El astrónomo Rafael Bachiller nos descubre en esta serie los fenómenos más espectaculares del Cosmos. Temas de palpitante investigación, aventuras astronómicas y novedades científicas sobre el Universo analizadas en profundidad.
Esta Semana Santa cae en una fecha muy temprana del calendario. El domingo de Pascua nunca puede caer ni antes del 22 de marzo ni después del 25 de abril. Así pues, al celebrarse el 27 de marzo, este año nos encontramos próximos al límite inferior. ¿A qué se deben los cambios de fecha de la Semana Santa?
Regla simple (casi correcta)
La regla que se suele utilizar para calcular la fecha de la Semana Santa es la siguiente:
El domingo de la Pascua de Resurrección es el siguiente a la primera luna llena que sigue al equinoccio de la primavera boreal (es decir, del hemisferio norte).
En el año 2016, la primavera entró el día 20 de marzo y el primer plenilunio que la sigue tiene lugar el día 23, por lo que el domingo de Resurrección es el día 27. Este año se da además la circunstancia de que el cambio al horario de verano se produce en la madrugada de ese mismo domingo, por ser el último de marzo, por lo que este domingo de Resurrección, con una duración oficial de 23 horas, será el día más corto del año.
La Pascua en su laberinto
Muchas fechas religiosas (en particular las católicas) tienen su origen en la adaptación de celebraciones profanas con raíz astronómica y están relacionadas a menudo con los cambios de estación. El caso de la Semana Santa es particularmente importante pues de su fecha dependen otras celebraciones religiosas (como el Pentecostés y la Ascensión). Fijar la fecha de la Pascua de Resurrección también es importante para la sociedad civil pues algunas de estas celebraciones religiosas tienen reflejo en el calendario laboral.
Hasta el principio del siglo VI, en el cristianismo reinaba una gran confusión sobre la fecha adecuada para celebrar esta Pascua y diferentes grupos tenían sus criterios propios y diferenciados para fijarla. Aunque en el Concilio de Arlés (año 314) ya se reconoció la necesidad de fijar una fecha común de celebración para toda la cristiandad,el embrollo se prolongó hasta el año 525, cuando Dionisio el Exiguo adoptó unos criterios claros (que procedían de la iglesia de Alejandría) y emitió una normativa desde Roma.
La norma era aproximadamente la expresada más arriba. Pero así enunciada, planteaba importantes problemas a la hora de ponerla en práctica.
Una regla más complicada
Por ejemplo, el equinoccio de la primavera boreal no tiene una fecha fija, sino que puede oscilar entre el 20 y 22 de marzo y, de no calcularlo con criterios astronómicos, ello podía introducir confusiones a la hora de calcular el primer plenilunio. Por otro lado, la fecha local del plenilunio puede cambiar de un día de acuerdo con el emplazamiento geográfico. Además, para diferenciar muy claramente la Pascua cristiana de la Pascua judía, no se deseaba que ambas coincidiesen nunca en la misma fecha.
Teniendo todos estos elementos en cuenta, se estableció la regla completa (y correcta) para la determinación de la Pascua:
El domingo de Pascua es el siguiente a la primera Luna llena 'eclesiástica' (un plenilunio ficticio definido por la Iglesia mediante unas tablas numéricas) que se da en o tras el 21 de marzo.
Esta regla lleva implícito que cuando el plenilunio eclesiástico cae en domingo, la Pascua se celebra el domingo siguiente, lo cual impide que la Pascua cristiana coincida con la judía.
Afortunadamente no hay que recurrir a esta regla completa y exacta más que en contadas ocasiones y la regla simple suele funcionar para un elevadísimo número de años.
De esta regla se desprende que la Pascua de Resurrección nunca puede ser antes del 22 de marzo (cuando el plenilunio sucede un 21 de marzo que además es sábado) ni después del 25 de abril (cuando hay plenilunio el 20 de marzo y, además, el 18 de abril -fecha del siguiente plenilunio- es un domingo, lo que hace retrasar la Pascua de una semana).
Durante el Renacimiento se compilaron tablas para calcular la fecha de la Pascua, algunas de ellas en función del número áureo (un irracional con muchas propiedades interesantes al que se le atribuye importancia estética e incluso mística). Pero pronto se desarrollaron diferentes algoritmos algebraicos. El más popular es el algoritmo de Gauss que permite calcular la fecha de la Pascua mediante cinco operaciones aritméticas sencillas.
Hoy día tenemos disponibles en Internet numerosas páginas web que nos realizan el cálculo de la fecha de Pascua y de las principales fiestas variables durante y después de la Semana Santa. Una muy clara, y en castellano, que nos calcula la Pascua entre los años 1583 y 2499 es ésta.
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- Rafael Bachiller es director del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional) y académico de la Real Academia de Doctores de España.
- Diario elmundo.es
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