Rachel Freier acaba de hacer historia de una manera muy discreta en Estados Unidos. Mientras la atención mediática mundial esperaba la noche del 8 de noviembre que Hillary Clinton diera el puñetazo definitivo al techo de cristal, esta activista logró ganarse con facilidad el apoyo de sus vecinos para ser elegida juez en una corte civil en Brooklyn. El martes tomó posesión del cargo.
Lo que hace diferente a Freier es que pertenece a la comunidad jasídica de Borough Park, conocida por ser estricta en sus reglas, muy tradicional y cerrada. Es, de hecho, la primera mujer de este movimiento judío ultraortodoxo que se hace con un cargo público en todo el país. Y eso pese a que su religión le impedía colocar su foto en las pancartas ni a hacer campaña en las sinagogas para conseguir su voto
Freier es fundadora de Ezras Nashim, una organización que ofrece asistencia de emergencia a mujeres de la comunidad jasídica en este particular barrio de Brooklyn, y de B´Derech, para la educación de jóvenes. Las niñas ortodoxas, recuerda, tenían opciones de estudios muy limitadas. Pero ella tenía claro que su pasión era el Derecho y que podía hacer de abogada sin renunciar ni a Dios ni a su familia.
Esperó así hasta cumplir los 30 años para dedicarse de lleno a las leyes, mientras criaba a sus primeros tres hijos. Le llevó 10 años completar sus estudios y graduarse. Ahora, a los 51 años, esta madre de seis asegura sentirse cómoda trabajando en un ambiente completamente secular, aunque admite que tuvo miedo al principio. “Hice un pacto con Dios para que me ayudara”, comenta, “y lo conseguí”.
Su marido y tres de sus hijos le ayudaron a llevar adelante la campaña pese al escepticismo de los miembros más religiosos de su comunidad. Primero se impuso en las primarias demócratas y dos meses después en las elecciones generales. Más que una pionera, se considera por eso una precursora, porque con su ejemplo quiere abrir el camino para que otras mujeres jasídicas tenga una vida profesional.
Los jasídicos y otros grupos ultraconservadores representan solo el 6% de los 5,3 millones de judíos adultos que viven en EE UU. La idea de que Freier sea juez es realmente chocante, si se piensa que las ambulancias de Ezras Nashim atienden solo a mujeres. Usan incluso autobuses diferentes a los hombres y la ley judía no les permite ser testigos en las cortes que resuelven disputas internas.
En la ceremonia de juramento, prometió defender la Constitución y respetar los valores de su religión. “Es el sueño americano”, dijo. No es solo la primera vez que una jasídica o de otro movimiento ultraortodoxo se hace con un cargo de juez en EE UU, aunque sea un puesto reservado tradicionalmente a su grupo. Es también un caso extremadamente raro para Israel. Por eso se considera un gran progreso.
Sandro Pozzi para elPaís.es
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