Manos Unidas acude de nuevo a la cita de febrero con la Campaña Contra el Hambre. Nos invita a la oración, el ayuno y la limosna, y nos dispone así para la próxima Cuaresma.
Este año nos propone como lema ‘Frenar la desigualdad está en tus manos’, una desigualdad que brota del empobrecimiento injustamente causado por las reglas del juego de la economía mundial, a las que se suman corrupciones locales, desastres naturales, enfermedades etc.
El signo más visible del empobrecimiento es el hambre, un resumen de injusticias, y la organización Manos Unidas, surgida de las mujeres de Acción Católica, nos vuelve a llamar a la acción. La permanente referencia de la acción de esta organización católica es la dignidad humana y el bien común, claves de la de la Doctrina Social de la Iglesia. Frenar la desigualdad para combatir el hambre pasa por ayudas inmediatas urgentes, pero su horizonte más importante es lograr un trabajo digno para vencer el hambre y la pobreza. La desigualdad laboral es extraordinaria en nuestro mundo, especialmente, en el Sur global y desde ahí, la pobreza y el hambre no cesan.
En su diálogo con la sociedad Manos Unidas quiere situarse en la propuesta global llamada Agenda 2030. Ésta se propone el fin de la pobreza y del hambre en todo el Mundo de aquí a 2030. Sabemos bien que esta agenda es ambigua pues parte de una concepción de la persona reducida a individuo, por lo que muchas veces se pone en suspenso su dignidad en aras al cumplimiento de los objetivos.
Por eso, es muy importante que los católicos aportemos la mirada de la Doctrina Social de la Iglesia. Por ejemplo, digamos con el papa Francisco en Laudato si’ 158: En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas iniquidades y cada vez son más las personas descartables privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en una llamada a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres. Esta opción implica sacar las consecuencias del destino común de los bienes de la tierra, pero, como he intentado expresar en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, exige contemplar ante todo la inmensa dignidad del pobre a la luz de las más hondas convicciones creyentes. Basta mirar la realidad para entender que esta opción es hoy una exigencia ética fundamental para la realización efectiva del bien común”.
Los empobrecidos, a los que a través de Manos Unidas queremos ayudar, precisan nuestra ayuda económica, pero sobre todo un ejercicio permanente de caridad social y política que implica la entrega de tiempo, la ofrenda de la vida. Manos Unidas en Valladolid necesita personas. Así, pues, hermanos y amigos de la Iglesia en Valladolid y de la sociedad vallisoletana os invito a participar activamente en Manos Unidas para frenar así la injusta desigualdad y promover la dignidad de la persona y el bien común en toda la familia humana.
Nuestro horizonte no es el 2030, sino preparar el camino al Señor, sembrando en la historia gérmenes y diseños del Reino que anunciamos, edificamos y esperamos.
+ Luis Argüello
Arzobispo de Valladolid
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