miércoles, 28 de septiembre de 2022

Las obras de Via Laietana sacan a la luz restos de un convento ‘viajero’

 Las obras de reforma de Via Laietana han destapado restos arqueológicos de uno de los conventos más ‘viajeros’ de Barcelona. Se trata del monasterio de Santa Maria de Jonqueres, que da nombre a esta pequeña calle que conecta la avenida con la plaza Urquinaona. Fue precisamente la construcción de la Via Laietana a mediados del siglo XIX lo que desterró de Ciutat Vella este edificio, que se trasladó piedra a piedra al joven Eixample. Hoy lo conocemos como iglesia de la Concepció y puede visitarse su hermoso claustro en la calle Aragó con Roger de Llúria.Los vestigios son visibles a simple vista, en una zanja abierta y separada del resto de calzada por pilonas de plástico blancas y rojas. El Servicio de Arqueología de Barcelona ya está haciendo seguimiento del hallazgo, confirman fuentes municipales, que detallan que se trata de cimentaciones y canalizaciones del desaparecido recinto religioso. Desmienten que sean restos de la muralla medieval de Barcelona, como se ha especulado en Twitter este martes por la mañana.

Sin embargo, sí se confirma que los restos no forman parte del futuro paisaje de la Via Laietana pacificada. Los arquitectos municipales hacen seguimiento de la obra y  “Se excavan, se documentan, y cuando tenemos la autorización de la Dirección general de Patrimonio cultural de la Generalitat, se desmontan”, indican fuentes municipales a este medio. El regidor Jordi Martí, de Junts per Catalunya, ha anunciado en un tuit que su grupo ha registrado ya una batería de preguntas dirigidas a la alcaldesa Ada Colau para conocer el destino exacto de los restos.

Un convento muy movido

Santa Maria de Jonqueres tuvo domicilio en esta calle del corazón de Barcelona desde el siglo XIII hasta el XIX, aunque la procedencia de esta congregación se remonta al 1214 entre los actuales municipios de Sabadell y Terrassa. Se establecieron en la capital catalana en 1293 y eran una rama femenina del orden leonés de Santiago. Con la invasión napoleónica la congregación de monjas se disolvió (1810) y el recinto pasó a ser un hospital militar, una cárcel y una caserna. En 1867 recuperó el uso sacro como parroquia, ya dedicada a la Concepción. Solo dos años más tarde, por orden gubernamental, recibió sentencia de derribo para dejar vía libre a la nueva arteria.

El rector movió cielo y tierra, nunca mejor dicho, para salvar su parroquia. Y finalmente logró permiso para instalarla en un campo del Eixample, cuando Barcelona justo empezaba a urbanizar el llano extramuros. Plano en mano y piedra a piedra, el antiguo monasterio y su claustro viajaron hasta su actual ubicación de la mano del arquitecto Jeroni Granell. La mudanza se completó en 1888 y una década después se le añadió un campanario que tampoco era de primera mano, sino procedente de la derruida iglesia de Sant Miquel. 

No todo se salvó de Jonqueres, claro: el huerto monástico tenía una esbelta palmera que daba personalidad a la difuminada plaza Jonqueras. La inmortalizó Jacint Verdaguer en sus versos y puede verse en las fotografías de la época, pero de ella no queda rastro alguno en la Barcelona actual. Ni en la Via Laietana pacificada que está a punto de nacer

Los trabajos que se están realizando en la calzada de la calle de Jonqueres han dejado al descubierto algunos restos de Santa Maria de Jonqueres, un antiguo monasterio de monjas que estaba situado en este punto de la ciudad.

/ALVARO MONGE

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