Según explica Juan Yadeun Angulo, incluso es muy posible que, por lo menos, parte de los restos incinerados hubieran sido usados para elaborar las bolas de hule que se empleaban en las canchas de Juego de Pelota que se extendían a lo largo de todo el territorio maya y que simbolizaban el camino eclíptico (la eclíptica es la línea curva por donde "transcurre" el Sol alrededor de la Tierra, en su "movimiento aparente" visto desde la Tierra) por donde transitan el Sol y los astros, convirtiendo el universo en un espacio de guerra, muerte y poder.
UN MÁGICO RITUAL DE CREMACIÓN Los arqueólogos descubrieron en 2020 esta singular cripta bajo el templo del Sol, que se ha convertido en un ejemplo único en la zona. Tras un estudio pormenorizado, en ella (un espacio cuya construcción se ha datado entre los siglos VII y VIII) se localizaron 400 vasijas que contenían cenizas, carbón, goma y raíces. Yadeun Angulo cuenta que durante los trabajos de exploración en el templo se halló una losa de piedra, de unos 90 x 60 centímetros, decorada con la representación de un cautivo atado, que tapaba la entrada a la cripta, y que fue trasladada para su conservación al museo del sitio arqueológico.
Tras un estudio pormenorizado, en la cripta se localizaron 400 vasijas que contenían cenizas, carbón, goma y raíces.
Arqueólogos retirando la losa de piedra que representa a un cautivo y que tapaba la entrada de la cripta.
Foto: INAH / Mauricio Marat
Losa de piedra que representa a un cautivo, descubierta en Toniná.
Foto: INAH / Mauricio Marat
Para llegar hasta la cripta, los arqueólogos tuvieron que atravesar una especie de laberinto compuesto por una serie de pequeñas bóvedas y habitaciones que estaban conectadas mediante unas escalinatas que terminaban en una antecámara (de 1,34 x 1,64 metros y de 1,34 metros de altura) y una cripta (de 1,34 x 1,34 metros y de 1,10 metros de altura) a ocho metros de profundidad en el interior de la pirámide. Así, tras dos años de investigaciones, Juan Yadeun Angulo está convencido de que en aquella cámara "se convertía a los gobernantes y otros personajes del reino maya de Po’p no sólo en dioses, sino en estrellas , para formar parte, por ejemplo, de las bolas de hule usadas en el juego de pelota (el espacio simbólico donde transitan y se enfrentan los astros)", señala el arqueólogo.
Finalmente, según Yadeun Angulo, es muy interesante resaltar que en una cancha de Juego de Pelota encontrada en las cercanías destacan tres aros o marcadores que podrían estar dedicados a tres gobernantes de Toniná : Wak Chan Káhk', Aj Kololte' y la señora Káwiil Kaan, cuyos cuerpos habrían sido llevados hasta la cripta donde seguramente fueron incinerados pasados 260 días, cumplido un ciclo del calendario ritual para su transmutación. "Es aleccionador saber que los mayas buscaran que el cuerpo de sus gobernantes se convirtiera en una fuerza viva, en algo que estimulara a su pueblo. Este vaso comunicante hacía renacer la vida, encarnada en el maíz, cuyo ciclo, entre cosecha y siembra, comprende 260 días, periodo ritual que cumplía el cadáver de los dignatarios en la 'cueva de la muerte'", señala Yadeun Angulo.
EL CUERPO HUMANO COMO FUERZA ESPIRITUAL El análisis del interior de los 400 recipientes descubiertos en la cripta bajo el templo del Sol indica un alto contenido en azufre , el tercer mineral más abundante en el cuerpo humano, y que, según el investigador, era uno de los materiales utilizados para la confección de las bolas de hule empleadas en el ritual del Juego de Pelota (en un proceso llamado "vulcanización del caucho"). Y es que, como explica el arqueólogo, a diferencia de otros pueblos, como los egipcios, que preservaban el cuerpo mediante la momificación, en Mesoamérica los restos humanos se incineraban, aunque no hasta quedar reducidos a cenizas ya que creían que algunas partes del cuerpo contenían un poder particular al relacionarse con ciertas deidades. Por ejemplo, con los restos se podían formar bultos funerarios , unas reliquias que la dinastía de una ciudad conservaba y podía llevarse consigo si por cualquier motivo tenía que abandonar el lugar.
El azufre, el tercer mineral más abundante en el cuerpo humano, era utilizado para la confección de las bolas de hule empleadas en el ritual del Juego de Pelota.
Vista de la entrada norte de la cripta bajo el templo del Sol, en Toniná.
Foto: INAH / Mauricio Marat
Estancia donde se encontraron las urnas con los restos de los gobernantes incinerados.
Foto: INAH / Mauricio Marat
Pero no ha sido este el único hallazgo realizado por los arqueólogos en Toniná. A poca distancia de esta cripta , al este del templo del Sol, el equipo descubrió también una segunda tumba, la cual se ha fechado hacia el año 500 d.C., que desemboca en una amplia cámara que probablemente podría haber alojado los restos de algunos gobernantes más antiguos, aunque, en este caso, no se han hallado los restos incinerados de estos ni vestigios de otros rituales, aunque sí pudo reconocerse un fragmento de la boca del Monstruo de la Tierra, de donde surge una tortuga. Según Yauden Angulo, esta tumba debió de ser saqueada entre los siglos XIX y XX . "Tales descubrimientos en Toniná brindan una idea más acertada de lo interesante y compleja que era la religión maya, dentro de la cosmovisión mesoamericana, y cómo el conocimiento de este proceso de transformación del cuerpo es fundamental para comprender a esta antigua sociedad, ya que lo planeado para sus señores, era el destino pensado para el pueblo mismo", concluye el investigador.
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