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miércoles, 29 de diciembre de 2021

¿Qué es ser cristiano hoy?

 Una mujer con mascarilla la misa del Corpus en la Catedral de la Almudena de Madrid, el 14 de junio de

BERNAT ARMANGUE / AP
Una mujer con mascarilla la misa del Corpus en la Catedral de la Almudena de Madrid, el 14 de junio de 2020.

Llega la Navidad, la fiesta nacida de las Saturnales romanas y transformada por el nacimiento de Jesús, pero hoy cuesta encontrar su origen religioso, espiritual, bajo las toneladas de regalos, confeti y luces. En un país de base cristiana como el español, las Misas del Gallo no se llenan y, en casa, las retransmisiones televisadas desde Roma o Belén son un añadido más a las cenas familiares, una curiosidad de una vez al año que se pone de fondo y se puede eliminar a golpe de mando a distancia. 

Es cada vez más la tónica general, pero siguen estando ahí los cristianos que sí viven la fiesta como el origen de todo, de su fe y su esperanza, de su modelo de vida y sus anhelos. También de la estructura poderosísima que lo sustenta. Estamos en el siglo XXI y hay en el planeta 2.500 millones de cristianos, el 33% de la población mundial. No hay confesión con más fieles. España tampoco ha dejado de ser católica, como vaticinaba Manuel Azaña: un 66% de los españoles aún se considera como tal, por más que la cifra baje año tras año y esté lejos de ese 92% que afirma haber sido educado como tal. Por el camino se han caído 12 millones de fieles, según un estudio del Pew Research Center.

En El HuffPost hemos hablado con cuatro personas de las que aún “creen”, “perseveran”, “militan”, en sus propias palabras. Estos son sus motivos para seguir siendo cristianos y su visión de lo que eso supone en nuestros días. 

“Es un afán por mejorarnos a nosotros y al mundo a través del amor”

“Soy cristiano por herencia, sí, pero también por elección. Me viene de familia, como a la mayoría, imagino; me lo dio el entorno, pero luego, en completa libertad, he podido elegir. El mandamiento en casa era ser feliz. Si sigo dentro es porque ser cristiano es militar en la piedad, la solidaridad y la justicia. Para mí eso es irrenunciable”. Habla Mauricio Jaén, cordobés de 52 años, abogado y activista vecinal.

Lo hace con firmeza y convencimiento. Rechaza etiquetas como “meapilas”, “fanático”, “iluso”, que dice que le regalan, entre bromas y veras, algunos de sus amigos y hasta familiares, porque es de misa dominical fija y hasta ha ejercido de catequista en Valencia o Murcia, donde lo ha llevado el trabajo. “Yo tengo fe, creo que algo trasciende al hombre, que hay un poder superior que está más allá de la ciencia. Tengo clarísimo que las cosas no empezaron como dice la Biblia y que lo que existen son mensajes muy profundos transmitidos como pedían los tiempos, para entenderlos entonces, pero llega un momento en que ni todas las pruebas científicas me dan respuestas a todo. Es como que tienes sed todo el tiempo. Con mi fe me sacio, pienso que hay algo por encima de todo, al principio del principio”, reflexiona. 

Defiende Jaén una fe “que movilice, no mustia, a la espera”, que cuaje en obras. “Lo de hechos son amores...”, afina. “Ser cristiano es creer y hacer. Es un afán por mejorarnos a nosotros mismos y al mundo a través del amor, que es la mayor lección que nos legó Jesús. Ese sí es un mensaje documentado en la historia y transmitido a lo largo de la historia que resiste a metáforas, imágenes y comparaciones”. 

A su entender, los “valores de compasión absoluta” son los que fijan su creencia, incluso en nuestros tiempos. “Yo no veo un alejamiento del cristianismo, sino al contrario. Con el coronavirus la gente tiene más preocupaciones morales, sobre los que tenemos cerca y a los que podemos hacer daño, sobre los que sufren o se entregan por los demás, como los sanitarios. Eso lo he hecho siempre: tratar de que mi vida responda al ejemplo de Jesús y construya sociedad, en mi barrio, en mi oficina o en mi familia. Justicia y perdón, eso es clave”, añade.

¿Y cómo lleva la estructura de la Iglesia a la pertenece, la Católica, y sus polémicas, de los abusos sexuales a los negocios? Resopla. “Es obvio que tiene que modernizarse. Igual que tiene que cambiar el lenguaje, tiene que tener una mirada más misericorde, empezando por sus propios pecados. Reconocerlos y asumirlos. Y abrir debates que antes no han estado presentes, como la homosexualidad. Somos comunidad y todo lo que pase en la comunidad hay que estudiarlo. Claro que hay política en la Iglesia, hay que ser honestos, pero me apena que sea lo único que sale. No la obra social que hace, el trabajo de base en rincones donde no llegan ni los Gobiernos. Eso retrata cómo es, su identidad”, defiende. Augura crisis futuras si no flexibiliza su capacidad de poner “a todos bajo su manto”. “Sólo hay que releer a Jesús. Con eso estaría todo hecho”, concluye. 

“Es ir más allá de mis necesidades y tratar de ver las de los demás”

Alba Jiménez es enfermera, ha trabajado como cooperante en Palestina, Jordania y Senegal y, en este último destino, lo hizo cobijada por una comunidad de misioneras francesas. Su familia es cristiana de las que practican poco o nada, como ella misma. Su fe se reforzó sobre el terreno, en sus destinos. Primero, “con sorpresa”. Después, “sin dudas”.

¿Qué lleva a ese cambio a una mujer que tenía entonces 31 años? “Acabé la carrera, busqué trabajo en Reino Unido y Alemania, quería un salario, un piso para mí, independencia. Lo tuve y entonces centré mi vida en consumir y gastar, tanto el tiempo como el dinero y la energía. La cooperación fue unas salida para estar con mi pareja de entonces, nada más. Ahí me di de bruces con una realidad tan dura, la de las personas como nosotros que sufren lo indecible, que me vi pidiendo a Dios fortaleza para pasar los días y ayuda para que las cosas les fueran bien a mis pacientes. La impotencia diaria ahí tenía consuelo”, narra. 

Recuerda esos días con un cruce de sensaciones. Habla de cierta incomprensión por parte de sus compañeros, aunque estando en Tierra Santa el entorno ayudaba para tener dónde y con quién compartir sus pensamientos. Ahí entran las religiosas y, luego, África. “Yo no soy monja, en absoluto, pero con ellas he reconocido la utilidad de creer. Si te despegas, si eres escéptico, el esfuerzo me resultaría más vacío. Cada cual es un mundo. Yo no me lo planteo como algo sobrenatural, sino como una fuerza que me levanta, ser cristiano es ir más allá de mis necesidades y tratar de ver las de los demás. Lo que había sido algo mecánico se convirtió en misión”, sostiene. 

Aún hoy acude a pocos oficios religiosos, pero a lo mejor se deja caer en una misa entre semana o va a confesarse para ganar paz. Repite términos como “bondad”, “comunión” y, sobre todo, “humanidad”. “Es la mayor aportación, a mi juicio: el mensaje de amor a los otros. No hay que creer a pies juntillas pasajes de la Biblia sobre costillas o milagros, no yo, al menos. Lo que hay es que creer en el mensaje de Jesús y llevarlo a la práctica, eh, que las palabras son muy bonitas”, advierte. 

Y se despide con un mensaje político cargado de intención. “Cada vida, todas las vidas, cuentan y son preciosas y tienen dignidad y valor. A mí que no me vengan ciertos partidos que hacen bandera de Cristo a decirme que ellos, los individuos de una nacionalidad, un color y unas ideas, merecen más que los que llegan en patera o profesan otra religión. Eso es lo que no es cristiano hoy”, zanja. 

“El cristiano tiene una agenda en el corazón que incluye todas las necesidades del mundo”

“Hola, soy Paco, cristiano”. La presentación lleva retranca, porque la hace el padre Juan Francisco Ferrer, cura con doble nacionalidad hispano-chilena. La noticia sería que no lo fuera. Su explicación es, lógicamente, la menos llana de entre los entrevistados, aunque se agradece el empeño en bajar a la arena. “La palabra cristiano significa “literalmente seguidor de Cristo y discípulo” significa “alumno” o “aprendiz”. Eso es lo que es hoy y siempre un verdadero cristiano, el que además de creer en Jesús aprende de él y sigue y aplica sus enseñanzas. Es esforzarnos en imitar su ejemplo de entrega, el mayor que existe. Tan sencillo y tan complicado”, reconoce. 

La religión también le viene dada a este hombre de 41 años por parte de su familia, españoles exiliados desde Asturias en los estertores del franquismo. La vocación, por la lectura y la necesidad de “colocar el puzzle” que era su cabeza de joven con dudas. “Yo entiendo que he dado un paso más de compromiso, que podría haber sido comunidad, pero es que Jesús es revolucionario y lo cambia todo. Cuestiona lo que no es justo, concede perdón y descubre al mentiroso, al hipócrita. Es un imán imbatible”, resume. 

A su entender, un cristiano hoy necesita ir más allá de sí mismo, “del narcisismo de las redes sociales o el egocentrismo” y de sus “necesidades inmediatas”, para virar los ojos hacia los demás. “Siempre los demás, que somos nosotros”. Y Jesús en el centro, dice, como ejemplo a imitar. “Es una manera de experimentar la vida en su máxima expresión, que creo que se está extendiendo en estos tiempos duros, porque nos ayuda a reflexionar sobre el mundo y tratar de hacer algo transformador sobre él. Lo más alejado del cristianismo es el conformismo”, denuncia. 

“Los cristianos saben que Dios los ama. Ellos reconocen que su rebelión los separa de Dios, esto es lo que la Biblia llama pecado. Saben que Jesús vino a la tierra, murió y volvió a la vida para ofrecer perdón. Los cristianos han respondido a la oferta de perdón de Dios al tomar la decisión de dejar de vivir para sí mismos y permitir que Dios les haga lo que Él quiere que sean”, sostiene.

Ciencia, tecnología... Todo eso lo admite Ferrer, “si se tiene la centralidad de Cristo”. “Todo lo que hay en el mundo lo ha creado Dios y es como debe ser. Ciencia que nos explica y nos cura, tecnología que nos facilita la vida o entretiene. ¿Quién dice a eso que no? El cristiano del siglo XXI vive con eso y es bueno que sea así, puede dedicarse a ello, obviamente, pero además enfoca su vida en una misión de servicio, tiene una agenda en el corazón que incluye todas las necesidades del mundo. Las pequeñas acciones de cada uno lo son todo”, insiste. 

Añade que creer en la existencia de algo superior aporta “calma” ante unas personas “vulnerables, especialmente en la actualidad”, y da sentido a la vida. “Hay que dar respuestas a las necesidades sociales y espirituales del momento en que nos ha tocado vivir”. Por eso, dice, está creciendo el movimiento ecologista cristiano, por ejemplo. “El amor por la humanidad lo abarca todo”, sentencia. 

Frente a eso, los “grandes pecados” actuales. “El insulto a los pobres con el olvido y hasta con el odio o la ceguera tranquilizante que impide que nos movilicemos y nos mantengamos cómodos en la poltrona”. 

¿Y los pecados de la Iglesia? ¿No hacen que la fe se encoja? Se niega a ir más allá de una defensa a ultranza del Papa Francisco, de las “reformas” que está emprendiendo, de su “empeño” en abordar temas espinosos “o que traen los nuevos tiempos”. Sí concede que, “a lo mejor”, la Iglesia Católica necesitaría de una estructura “más ligera” y “más cercana”, que “llame a la acción” y convenza también a los jóvenes, pero insiste en que se están haciendo cosas y son los que están fuera, ajenos, los que no lo ven. “El mensaje de Jesús es imperecedero y seguirá conquistando almas”, augura. 

“Yo no sé qué hay, pero hay, y me consuela”

Miriam Castillo es cristiana “de sentimiento”. No va a una parroquia salvo que haya sacramentos y amigos de por medio, lo que ha visto hacer a su familia desde siempre. “Bueno, a mi abuela no. Con ella tenía una vereda hecha para ir a San Lorenzo”, la plaza donde está la basílica de Jesús del Gran Poder, en Sevilla. No es cofrade, pero es un mundo que “estéticamente fascina”. 

No pasó de la primera comunión, no ha confirmado su fe pero afirma sin duda que es cristiana. ¿Eso puede ser? “Quien quiera quitar diplomas que los quite. Yo lo siento. Creo que hay algo que nos sobrepasa, creo que hay algo que es mayor que nosotros, creo que Jesús fue un personaje real, documentado, que dejó unas enseñanzas revolucionarias, para empezar, sobre el papel de las mujeres. Esas lecciones a mí me sirven para vivir y, cuando tienes dudas, te las reducen”, explica. 

Defiende que sí hay fe y pertenencia aunque no se adscriba a la comunidad cristiana como tal -“No necesito eso, porque lo que siento me basta”-, algo denostado desde El Vaticano. Defiende el aborto justificado por razones médicas, avala la igualdad “radical” de un matrimonio homosexual y uno heterosexual, metería en la cárcel a cada cura pederasta suelto y compensaría a las víctimas, hablaría con otras religiones para reforzar el mensaje de humanidad. “Mi abuela -otra vez la abuela- me decía que era calvinista por lo menos, jaja, pero yo creo que es sólo otra manera de sentir y llevarlo”. 

Afirma que a veces expresarse así es “un riesgo”, tanto ante creyentes practicantes que “no dan valor” a su “experiencia” o ante ateos que le insisten en que si defiende “la ciencia, y el origen de las especies y las investigaciones de la NASA”, no puede creer en nada más, aunque persistan las dudas. “El cristianismo es una religión de amistad, de convivencia y tolerancia. A eso se suma que yo no sé qué hay, pero hay, y me consuela que así sea”.

Castillo se ríe al hablar de la polémica de Jorge Bergoglio sobre si el infierno existe o no. “Anda ya. Entiendo que todo eso eran mensajes para ganar seguidores hace 2.000 años, claro. Sin embargo, no se ha respondido a qué pasa después de la muerte. Eso nadie lo sabe. Yo quiero creer que sí hay inmortalidad para el alma y que habrá encuentros y alegrías, no sé cómo. Esa trascendencia me la da la religión. Si a esa trascendencia le sumas el mensaje de todos valemos lo mismo, todos somos iguales, el amor es el motor, que no he visto en otros cultos, pues tengo motivos para quedarme”, concluye. 

martes, 5 de octubre de 2021

una antigua sepultura en burgos da nuevas pistas sobre el inicio del cristianismo en españa

 Ermita de San Tirso y San Bernabé situada en el complejo kárstico de Ojo Guareña.

Ermita de San Tirso y San Bernabé situada en el complejo kárstico de Ojo Guareña. Foto: CENIEH

en el año 1981 se llevaron a cabo unas obras de acondicionamiento en la campa de San Bernabé para reparar el hundimiento de los accesos a la ermita de San Tirso y San Bernabé, excavada en el complejo kárstico de Ojo Guareña, en Merindad de Sotoscueva (Burgos), un lugar que fue un importante centro de peregrinación durante la Alta Edad Media. Esos trabajos sacaron a la luz una tumba hecha con una estructura de lajas de piedra en cuyo interior yacían los restos de un individuo adulto.

En la ermita de San Tirso y San Bernabé, excavada en el complejo kárstico de Ojo Guareña, en 1981 se localizó una tumba que contenía los restos de un individuo adulto.

Ahora, un nuevo proyecto arqueológico financiado por el Ayuntamiento de Merindad de Sotoscueva y la Diputación Provincial de Burgos, patrocinado por la Junta de Castilla y León a través de un convenio con la Fundación Atapuerca y con la participación del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha realizado este verano una excavación en el lugar que ha dado como resultado la anticipación en varios siglos de las evidencias conocidas hasta la fecha sobre los inicios del cristianismo en la región.

Panorámica de la tumba de lajas de piedra y del individuo que yacía en su interior.

Foto: CENIEH

CONFIRMAR DATACIONES

El objetivo de los trabajos que se han emprendido en el verano de 2021 era, de hecho, confirmar las dataciones obtenidas en 2020 por el proyecto de datación del Patrimonio Cultural del Complejo Kárstico de Ojo Guareña, que se inició en 2017. Las fechas que se obtuvieron muestran una cronología de época hispano-visigoda entre finales del siglo VII y principios del VIII. En cuanto a los restos humanos se han datado entre finales del siglo VIII y comienzos del IX. Según la arqueóloga Ana Isabel Ortega, del CENIEH, "en ambos casos se anticipan en varios siglos a las evidencias conocidas hasta ahora respecto al inicio del culto cristiano asociado a este lugar emblemático".

Excavación de la sepultura hallada en la entrada principal de la ermita.

Foto: CENIEH

El objetivo de los trabajos que se han emprendido en el verano de 2021 era, de hecho, confirmar las dataciones obtenidas en 2020 por el proyecto de datación del Patrimonio Cultural del Complejo Kárstico de Ojo Guareña, que se inició en 2017.

Durante los trabajos, los arqueólogos han recuperado los restos humanos que reposaban en la tumba de Ojo Guareña. Los próximos pasos a seguir serán consolidar y restaurar los huesos en el laboratorio del CENIEH. Después serán sometidos a estudios morfométricos y paleopatológicos, además de realizarles análisis de isótopos estables de hidrógeno, carbono y estroncio en los que participarán investigadores de la Universidad de CantabriaLos resultados de todos estos análisis, junto a la datación de los restos, permitirá conocer algo más sobre la vida de este individuo. Los investigadores creen que tal vez incluso pueda relacionarse con alguno de los primeros eremitas que poblaron la zona y que vivieron aquí aislados en un período de gran inestabilidad política y social.

miércoles, 31 de julio de 2019

Cómo el cristianismo moldeó la figura de Satanás para combatir a otras religiones

Ícono de SatanásDerechos de autor de la imagenISTOCK
Image captionLa imagen icónica de Satanás se fue construyendo poco a poco.
En una biblioteca histórica en la ciudad de Tréveris (Trier), en Alemania, hay un manuscrito que probablemente fue hecho entre los años 800 y 825, que contiene una versión del libro bíblico del Apocalipsis completamente ilustrado. 
Un grabado muestra la lucha del arcángel Miguel contra los ángeles rebeldes. En ese grabado hay dos grupos de ángeles: los rebeldes y los que permanecieron fieles a Dios. 
"Lo interesante es que no hay ninguna distinción entre ambos grupos, solo la posición de cada uno en el cuadro", dice Edin Sued Abumanssur, profesor del departamento de teología y ciencias de la religión de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo.
"Esa es quizás la representación más antigua de los demonios de la que se tiene noticia", señala.
"El diablo es representado como un enorme dragón, pero sus compañeros rebeldes y decaídos son iguales a los ángeles que los derribaron: tienen alas, vestiduras largas, cabellos rizados, lo único que les falta es la aureola", describe la periodista y escritora italiana Paola Giovetti en su libro "L'Angelo Caduto" (El ángel caído).
Según Abumanssur, a lo largo de la historia, se observa una correlación entre diversos momentos políticos y sociales y las representaciones del diablo. 
"En el campo de las artes pictóricas, escultóricas o literarias, el intento de trazar un desarrollo cronológico de la imagen del diablo difícilmente rendirá buenos frutos, hay contradicciones y permanencias en diferentes formas de representarlo, que se superponen sin ningún criterio claro y aprehensible" , afirma el profesor.
Hasta el siglo XI casi siempre fue retratado con apariencia humana, apunta. En Occidente, a partir del año 1000, el diablo comienza a ser representado con apariencia grotesca y monstruosa, entre humano y animal.
Imagen de antiguo manuscrito conservado en Tréveris, Alemania.Derechos de autor de la imagenTRIER LIBRARY
Image captionEsta es la representación más antigua de los demonios que conocemos hoy.
"En la Edad Media las formas de imaginarlo no eran homogéneas. Grandes poblaciones esparcidas por extensos territorios, en una época en la que las comunicaciones y los intercambios culturales eran lentos, fragmentados y de baja densidad, llevaban a que convivieran diferentes comprensiones e ideas sobre el diablo", dice el investigador.
"Podemos afirmar con algún margen de seguridad que a partir del siglo XI, características no humanas de la figura del demonio empiezan a ganar cierta hegemonía, aunque todavía sobreviven de esa época representaciones de ángeles caídos que guardan proximidad con la figura del hombre", señala.
El escritor y semiólogo italiano Umberto Eco trató esta cuestión en su libro "Historia de la fealdad". 
"Es solo a partir del siglo XI que comienza a aparecer como un monstruo dotado de cola, orejas animalescas, barba y pies de chivo y cuernos, adquiriendo también alas de murciélago", escribió.

Rojo y con cuernos

Eco resalta que "parece obvio, también por motivos tradicionales, que el diablo deba ser feo (...). (Este diablo) feo, con forma terrorífica y diabólica, hace su ingreso en el mundo cristiano con el Apocalipsis de San Juan Evangelista".
"No es que faltaran menciones al demonio y al infierno en el Antiguo Testamento y en los otros libros del Nuevo Testamento, pero en esos textos el diablo es nombrado sobre todo a través de las acciones que realiza y de los efectos que produce", disertó el semiólogo. 
"Nunca aparece con la evidencia 'somática' con que será representado en la Edad Media", afirmó.
La figura más icónica del demonio, el ser rojo, con cola, cuernos y tridente, es una construcción paulatina y gradual. 
Estatua que representa al diabloDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionSatanás no siempre apareció como un ser atemorizante, mezcla de hombre y animal.
"Se inicia a partir del siglo XI un proceso de sistematización dogmática de la figura del diablo que intenta reunir en una síntesis tanto la teología como las representaciones del imaginario social del período y al mismo tiempo va al socorro de las necesidades políticas en un mundo medieval que empieza a desmoronarse", señala el sociólogo Abumanssur.
"La extensa iconografía del diablo da testimonio de la lucha teológica y política, muchas veces violenta, que hace emerger poco a poco la figura de un señor terrible, que subyuga a los hombres y mujeres en la maldad".
"La imagen señorial y majestuosa, incluso inhumana, del diablo, emerge lentamente en el proceso de consolidación del poder papal y de la figura del rey autocrático como torretas de fortaleza, capaces de resistir a un dios de la maldad cada vez más poderoso y antagonista de la paz y del orden", afirma el experto.
Esa figura es la mezcla de la cultura erudita de los monjes y teólogos medievales con la cultura popular viciada de supersticiones y paganismo. 
"El hambre, las pestes y el lento desmoronamiento del sistema feudal cooperaron para que el diablo asumiera sus características inhumanas a partir del siglo XI", dice Abumanssur. 
"La asimilación de la cultura griega y sus dioses por parte del cristianismo trajo contribuciones como los cuernos, los pies de chivo y la cola, características del dios Pan. La llegada del cristianismo a los países celtas, en el norte de Europa, contribuyó a reforzar esa imagen, parecida a la del dios Cernunnos".
Como destaca el teólogo Volney Berkenbrock, profesor de ciencia de la religión de la Universidad Federal de Juiz de Fora, en Brasil, la versión caricaturizada del diablo como un ser rojo y con cuernos es consecuencia de lo que el cristianismo procuraba combatir en sus comienzos: las creencias grecorromanas.
"En los choques de culturas -en este caso de religiones- los símbolos de las otras religiones son considerados algo extremadamente malo y malévolo, así que Satanás adquirió accesorios de quienes se estaba combatiendo", explica.
Escultura de la cabeza del dios PanDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl diablo adquirió los cuernos del dios griego Pan.
"El cristianismo, para combatir la religión griega y romana, le agrega cuernos al diablo por el dios griego Pan, una figura representada como medio hombre, medio cabra, que seduce a las jóvenes. Y le da un tridente para combatir a Poseidón, el dios griego de los mares -Neptuno para los romanos-".
Esta dicotomía, apunta el investigador, ocurre incluso hoy. "Un ejemplo típico es cómo algunas iglesias cristianas identifican la figura de Exu, proveniente de la religión africana de los yorubas, como el demonio", puntualiza.

El diablo en la cultura

Las representaciones culturales de la figura de Satanás son recurrentes desde la Edad Media. En la actualidad se usa mucho en la cultura pop, desde las películas hasta las historietas.
"En el cine, la película 'El Exorcista', de 1974, marcó un antes y un después", cree Abumanssur. 
De origen hebreo, la palabra "satanás" significa acusador o adversario. Sus usos más antiguos, por lo tanto, no aluden a una figura opuesta a Dios, mucho menos a alguien que personifica el mal. "Él era simplemente el acusador, lo que hoy se podría llamar un promotor de justicia", resalta el teólogo Berkenbrock.
"La idea de satanás como personificación del mal entró al judaísmo probablemente por medio de la influencia babilónica, más específicamente de la religión de Zaratustra (el mazdeísmo), que tiene una figura opuesta a Dios".
Las palabras diablo y demonio son un legado de la influencia griega sobre el cristianismo. El demonio (o daimón) significa fuerza, impulso y pasó a ser identificada como fuerza negativa. El diablo (diabolos) es el divisor, el que causa división.
En su libro "El Cristo Pantocrátor", la investigadora Wilma Steagall De Tommaso resalta que el contexto en el que vivía la sociedad durante la Edad Media fue favorable a la creación de la imagen de satanás.
Capilla Sixtina, en el Vaticano.
Image captionEl "Juicio Final" de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en el Vaticano.
"La vida humana estaba siempre bajo amenaza, los fardos cotidianos eran pesados, la muerte era una guía constante y los moribundos se preguntaban si les esperaría la vida eterna después de la muerte o las torturas del infierno", afirma.
"Fue así que el tema del Juicio Final se convirtió en el predilecto de los tímpanos, los arcos situados por encima de la entrada de la iglesia". Mostraban a Dios colocado de forma paralela al diablo, cuenta Tommaso.
El "Juicio Final" en la Capilla Sixtina, en el Vaticano, es también considerado el principal fresco de la carrera del renacentista Miguel Ángel. 

Otras representaciones

En su libro, Umberto Eco recuerda otras representaciones del demonio.
En Egipto antiguo estaba el monstruo Ammut, un híbrido de cocodrilo, leopardo e hipopótamo. La cultura mesopotámica también tenía referencias a seres de facciones bestiales.
"En cuanto a la cultura hebrea, que influye directamente a la cristiana, es el diablo, asumiendo la forma de una serpiente, quien tienta a Eva en el Génesis", afirmó Eco. 
Antigua ilustración de Lilith, con cola de serpiente, con Adán y Eva.Derechos de autor de la imagenISTOCK
Image captionAntigua ilustración de Lilith, con cola de serpiente, con Adán y Eva.
"En la Biblia siempre encontramos menciones a Lilith, monstruo femenino de origen babilónico que, en la tradición hebrea, se transforma en un demonio femenino con rostro de mujer, largos cabellos y alas".
Diosa adorada en Babilonia y Mesopotamia, Lilith estaba asociada a vientos que, según se creía en la época, traían enfermedades y muerte. En la tradición judía antigua, aparece como un demonio nocturno. 
Para los islamistas, Lilith fue la primera mujer del personaje bíblico Adán y acabó acusada de haber sido ella la serpiente que hizo que Eva comiera el fruto prohibido.

sábado, 15 de abril de 2017

¿Fue Poncio Pilatos responsable de la muerte de Jesús?


Poncio Pilatos
El actor Jean Maris representa a Poncio Pilatos en la película del mismo nombre. GETTY IMAGES


Poncio Pilatos es un personaje fundamental en la tradición Occidental, un actor crucial en la muerte de Jesús, que los católicos conmemoran en Semana Santa. Pero los historiadores disponen de pocos datos confirmados sobre el hombre que, según el Evangelio de Mateo, se lavó las manos antes de enviar a Cristo a la cruz. La única prueba arqueológica de la existencia del Gobernador es una inscripción descubierta en los años sesenta en la ciudad romana de Cesárea Marítima, actualmente en Israel. El resto es leyenda, relatos contradictorios que se mueven en el resbaladizo terreno entre la historia y la fe.
Sin embargo, sus gestos, sus palabras, sus actuaciones están profundamente ancladas en nuestra forma de ver el acontecimiento sin el que no se puede entender nuestra historia. Pilatos se ha convertido en el arquetipo de la duda política, el hombre que, más por omisión que por acción, toma una decisión trascendental y equivocada, el dirigente que se esconde de sus responsabilidades. Pero, de nuevo, como la mayoría de los hechos que rodean la muerte de Cristo, la tradición pesa mucho más que la historia, porque apenas existen fuentes, fuera de los Evangelios, que corroboren el relato, ni tampoco documentos de la época romana.
Pilatos era prefecto de Judea, un detalle importante ya que implica que tenía un rango militar, que su responsabilidad iba más allá de la recaudación de impuestos
La piedra caliza, de 82 centímetros por 68, nos ofrece su nombre, Pontius Pilate, y su título, Praefectus Judaea, prefecto de Judea, un detalle importante ya que implica que tenía un rango militar, que su responsabilidad iba más allá de la recaudación de impuestos. En la inscripción aparece además el nombre “divino Augusti Tiberieum”, el emperador Tiberio. El resto se ha borrado. Está fechada entre los años 26 y 36 y fue descubierta en 1961 por el arqueólogo italiano Antonio Frova y se conserva en el Museo de Israel, en Jerusalén.
“Hasta entonces no se había encontrado ninguna evidencia arqueológica de que Poncio Pilatos, el quinto gobernador de Judea, hubiese existido ni siquiera”, escribió la autora de no ficción Ann Wroe, cuyo estudio sobre el administrador romano se titula significativamente Pilate: the biography of an invented man(Pilatos, la biografía de un hombre inventado). “Teníamos varios relatos sobre él, naturalmente, y no solo los que aparecen en los Evangelios. Pero todos los archivos de su administración han desaparecido: no queda ningún papiro, ninguna tablilla, ninguna carta de Roma”, prosigue esta ensayista, actualmente responsable de una de las mejores secciones de la prensa internacional, los obituarios de The Economist.
El de Wroe es uno de los trabajos importantes sobre Pilatos que se han publicado en los últimos años (aunque todavía no han sido editados en castellano), junto al ensayo del erudito italiano Aldo Schiavone titulado Poncio Pilatos y la novela de investigación The Further Adventures of Pontius Pilate, de Kevin Butcher, profesor de la Universidad de Warwick experto en la época romana en Oriente Próximo.
Preguntado sobre lo que sabemos acerca de Pilatos, el profesor Butcher responde por correo electrónico: “Tenemos muy pocos datos. Existen tres fuentes textuales principales: Flavio Josefo, Filón de Alejandría y los Evangelios. Las tres manejaban sus propias ‘agendas’. Filón y Josefo son hostiles a él, aunque Josefo un poco menos. Pero los dos quieren demostrar la incompetencia y brutalidad del gobierno romano de Judea. Los Evangelios, en cambio, enfatizan la ‘inocencia’ de Jesús porque Pilatos nunca llega a decir que es culpable. El problema es que, si juntamos las tres fuentes, no aparece un personaje muy coherente: nos encontramos con alguien leal al emperador, que trabajaba con los líderes judíos pero que estaba preparado para utilizar la fuerza cuando fuese necesario. No mucho más”.
“Pilatos nunca había necesitado anteriormente lavar sus manos antes de dejar que corriese la sangre. El relato tradicional no parecer ser cierto”, según indica el historiador Sebag Montefiore
También es citado por el gran historiador romano Tácito, en uno de sus pasajes más célebres: “Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestro procurador, Poncio Pilatos” (Traducción de Crescente López de Juan en la edición de Alianza Editorial). Por otro lado, algunos historiadores han puesto en duda la autenticidad del famoso testimonium Flavianum de Flavio Josefo, el pasaje de su libro Antigüedades judías donde habla de un hombre extraordinario al que sus partidarios llamaban Cristo que fue acusado ante Pilatos. Se trataría, según esta hipótesis, de fragmentos añadidos posteriormente por algún monje medieval. Sobre su final, no tenemos ninguna información contrastada. Es llamado a Roma por Tiberio en el año 36, pero llega cuando el emperador ha muerto y su rastro se pierde bajo Calígula.
No todos los Evangelios ofrecen el mismo relato del papel de Pilatos en la condena a muerte de Jesús –por ejemplo, el acto de lavarse las manos aparece solo en Mateo–, pero tienen un punto crucial en común: el gobernador no quiere decidir la suerte del reo. Primero se lo envía al rey judío Herodes (episodio que solo relata Lucas) y luego deja que sea el pueblo quien decida si libera a ese hombre –contra el que Roma no tiene ninguna acusación– o al ladrón Barrabás. Cuando el pueblo se pronuncia en contra de Cristo, es llevado a la cruz.
  REPORTAJE   | La muerte de Jesús: un hecho sobre el que no sabemos casi nada.pulsa en la foto
REPORTAJE | La muerte de Jesús: un hecho sobre el que no sabemos casi nada.  EFE
Una de las pocas cosas en las que todas las fuentes están de acuerdo es que soldados romanos mataron a Jesús con un castigo romano –la crucifixión– y, por lo tanto, el responsable último tenía que ser el gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos. La famosa frase de Mateo 27:24 sería una invención o, por lo menos, no existe ninguna otra fuente que la corrobore, ni ningún otro caso similar documentado en la antigüedad romana del uso de este símbolo al final de un proceso: “Y viendo Pilatos que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: ‘Soy inocente de la sangre de este justo”.
La imagen del político vacilante es la que ha prevalecido, es el personaje que se ha instalado en el imaginario occidental. Sin embargo, como escribe Simon Sebag Montefiore en el capítulo que dedica a la pasión de Cristo en su ensayo Jerusalén, “el violento y obstinado Pilatos nunca había necesitado anteriormente lavar sus manos antes de dejar que corriese la sangre. El relato tradicional de la sentencia en los Evangelios no parece ser cierto”.
“Lavarse las manos después de una condena no era una práctica habitual en un juicio romano”, explica el profesor Butcher. “No quiero decir que nunca ocurriese, pero la idea detrás de ello es que Pilatos reconoce que Jesús está siendo condenado de forma injusta y el agua limpia su culpa. Todo indica que forma parte de la tradición que pretendía culpar a los judíos de la crucifixión antes que a los romanos”. La acusación contra los judíos, que ha propiciado siglos de antisemitismo, tenía un propósito claro: los Evangelios fueron escritos después del año 70, cuando el cristianismo tenía como objetivo crecer en Roma, y acusar a un gobernador romano, al representante del emperador, del mayor crimen posible, el asesinato del hijo de Dios, no era un buen comienzo.
Por ejemplo, en el Evangelio de Pedro, un texto apócrifo del siglo II –más tardío que los Evangelios canónicos– del que solo se conserva un fragmento, los soldados romanos ni siquiera participan en las torturas a Jesús. De nuevo, el mito, la agenda política se impone sobre la certeza documental que se limita a una mínima inscripción en una piedra caliza. Pero el poder del símbolo es mucho más fuerte que cualquier evidencia. Pilatos nunca podrá dejar de ser el hombre que se lavó las manos.
Guillermo Altares para ELPAIS.com