intentaron llegar a un acuerdo diplomático con el sultán mameluco. El caballero templario Guillermo de Cafranc y uno de sus compañeros se ofrecieron para la embajada. Al-Ashraf los recibió a las afueras de la ciudad, cerca de la puerta del Legado; sin dejarles decir palabra, les preguntó secamente si traían las llaves de Acre. A continuación les sugirió que sólo le interesaban la ciudad y sus fortalezas y que dejaría libres a sus moradores si se rendían . En medio de la conversación, una piedra arrojada desde una catapulta de las murallas cayó muy cerca del sultán. Al-Ashraf, furioso, exclamó: «¡Ah! ¡Cerdos asquerosos! ¿Quién me va a impedir cortaros la cabeza?», y a continuación desenvainó la espada, pero el emir Shukhai le contuvo, rogándole que no se manchase con sangre de cerdos. La embajada había fracasado , y el asedio prosiguió con redoblado vigor.
Krak de los Caballeros. Esta colosal fortaleza fue levantada por los caballeros Hospitalarios en tierras de la actual Siria, y permaneció en manos cristianas hasta su conquista por el sultán mameluco Baybars en el año 1271. Dos décadas más tarde fue una de las bases desde las que el sultán al-Ashraf lanzó el ataque definitivo sobre Acre.
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El 15 de mayo se derrumbaba una parte de la muralla con gran estruendo. Los mamelucos que estaban enfrente concentraron su ataque en la puerta de San Antonio , custodiada por los caballeros templarios y hospitalarios; entre estos últimos se distinguió el mariscal Mateo de Clermont. Tan valerosa defensa fue uno de los últimos hechos heroicos de los sitiados. La mañana del viernes 18 de mayo, el sultán ordenó el asalto general. El ataque se lanzó a lo largo de la muralla, desde la puerta de San Antonio hasta la torre del Patriarca, junto a la bahía. Con todo, el esfuerzo principal mameluco se concentró sobre la Tor Maudite (la torre Maldita), allí donde la muralla formaba un ángulo. Era el asalto definitivo.
El sultán comprometió en él todos sus hombres y máquinas. Catapultas, mandrones y arqueros lanzaban todo tipo de proyectiles sobre la ciudad , mientras los regimientos de infantería se precipitaban contra las defensas, conducidos por emires con turbantes blancos. Los asaltantes lanzaban sus gritos de guerra, enardecidos por las trompetas, címbalos y tambores que tocaban trescientos hombres montados en camellos.
Los mamelucos consiguieron abrir una brecha en la torre Maldita . Los caballeros sirios y chipriotas que la defendían se retiraron en dirección oeste, hacia la puerta de San Antonio. Allí se encontraron con los templarios y hospitalarios, que luchaban codo con codo en la defensa de la puerta. La situación era cada vez más desesperada. Tras la caída de la torre Maldita, los mamelucos tomaron la puerta de San Nicolás . El ejército del sultán penetró en la ciudad, y la lucha se trasladó a sus calles. Acre estaba irremediablemente perdida.
LA HUIDA DE LOS CRISTIANOS Guillermo de Beaujeau, el gran maestre templario , cayó herido mortalmente en un desesperado contraataque para recuperar la torre Maldita. Sus compañeros lo llevaron al edificio del Temple, donde falleció. El hospitalario Mateo de Clermont, que se hallaba con él en el momento en que expiró, regresó a la batalla y allí encontró el fin. Mientras tanto, un rumor se extendió por la ciudad y desanimó aún más a los defensores: el rey Enrique de Lusignan había embarcado en dirección a Chipre . Más tarde, algunos cronistas le acusarían de cobardía por desertar de la ciudad.
En el sector oriental, Juan de Grailly fue herido, mientras que Otón de Grandson reunió a todos los caballeros que pudo y los embarcó en las naves venecianas fondeadas cerca del Arsenal. Desde los barcos, De Grandson pudo comprobar la espantosa confusión que reinaba en los muelles. Mujeres, niños y ancianos se apiñaban en los botes de remos en un intento desesperado de ganar las galeras fondeadas cerca de la costa. En un acto de insensata piedad, el patriarca Nicolás de Hanapé permitió subir a su pequeño esquife a una gran cantidad de refugiados, hasta el punto que el barco se hundió por exceso de peso y acabaron muriendo todos.
Un triste destino. Los mamelucos hicieron tantos cautivos en Acre, que su precio cayó. En el mercado de esclavos de Damasco (cuya gran mezquita vemos aquí) el precio de una joven bajó a un dracma.
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Sucesos de este tipo fueron muy habituales a lo largo de la confusa jornada del 18 de mayo de 1291, donde las historias de heroísmo abundaron tanto como las de quienes aprovecharon la situación en beneficio propio. El caso más notable de estos últimos fue el del antiguo caballero templario Roger de Flor , que se hizo con una galera en la queescapó junto con muchas damas nobles de Acre; con el dinero que sacó a éstas, Roger cimentó la enorme fortuna que le permitiría alcanzar un puesto de privilegio en la corte del rey de Aragón.
Al caer la noche del 18 de mayo, Acre estaba en manos mamelucas . Al saqueo de las casas comerciales en los barrios genovés, veneciano o pisano se unió el de las iglesias de San Andrés y otras. Los muertos se apiñaban en las calles. El sultán creyó que era el fin de la Acre cristiana.
EL ÚLTIMO BALUARTE CRISTIANO Al-Ashraf se equivocaba. En la confusión de aquella noche, muchos caballeros templarios y «la mayor parte de la gente, hombres, mujeres y niños, se refugió en el Templo , y eran más de diez mil personas». Quizá no fueron diez mil como afirma el Templario de Tiro, pero sí fue una gran muchedumbre la que buscó refugio en la gran fortaleza que los templarios tenían en el extremo suroeste de la ciudad . Sus enormes murallas, que cien años antes habían rechazado las acometidas del célebre Saladino, volvían ahora a repeler los ataques del ejército mameluco. Muchas galeras que habían llevado refugiados a Chipre regresaron para ayudar en la defensa de este último bastión . A ellas acudieron algunos caballeros que quisieron compartir con los templarios un fin heroico.
Dinar de oro del sultán Al-Ashraf acuñado en Egipto hacia 1280.
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Los templarios resistieron diez días , hasta que el mariscal de la orden del Temple, Pedro de Sevrey, se dirigió a al-Ashraf, quien le ofreció la posibilidad de embarcarse rumbo a Chipre con todos los que se hallaban allí y con sus bienes si rendían la fortaleza. El mariscal, que era un mout proudome bourgonon (gentilhombre borgoñón), aceptó las condiciones y admitió en la fortaleza a un emir y cien mamelucos para que vigilasen los preparativos. Se produjo entonces un incidente confuso en el que las noticias no coinciden. Los cronistas cristianos señalan que algunos mamelucos violaron a mujeres y muchachos cristianos, lo que motivó una respuesta sangrienta por parte de los caballeros templarios, que mataron a los mamelucos y arriaron su bandera. La confusión de aquella noche permitió que De Sevrey enviara por barco al castillo de Sidón al tesorero de la Orden con el tesoro y el archivo templarios . Tesoro y archivo que aún no han sido encontrados.
Barco cruzado en Tierra Santa, Cantigas de Santa María, siglo XIII, Biblioteca de el Escorial.
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A la mañana siguiente, Pedro de Sevrey acudió con algunos caballeros templarios a la tienda de al-Ashraf para discutir las condiciones de la rendición final. Nada más llegar a la tienda todos fueron apresados, atados y degollados . Cuando los defensores de las murallas vieron lo que había sucedido, cerraron la puerta de la fortaleza y decidieron luchar hasta la muerte. El 28 de mayo, los zapadores mamelucos consiguieron desmoronar toda la parte de la fortaleza orientada a tierra firme . Al-Ashraf ordenó entonces a dos mil mamelucos cargar sobre la brecha creada por los zapadores. El peso fue excesivo. Mientras los mamelucos luchaban para abrirse paso, el edificio se desmoronó completamente, matando por igual a defensores y asaltantes.
Con este poco heroico suceso terminó el asedio y la toma de Acre por los mamelucos, o, como escribe gráficamente el Templario de Tiro, «ensi fu prise et delivre la dite sité d’Acre» (así fue tomada y destruida la dicha ciudad de Acre). Días después, Tortosa, Sidón y el famoso enclave templario conocido como castillo Peregrino caían en manos de al-Ashraf. Así se ponía fin a la aventura de los cruzados en Tierra Santa, que había empezado un ya lejano 15 de julio de 1099 con la sangrienta conquista de Jerusalén .
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