Junto con Roma y Jerusalén, Santiago de Compostela es uno de los centros espirituales de peregrinación más importantes del mundo cristiano.
Desde el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago, hacia el año 830, miles de peregrinos han recorrido el Camino para visitar la Tumba de Santiago el Mayor en su Catedral.
Según recientes investigaciones, el Año Santo Jacobeo fue establecido en el siglo XV, a imitación del de Roma, y corresponde con los años en los que el 25 de julio, festividad del martirio de Santiago, cae en domingo.
A lo largo de los siglos se han ido configurando una serie de elementos que sirven para identificar el Año Santo compostelano.
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El Jubileo
En Año Santo, los peregrinos que lleguen a Compostela pueden obtener la indulgencia plenaria, que supone la remisión total de la pena temporal por los pecados, lo que se conoce como “ganar el Jubileo”. Para ello, los peregrinos deberán cumplir, necesariamente, los siguientes preceptos:
Visitar la tumba del apóstol en la Catedral y rezar alguna oración.
Recibir la absolución participando en el sacramento de la confesión (ya sea en la Catedral o en cualquier otro lugar quince días antes o después de la visita).
Recibir el sacramento de la eucaristía (ya sea en la Catedral o en cualquier otro lugar quince días antes o después de la visita al santuario jacobeo).
La Puerta Santa
Situada en la girola de la Catedral, hoy en día está formada por una puerta de bronce de dos hojas, en la que se representan, en relieves, diversos pasajes de la tradición jacobea y de la vida de Santiago.
La Puerta Santa se abre exclusivamente durante el Año Santo. A ella se accede desde la parte inferior de la Plaza de la Quintana, también denominada Quintana de Mortos. Allí se localizaba hasta 1870 el cementerio de la ciudad –en contraposición con la parte superior de la plaza, la Quintana de Vivos–.
Ambas se comunican a través de unas escaleras monumentales que forman parte del urbanismo barroco de la ciudad, al igual que la fachada oriental de la catedral, tras la que se ocultan los ábsides románicos de las capillas de la girola.
En esta obra barroca también se realizó la fachada exterior de la Puerta Santa, en la que las imágenes de Santiago peregrino y de sus discípulos, Atanasio y Teodoro, se acompañan de personajes bíblicos procedentes del coro románico en piedra del maestro Mateo.
La apertura de la Puerta Santa se realiza el 31 de diciembre previo al Año Santo, a media tarde, en una ceremonia solemne que conlleva la realización de una procesión, encabezada por el prelado compostelano.
El momento culminante tiene lugar cuando el arzobispo golpea tres veces con un martillo ceremonial y se abre la puerta. Esta permanecerá abierta hasta el siguiente 31 de diciembre, en el que otra procesión dará por clausurado el Año Santo y se cerrará.
Aunque el origen de la actual Puerta Santa no está perfectamente definido, es muy probable que date de los primeros años del siglo XVI, promovida por el arzobispo Alonso III de Fonseca, a la manera de la Puerta Santa del Vaticano.
La Luz del Peregrino
El tradicional carácter marinero de Galicia ha hecho que, desde hace siglos, la región cuente con multitud de faros cuya luz guiaba a los marineros evitando que los barcos se acercasen a los peligrosos acantilados rocosos de sus costas.
Análogamente, y con un sentido eminentemente simbólico, al iluminar a los peregrinos al final del Camino, donde iniciarán una vida renovada, la Catedral compostelana se enciende durante el Año Santo con una luz situada en lo alto de la Torre del Reloj, un faro que se puede ver a varios kilómetros de distancia.
Esta linterna forma parte de la reformulación barroca de la torre, dirigida por el arquitecto Domingo de Andrade y concluida en 1680.
El botafumeiro
El botafumeiro de la Catedral de Santiago es un incensario de gran tamaño que recorre las naves del transepto y que se ha convertido en una de las señas de identidad de la sede apostólica.
En su origen tenía un carácter eminentemente ceremonial, pues su misión era la de solemnizar la procesión de las reliquias por el interior de la catedral en los principales oficios, esparciendo, de este modo, un característico olor a incienso que, además, perfumaba y purificaba el aire en el templo. Por este motivo, tradicionalmente se le ha atribuido un carácter higienizante, aunque no esté en ello su razón de ser.
A lo largo de la historia ha habido diversos botafumeiros. El actual data de 1851, es obra del platero compostelano José Losada y está hecho de latón plateado. También existe una copia en plata, que se utiliza a veces en sustitución del primero, y que es una ofrenda de peregrinación del ejército español. El botafumeiro mide unos 150 centímetros de altura y pesa unos 50 kilogramos, si bien las leyes de la física hacen que con su movimiento multiplique su peso.
Para hacer “bailar” el botafumeiro, se ata una cuerda con tres grandes nudos y se aprovecha un sistema de poleas situado en lo alto del cimborrio, ideado en el siglo XVI por Juan Bautista Celma.
Ocho tiraboleiros se encargan de moverlo tirando de la cuerda de forma acompasada, de manera que en un minuto y medio alcanza una velocidad de unos 69 kilómetros por hora recorriendo de extremo a extremo las naves del transepto hasta casi tocar con las bóvedas.
Aunque es posible que ya existiese con anterioridad, la primera mención documental conservada sobre el botafumeiro de la catedral es una nota marginal donde se le llama turibulo argenteo, añadida en el siglo XIV-XV a una de las páginas del Códice Calixtino. Este manuscrito del siglo XII conservado en la catedral compila diversos aspectosrelacionados con la tradición jacobea y el Camino en honor de Santiago.
Hay diversas anécdotas relacionadas con el botafumeiro, entre ellas, un percance que tuvo lugar en 1499 cuando salió disparado por una de las ventadas de la fachada de Platerías en presencia de la infanta Catalina de Aragón (la quinta y última hija de los Reyes Católicos), cuando ésta peregrinó a Compostela como parte de su viaje a Inglaterra para casarse con el Príncipe de Gales.
El ceremonial compostelano establece el funcionamiento del botafumeiro al final de la procesión de las reliquias por las naves de la catedral en determinadas fiestas señaladas de la Iglesia.
No obstante, el renovado auge del Camino de Santiago ha traído consigo un notable incremento de las peregrinaciones y también se puede ver como signo de acción de gracias y alabanza al final de las celebraciones, concretamente con ocasión de peregrinaciones –por lo que es posible que funcione en varios momentos el mismo día– o durante actos litúrgicos diocesanos de especial relevancia y significación.
Cualquier fecha es adecuada para realizar la peregrinación. Si desea hacerla durante un Año Santo, recuerde que los próximos serán en 2027 y 2032. Sea cuando sea, ¡buen Camino!
Este artículo se ha escrito en colaboración con Daniel Lorenzo Santos, director de la Fundación Catedral.
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