lunes, 21 de abril de 2014

El Gato en el Antiguo Egipto.

Segun tenemos constacia, el culto al gato aparece en el Antiguo Egipto alrededor del 2900 A. C. como una deidad local en el delta del Nilo. Así, la diosa-gata Bastet defendió al dios-Sol Ra contra los ataques de la serpiente Apofis, una de las deidades del mal. Hija y esposa del propio Ra, Bastet era una diosa de la felicidad, el placer, la alegría, la feminidad, la música y la danza. La consideración de este animal fue siempre tan alta, que en un capítulo del Libro de los Muertos se pone en boca de Ra las siguientes palabras:
«Yo soy el Gran Gato que inauguró el árbol Yeshed en Heliópolis (1), en aquella noche en que fueron anonadados los enemigos del Dueño de Universo...»
Durante la dinastía XXII (formada por un conjunto de reyes de orígen libio), se adopta a Bastet como divinidad propia, por lo que es conocida como dinastía bubastita, al convertir en capital a Bubastis, (nombre cuyo significado es Mansión de la diosa Bastet).
Para el desarrollo del culto a Bastet, los sacerdores de esta época solían escoger un gato con unas características muy especiales, el cual era adorado y venerado como si de la encarnación de la diosa se tratara. Asi mismo (y a nivel popular), solían celebrarse unas procesiones al anochecer. En ellas, una imagen de la diosa era portada en barcas ricamente adornadas con guirnaldas de flores y alumbradas por antorchas, al tiempo que se cantaban todo tipo de alabanzas en su honor. Cuando se llegaba a tierra firme, se celebraban unas fiestas orgiásticas que duraban hasta el amanecer.
Los antiguos egipcios nunca dieron al gato un nombre específico: prefirieron llamarlo por su onomatopeya: Miu para el masculino, y Mit para el femenino. Respecto al trato corriente que daban a estos animales era tan especial, que cuando uno de ellos caía enfermo, recibia tantos cuidados y atenciones como los que se daban a los niños, y si a pesar de ello moría, toda la familia se vestía de luto, hasta el punto que en algunos casos se afeitaban incluso las cejas en señal de duelo. A continuación, el dueño del felino envolvía el cadáver en un paño de lino, llevándolo sin demora a la casa de la purificación para que fuese momificado, proceso que llegaba a durar hasta 40 días, y con el que eran tan meticulosos cual si se tratara de un ser humano. Tras esto, las familias ricas colocaban sobre la cabeza de la momia una máscara de bronce, (representando al animal fallecido), y lo introducían en un sarcófago que podía estar confeccionado con materiales que iban desde la palma o el papiro hasta la piedra caliza. Por último, lo conducían al cementerio, seguido por un largo cortejo de parientes y amigos de la familia, quienes mostrando su desconsuelo, lloraban desesperadamente al tiempo que desgarraban sus vestiduras. En ciertos casos, se contrataban incluso plañideras profesionales que como muestra de dolor, echaban tierra sobre sus cabellos y arremangaban sus túnicas, dejando los pechos al aire.
El cementerio de gatos mas grande de todo Egipto estaba en Bubastis, lugar al que acudían gentes de todo el país para dar sepultura a sus queridos felinos. Este intenso tráfico de personas hizo que la picaresca decidiera sacar partido de semejante oportunidad, por lo que algunos comerciantes (carentes de todo escrúpulo) criaban gatos en granjas especiales, gatos que llegado el momento eran piadosamente sacrificados retorciéndoles el cuello. Tras ser momificados, eran vendidos a los peregrinos para que los llevasen como ofrenda al santuario de la diosa Bastet. Estudios radiológicos actuales han demostrado que en el análisis realizado a cierto número de momias de gatos, podía comprobarse que el 90 por ciento habían muerto entre los cuatro y los diez meses de edad. Considerando que la duración normal de la vida de estos animales puede estar en torno a los 12 o 14 años, está claro que en una proporción muy elevada debieron morir por causas poco naturales...
Paradógicamente, las leyes prohibían expresamente tanto el perseguir como el matar a los gatos, a tal punto que si alguien era responsable de la muerte de uno de ellos, podía llegar a ser condenado incluso a la pena capital. Como último dato curioso, diremos que en 1859 fue descubierto en Beni Hasan (desgraciadamente por un grupo de desaprensivos) un cementerio con 300.000 gatos momificados, quienes tras llevarse las momias a Alejandría, las machacaron a conciencia, vendiendo el polvo resultante como abono a Inglaterra. De esta forma, 20 toneladas de momias de gatos perfectamente conservadas durante siglos, fueron vendidas a campesinos ingleses al precio de 4 libras la tonelada...
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Nota 1 - El texto, que pertenece al capítulo XVII del Libro de los Muertos en cuya viñeta figura el gato divino cortando la cabeza a la serpiente Apofis, se refiere al árbol 'Yeshed', antes traducido como 'persea', hoy como balanytes aegyptiaca. 'Inaugurar' se refiere a la costumbre de escribir el nombre del rey reinante en los frutos de este árbol, como un árbol de la vida genealógico de la realeza. La creencias egipcias, que consideraban que Ra, el Sol, habiendo inaugurado la realeza, había sido el primero en escribir su nombre en el árbol de Heliópolis, asociaban la figura del gato a este árbol por ser la del "gato divino" una de las formas más frecuentes de este dios. [Nota de Antonio Hernández Marín]

por Manuel Crenes

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