BARCELONA.- Insultos, amenazas, grafitis, ataques verbales, violencia física, ciberodio, desprecio, rumores, intolerancia… Son las diferentes formas bajo las que se expresa la islamofobia. Cuando los atentados del Daesh llegan a suelo europeo, como París o Bruselas, aumenta esta forma de racismo sobre esta población. Tienen que soportar constantes ataques que, de forma interesada, se distribuyen cada vez más, sobre todo por las redes sociales.
Para David Karvala, coordinador del libro Combatir la islamofobia, una guía antirracista, el origen de esta corriente parte de una premisa histórica: “Por un lado, el fracaso de la izquierda tradicional en esa región dejó un vacío que ocuparon movimientos inspirados en el islam. Éstos son muy diversos, pero la izquierda no ha sabido entenderlos, ni reaccionar de manera sensata”.
Según Karvala, la caída del muro de Berlín, de la URSS, y el declive de la izquierda tradicional hicieron que la oposición al imperialismo en Oriente Medio se expresase cada vez más en términos del islam político. “Así que a partir de los años 90, la derecha y los Estados de Occidente empezaron a responder ante esta oposición con discursos islamófobos. En una muestra de hipocresía, la derecha adoptó los argumentos de la izquierda islamófoba, como la defensa de las mujeres o de la laicidad”, relata el autor.
Por eso, con este libro y con la campaña Stop Islamofobia pretenden frenar estos actos y, además, mediar y solucionar los problemas sociales que se generan. Desde otros colectivos y asociaciones o desde el mundo docente también se intenta atajar cada día el crecimiento de esta hostilidad hacia el islam. Cuatro especialistas responden a algunos de los mitos o ideas falsas que más circulan entre quienes potencian la islamofobia, para contrarrestar los prejuicios, los estigmas y las creencias erróneas que generan.
Mito 1: "El hiyab va en contra de la mujer y muestra una falta de integración en la sociedad occidental"
“En el informe de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia de 2015, se apunta que la mayoría de las víctimas de islamofobia son las mujeres porque son las más visibles, sobre todo aquellas que llevan el hiyab. Ocurre por igual en España, Francia y Bélgica. En Francia llega al 80% de los casos, y la mayoría de los agresores son hombres.
Respeto al hiyab hay que contextualizar en este tema. Cualquiera puede decidir llevar velo, minifalda o escote dentro de la libertad de imagen. Si el Estado determina imponer una determinada vestimenta, todas las feministas deberíamos unirnos. No en el falso debate de la prenda a favor o en contra, sino en el hecho de que el Estado legisle sobre las mujeres.
Si legislamos sobre las vestimentas, hagamos un amplio debate con todas las feministas y cuestionemos el uso del tacón, la cirugía estética, faldas en las azafatas… Algunas usan el velo por moda, otras porque sus amigas van así y así se identifican, otras porque en su ambiente es un signo de que buscan pareja… Muchas veces son claves culturales y sociales, y no pasa siempre por la religión.
Y es absurdo relacionar este tema con la integración. ¿Un trozo de tela significa estar más integrado? Nosotros también tenemos cánones, como no ir desnudos. Llevar sombreros o gorras es legal. ¿Existe imposición por parte de algunos hombres musulmanes para que ellas se vistan de una manera? Sí, igual que hay parejas de hombres no musulmanes en España que no quieren que su pareja lleve tacón o minifalda, porque son posesivos y celosos. ¿Tiene que ver con la religión? No tiene nada que ver con la religión y sí con las realidades machistas, que eso es común a la mayoría de las culturas”.
Natalia Andújar. Profesora en la Escuela Halal y vicepresidenta de Junta Islámica
Mito 2: "Los musulmanes abusan de nuestro sistema y no se integran en nuestra sociedad"
Turistas musulmanes en una terraza de la Plaza Mayor de Madrid en una imagen de archivo. EFE
“Arcadi Oliveres, como economista, deja bien claro en una de sus conferencias lo que aportan los inmigrantes y lo que se gastan, y el balance hasta ahora es a favor del inmigrante. La mayoría de los que vienen son jóvenes y fuertes y van muy poco al hospital. Muchos trabajan cuidando a personas mayores o a la infancia española.
En cuanto a los refugiados, no se explica quién está detrás de esos conflictos ni quien está armando a los grupos que se están enfrentando. España también tiene que recordar su pasado. Gracias a la acogida recibida en otros lugares del mundo, mucha población encontró refugio. Nuestros abuelos y padres nos explicaron muchas historias sobre la gente española que se instaló en Marruecos o Argelia y como llegaban agotados, hambrientos y con ropa hecha de trapos cuando huyeron de la Guerra Civil, Franco y su miseria.
La islamofobia aumenta porque la gente está muy desinformada. A unos cuantos les interesa que haya crispación para llevar a cabo sus políticas en un ambiente de miedo
Sobre la integración… te integras donde te sientes bien valorado. Un trabajador en una empresa no puede sentirse bien y dar lo mejor de él si el jefe o los compañeros le machacan en cada momento. Aguantará porque no tiene remedio, pero difícilmente se puede hablar de integración. Otro tema es la ley de extranjería y sus injusticias. Para renovar la residencia tienes que acreditar una vivienda digna y cotización, con lo que supone durante este periodo de crisis económica. Si estás cobrando el paro no puedes visitar a tus familiares a Marruecos. Si cobras la ayuda, aún peor. Hay personas que no han podido asistir a la defunción de sus padres ni al nacimiento de sus hijos.
La islamofobia aumenta porque la gente está muy desinformada. A unos cuantos les interesa que haya crispación para llevar a cabo sus políticas en un ambiente de miedo. Creo que la mayoría de nosotros diferenciamos entre la gente normal de la calle, nuestros vecinos del barrio, que nos conocen, nos tratan y nos hacemos amigos. Esos son los que nos hacen estimar el país. Muchísimos de nosotros trabajamos y cotizamos. Lo que recibimos a cambio es un derecho ya pagado con nuestros impuestos, porque contribuimos”.
Fatiha El Mousali Samadi, Miembro de UCFR
Mito 3: "Todos los islamistas son unos terroristas"
Activistas de varias organizaciones paraguas de mezquitas y musulmanes se congregaron para mostrar su apoyo a las víctimas de los atentados de Bruselas en el Dam, Amsterdam. EFE
“El Daesh o Estado Islámico es una organización que utiliza la fuerza armada, la violencia y el terror para imponer su proyecto de sociedad totalitaria a las poblaciones bajo su dominio. Grupos con propósitos y métodos parecidos, desgraciadamente, han existido a lo largo de la historia de la humanidad en sociedades y contextos donde la religión predominante no era precisamente la musulmana.
A menudo son los propios Estados los que practican la violencia y el terror para imponerse. El recurso a la fuerza, la violencia y el terror, tanto por parte de grupos armados como de estados, se ha dado tanto en sociedades donde impera el cristianismo como incluso en nombre de proyectos políticos totalitarios laicos. Pero a nadie se le ocurre decir que la violencia, el terror y la barbarie son inherentes tanto el cristianismo como al laicismo. Entonces, ¿por qué se sigue repitiendo hasta la saciedad el binomio “Islam=Terrorismo”? Dando por hecho que la violencia es intrínseca al Islam, como no lo es en ninguna otra religión. Pero, además, obviando que la gran mayoría de las víctimas (de lo que se llama, sin demasiado criterio, “terrorismo yihadista”), ¡son musulmanas!
Por eso es tan importante explicar cómo se origina, se desarrolla y se expande el “Daesh” desde Iraq hacia Siria en los últimos diez años. Y cómo a pesar de una pátina o envoltorio religioso con el cual intentan dotarse de cierta legitimidad o justificarse, nada tienen que ver con el islam ni con la gran mayoría de musulmanes del mundo.
Explicaciones sobre éste fenómeno u otros similares hay que buscarlas en razones históricas, sociales, políticas o económicas. Por ese camino no sólo no vamos a conseguir hacer “desaparecer el problema”, sino todo lo contrario. Lo único que se consigue es fomentar el miedo, el odio, la estigmatización y discriminación de una parte importante de la población a causa de una cultura, aspecto u opción religiosa. A la vez que sirve de pretexto para imponer nuevas medidas de seguridad y políticas que persiguen el retroceso en todo tipo de derechos y libertades individuales y colectivas que nos afectan a todos”.
Meritxell Bragulat, miembro de Sodepau
Mito 4: "En las mezquitas sólo hay radicales que fomentan el terrorismo y el Corán sólo incita al odio"
Un grupo de musulmanes reza en la mezquita de la M-30 de Madrid. EFE
“Las mezquitas son centros de cultos inscritos en el registro de entidades religiosas del Ministerio del Interior. Cada mezquita tiene su propia personalidad que depende de quiénes la componen y la corriente del Islam que siguen, que suele estar condicionado a la corriente del país de origen. Las diferencias suelen ser por escuela jurídica (madhhab) que define si el centro de culto es sunnita o chiíta o por el hecho de que los fieles están adscritos a una cofradía espiritual (sufismo), e incluso a veces el centro de culto es mixto y une a personas de diferentes procedencias y corrientes del Islam.
El terrorismo es una actividad delictiva que requiere de una organización que actúe bajo el más absoluto secreto y discreción, y ahí la mezquita no es el lugar idóneo para ello.
Existe la misma posibilidad de encontrar extremistas en un centro de culto, como delincuentes en un club deportivo de fútbol. No hay una relación de causa y efecto que garantice que en uno u otro lugar existen delincuentes o terroristas. Incluso en aquellas mezquitas subvencionadas por países terceros como Arabia Saudí y en el que la corriente que se sigue es el wahabismo o salafismo, no queda acreditada en la doctrina wahabí-salafista ninguna invitación a la violencia terrorista contra occidente, si bien se puede hallar un discurso de odio intra-musulmán (anti-chiita) que podría justificar cierta violencia sectaria, y que está muy condicionado por el conflicto en Oriente Medio y el pulso entre Irán y las monarquías del Golfo.
El terrorismo es una actividad delictiva que requiere de una organización que actúe bajo el más absoluto secreto y discreción, y ahí la mezquita no es el lugar idóneo para ello.
No es cierto que el Islam incite al odio. Parafraseando a Adnan Ibrahim, ¿cómo puede una religión llamada Islam ser violenta, si el Islam es la paz, derivado del verbo “salima” (estar en paz)?. El saludo de los musulmanes hacia todo el mundo es “la paz sea contigo”. La gente dice que el Corán llama a la violencia y articula un discurso de odio. Es absolutamente falso. Sólo promueve la guerra defensiva, no una guerra de rapiña para proveerse de rehenes con los que comerciar, ni una guerra religiosa. El Corán lo dice claramente.
Ibrahim Miguel Ángel, de Musulmanes contra la Islamofobia en Publico.es