El ácido lisérgico (LSD) es una droga, químicamente relacionada con la serotonina, que produce un estado parecido a la psicosis. Sus efectos los descubrió accidentalmente El químico suizo Albert Hofmann en 1943, cuando trabajaba con ella en el laboratorio. Había logrado sintetizarla en 1938, a partir del cornezuelo del centeno.
Esta droga semisintética produce sus efectos a cantidades muy bajas, como pudo comprobar Hofmann: "En la fase final de la síntesis, al purificar y cristalizar la diamida del ácido lisérgico en forma de tartrato me perturbaron en mi trabajo unas sensaciones muy extrañas. Tuve que interrumpir a media tarde mi trabajo en el laboratorio y marcharme a casa, pues me asaltó una extraña intranquilidad acompañada de una ligera sensación de mareo. En casa me acosté y caí en un estado de embriaguez no desagradable, que se caracterizó por una fantasía sumamente animada. En un estado de semipenumbra y con los ojos cerrados (la luz del día me resultaba desagradablemente chillona) me penetraban sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico. Unas dos horas después este estado desapareció".
El químico sospechó enseguida que aquel extraño episodio debía estar provocado por la sustancia con la que acababa de trabajar, el tartrato de la dietilamida del ácido lisérgico. "No lograba imaginarme cómo podría haber resorbido algo de esta sustancia, dado que estaba acostumbrado a trabajar con minuciosa pulcritud, pues era conocida la toxicidad de las sustancias del cornezuelo. Pero quizás un poco de la solución de LSD había tocado de todos modos la punta de mis dedos al recristalizarla, y un mínimo de sustancia había sido reabsorbida por la piel", explica Hofmann.
Movido por la curiosidad, decidió probarla de forma intencionada. Al subir la dosis, los efectos fueron más intensos: "Mi entorno se había transformado ahora de modo aterrador. Todo lo que había en la habitación estaba girando, y los objetos y muebles familiares adoptaron formas grotescas y generalmente amenazadoras. Se movían sin cesar, como animados, llenos de un desasosiego interior. Apenas reconocí a la vecina que me trajo leche [para tratar de desintoxicarse]. No era ya la señora R., sino una bruja malvada y artera con una mueca de colores. Pero aún peores que estas mudanzas del mundo exterior eran los cambios que sentía en mí mismo, en mi íntima naturaleza. Todos los esfuerzos de mi voluntad por detener el derrumbe del mundo externo y la disolución de mi yo parecían infructuosos".
Desde entonces el LSD se ha utilizado ampliamente como una herramienta de investigación, especialmente por sus profundos efectos sobre la consciencia. En especial atrajo la atención de la psicología y la práctica psiquiátrica en los años 1950 y 1960. Y posteriormente se consideró como un medicamento con beneficios potenciales en el tratamiento de las adicciones.
La "disolución del ego"
Un estudio publicado en Current Biology ha obtenido las primeras imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) del cerebro de personas bajo los efectos de esta droga psicoactiva, para explicar "la disolución de mi yo", como la describió gráficamente Hofmann, un fenómeno conocido precisamente como "disolución del ego", que puede ayudar a aclarar cómo funciona la consciencia. Este fenómeno, según el estudio, se produce cuando se produce una hiperconexión entre las regiones del cerebro implicadas en la cognición superior, conocidas como "rich-club".
Esas regiones del cerebro que muestran el aumento de la conectividad global coinciden significativamente con la localización de los receptores del neurotransmisor serotonina, al que se une el LSD. Además el aumento de la conectividad global observado en el cerebro de cada participante en el estudio daba cuenta del grado en que la persona en cuestión informó de una sensación de disolución ego, responsable de los fenómenos que describió Hofmann.
En particular de que encontraron una mayor conectividad global de la corteza frontoparietal, una región del cerebro asociada con la auto-conciencia. Se observó una mayor conexión entre esta parte del cerebro y las áreas sensoriales, que se encargan de recibir información sobre el mundo que nos rodea y de su transporte a otras áreas del cerebro para su procesamiento.
"Esto podría significar que el LSD hace que se comparta más información entre distintas regiones del cerebro, provocando un vínculo más fuerte entre nuestro sentido del sí mismo y del entorno y, potencialmente, la dilución de los límites de nuestra individualidad," explican los investigadores. También observaron cambios en el funcionamiento de una parte del cerebro anterior ligada a las experiencias "fuera del cuerpo", en las que las personas se sienten como si salieran de su cuerpo.
"Las drogas psicodélicas pueden distorsionar nuestra realidad y dan lugar a las ilusiones perceptivas. Pero la realidad que experimentamos durante la vigilia es también, en gran medida, una ilusión. Sabemos que el cerebro rellena la información visual que falta, y que estabiliza nuestra percepción visual, a pesar de los movimientos oculares constantes. Cuando tomamos drogas psicodélicas podría producirse la sustitución de una ilusión por otra. Esto puede ser difícil de entender, pero nuestro estudio muestra que el sentido del yo, o ego, también podría ser parte de esta ilusión. "
Otro estudio publicado el lunes pasado en PNAS aclara que "el cerebro consta de redes independientes que llevan a cabo funciones especializadas como la visión, el movimiento, la audición y otras más complejas como la atención. Sin embargo, bajo los efectos del LSD esas redes se unifican en el cerebro. Esto provocaría también a la disolución del ego que lleva a la percepción de una mayor conexión con los otros y con el entorno. Esta experiencia es a veces referida como espiritual", indican los investigadores. Esa hiperconexión explicaría también la sensación de sinestesia que se refiere bajo los efectos de esta droga psicodélica. "En muchos sentidos, el cerebro bajo los efectos del LSD se asemeja a cómo se encontraba cuando éramos niños: libre y sin restricciones", explican los investigadores del Imperial College de Londres.
Los neurocientíficos han esperado medio siglo para averiguar cómo el LSD altera el cerebro, y para ver por primera vez qué ocurre en una experiencia psicodélica.
Pilar Quijada
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