Blog para la muestra y reflexión sobre el Misterio mediante mayéutica socrática.
miércoles, 31 de diciembre de 2014
Un sarcófago de 3.300 años, descubierto en el norte de Israel
La Autoridad de Antigüedades de Israel acaba de presentar un hallazgo que evidencia la extensión del poder de los faraones Oriente adentro: un sarcófago de 3.300 años de antigüedad descubierto cerca de Nazaret, rodeado de vasijas y armas, en el que se guardaba un sello de oro que alude a Seti I, que reinó en el siglo XIII antes de Cristo. La zona entonces era conocida como Canaán y estaba bajo poder administrativo de los egipcios, que usaban el valle del descubrimiento, el de Jezreel, como vía natural de comunicación con la actual Siria, hasta donde llegó su dominio.
“Es algo fascinante, excepcional”, como lo describe Edwin Van Den Brink, uno de los investigadores que han liderado el proyecto, junto a Dan Kirzner y Ron Beeri. No es el primer sarcófago de la tardía Edad de Bronce que se encuentra en la zona, pero hacía 50 años que no se localizaba uno y, sobre todo, no tan al norte. Las excavaciones tuvieron lugar entre diciembre y el mes pasado y costó casi tres semanas sacar el ataúd, roto en decenas de pedazos. Los restos se encontraron por casualidad, en mitad de las obras de uno de los mayores gasoductos de Israel, a la altura del monte de Tel Shadud. Y esa es ahora la pena de los investigadores: la “práctica certeza” de que hay más que descubrir pero los trabajos arqueológicos se han dado ya por finalizados para dejar avanzar las cañerías.
El enterramiento encontrado está hecho de arcilla, es cilíndrico y su tapa lleva esculpido un rostro humano, “muy hermoso, muy sereno”, a juicio del profesor Van Den Brink. “Es una suerte porque, aunque todo está fracturado, la cara se ha mantenido casi intacta”, explica. Estaba rodeado de varios tarros de cerámica y vasos de culto, en los que se habría almacenado alimentos, vajillas y huesos de animales, destinados a proporcionar protección y sustento al muerto en una vida futura, una práctica clásica del Egipto de los faraones. Dentro del sarcófago había un esqueleto adulto y junto a él, una daga, una copa y varias piezas martilladas, todas de bronce. Muy cerca se han encontrado cuatro tumbas más, de dos hombres y dos mujeres, posiblemente miembros de la misma familia del dueño del sarcófago.
La tesis de los expertos es que se trata de un funcionario, que trabajaba a las órdenes de los egipcios, “miembro de la élite local”
La Autoridad de Antigüedades está ahora decidiendo si somete los restos humanos a análisis de ADN, para ver si el fallecido era un cananeo o un egipcio trasladado a la zona, clave para asegurar rutas comerciales y la recaudación de impuestos de los faraones. La tesis de los expertos es que se trata de un funcionario, que trabajaba a las órdenes de los egipcios, “miembro de la élite local”, capaz de pagarse un enterramiento que no estaba al alcance de cualquiera. También podría ser un rico que imitase las costumbres funerarias egipcias que se estaban ya popularizando en la nueva zona de dominio, pero hay un detalle importante que, en principio, les lleva a rechazar esta tesis: la aparición, en el sarcófago, de un sello de oro con un escarabajo, usado para sellar documentos. Ahí está el vínculo con el gobierno.
En este sello, “muy valioso”, se cita al faraón Seti I, vinculado con el dios del sol, Ra, padre de Ramsés II, lo que engrandece el hallazgo a ojos de los israelíes, teniendo en cuenta que este último podría ser el protagonista del relato bíblico del éxodo de los israelitas. En la pieza también hay rastro de una cobra, símbolo de protección del poder.
Seti I supuestamente vivió en su primer año de mandato una revuelta en la zona de Bet Shean, al sur del Mar de Galilea, que llevó a que guerreros egipcios cargaran contra este territorio, conquistando todo el suelo de Canaan. El sarcófago que ahora ha salido a la luz evidencia la profundidad de ese avance, nunca antes tan “bien documentado”.
Actualmente, el Museo de Israel ya recibe a sus visitantes con una importante colección de sarcófagos, procedentes de Beit Shean pero también de Deir El Balah, en la franja de Gaza, donde fueron encontrados hace medio siglo. Allí, hoy en suelo palestino, estaba el centro administrativo más oriental de los faraones, desde donde se controlaría administrativamente la zona donde ahora han aparecido los nuevos restos. Los filisteos acabarían con el poder egipcio hacia 1.150 antes de Cristo.
Las mujeres en los orígenes del cristianismo
En su obra La Ciudad de las Damas, de principios del siglo XV, la escritora francesa Christine de Pisan constataba la disparidad entre la imagen negativa de los varones sobre las mujeres y el conocimiento que tenía de sí misma y de otras mujeres. Los varones afirmaban que el comportamiento femenino estaba colmado de todo vicio; juicio que en opinión de Christine demostraba bajeza de espíritu y falta de honradez. Ella, por el contrario, tras hablar con muchas mujeres de su tiempo que le relataron sus pensamientos más íntimos y estudiar la vida de prestigiosas mujeres del pasado, les reconoce el don de la palabra y una inteligencia especial para el estudio del derecho, la filosofía y el gobierno.
La situación de entonces se repite hoy en la mayoría de las religiones, que se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las pone bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de la virtud. Se les niega el derecho a la libertad dando por supuesto que hacen mal uso de ella. Se les veta a la hora de asumir responsabilidades directivas por entender que son irresponsables por naturaleza. Son excluidas del espacio sagrado por impuras. Se las silencia por creer que son lenguaraces y dicen inconveniencias. Son objeto de todo tipo de violencia: moral, religiosa, simbólica, cultural, física, etc.
Sin embargo, las religiones difícilmente hubieran podido nacer y pervivir sin ellas. Sin las mujeres es posible que no hubiera surgido el cristianismo y quizá no se hubiera expandido como lo hizo. Ellas acompañaron a su fundador Jesús de Nazaret desde el comienzo en Galilea hasta el final en el Gólgota. Recorrieron con él ciudades y aldeas anunciando el Evangelio (=Buena Noticia), le ayudaron con sus bienes y formaron parte de su movimiento.
La teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza ha demostrado en su libro En memoria de ella que las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas liberadas de toda dependencia patriarcal, con autonomía económica, que se identificaban como mujeres en solidaridad con otras mujeres y se reunían para celebrar comidas en común, vivir experiencias de curaciones y reflexionar en grupo.
La mayoría de las religiones se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres
El movimiento de Jesús era un colectivo igualitario de seguidores y seguidoras, sin discriminaciones por razones de género. No identificaba a las mujeres con la maternidad. Se oponía a las leyes judías que las discriminaban, como el libelo de repudio y la lapidación, y cuestionaba el modelo de familia patriarcal. En él se compaginaban armónicamente la opción por los pobres y la emancipación de las estructuras patriarcales. Las mujeres eran amigas de Jesús, personas de confianza y discípulas que estuvieron con él hasta el trance más dramático de la crucifixión, cuando los seguidores varones lo abandonaron.
En el movimiento de Jesús las mujeres recuperaron la dignidad, la ciudadanía, la autoridad moral y la libertad que les negaban tanto el Imperio Romano como la religión judía. Eran reconocidas como sujetos religiosos y morales sin necesidad de la mediación o dependencia patriarcal. Un ejemplo es María Magdalena, figura para el mito, la leyenda y la historia, e icono en la lucha por la emancipación de las mujeres.
A ella apelan tanto los movimientos feministas laicos como las teologías desde la perspectiva de género, que la consideran un eslabón fundamental en la construcción de una sociedad igualitaria y respetuosa de la diferencia. María Magdalena responde, creo, al perfil que Virginia Woolf traza de Ethel Smyth: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.
Las mujeres fueron las primeras personas que vivieron la experiencia de la resurrección, mientras que los discípulos varones se mostraron incrédulos al principio. Es esta experiencia la que dio origen a la Iglesia cristiana. Razón de más para afirmar que sin ellas no existiría el cristianismo. No pocas de las dirigentes de las comunidades fundadas por Pablo de Tarso eran mujeres, conforme al principio que él mismo estableció en la Carta a los Gálatas: “Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra”.
Sin embargo, pronto cambiaron las cosas. Pedro, los apóstoles y sus sucesores, el papa y los obispos, se apropiaron de las llaves del reino, se hicieron con el poder y la gloria, mientras que a las mujeres les impusieron el velo, el silencio y la clausura monacal o doméstica. ¿Cuándo se reparará tamaña injusticia para con las mujeres en el cristianismo? Habría que volver a los orígenes, más en sintonía con los movimientos de emancipación que con las Iglesias cristianas de hoy, cuestionar la primacía de Pedro, recuperar el cristianismo inclusivo del comienzo y crear nuevas alianzas. Jesús Nazaret, María Magdalena, Cristina de Pisan, Virginia Woolf, los movimientos feministas y la teología feminista caminan en dirección similar.
Juan José Tamayo es miembro del Comité Científico del Instituto Universitario de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013).
El juicio a Jesús de Nazaret
Conocemos la vertiente religiosa, pero no la jurídica, del juicio que podríamos denominar como el más importante de la Historia, por cuanto su protagonista marcó un antes y un después en la Historia de la Humanidad. El proceso a Jesús de Nazaret es sin duda el más célebre de todos los tiempos pero ¿La imputación y condena a Jesús se basó en un proceso judicial con todas las garantías? Según el Profesor de Derecho Romano Ribas Alba “el recorrido previo a la muerte de Jesús fue correcto de acuerdo a los criterios normativos aplicables en la época”.
” A Jesucristo no lo crucificaron ni los judíos ni los romanos sino la Ley y el Derecho”.
Si nos detenemos en analizar el contexto histórico de ese momento, la Antigua Israel estaba anexada al Imperio Romano cuyos Magistrados controlaban. La región de Judea contaba como autoridad romana con Poncio Pilatos, la de Galilea con Herodes Antipas. Por su parte, Roma asumió el carácter profundamente religioso de este pueblo y, manteniendo el Sanedrín (Consejo Supremo Judío), autorizaró a Caifás para que ejerciese la máxima representación judía. Debido a estas circunstancias políticas Jesús tuvo dos procesos interconectados entre sí: un proceso judío, y otro romano.
Respecto al proceso judío, hay estudios que prueban la existencia de actuaciones procesales anteriores a la detención de Jesús en Getsemaní por la guardia levítica. Después de la detención, fue llevado a casa de Anás (suegro de Caifás y antigua autoridad del Sanedrín), con objeto de que el Sanedrín reunieran su quórum mínimo necesario, 23 miembros, y superar las 3 de la madrugada, hora mínima permitida para un juicio válido. Una vez reunido el Sanedrín comenzó el juicio presido por Caifás.
Desde el comienzo se hace evidente que la acusación principal es por el delito de blasfemia debido a su heterodoxia doctrinal-Jesús proclamaba ser hijo de Dios-, ello a pesar de que el mesianismo y los profetas eran muy típicos, pero no así el definirse como ser divino. El mensaje mesiánico de la divinidad de Jesús iba en contra de la ley judía. Como prueba, se presentaron varios testigos que debían coincidir en su testimonio -mínimo dos, imprescindible para delitos que implicaban pena capital-. Al no coincidir estos, la prueba testifical se rechazó. Caifás obtiene la confesión del reo al preguntarle directamente por los hechos de la acusación y este contestar “Sí, soy yo”. Siguiendo la tradición judía, ante la blasfemia se rasga las vestiduras. Por unanimidad se condena a Jesucristo a muerte. Dicha sentencia fue ratificada por el Gran Sanedrín- 71 miembros-. El Sanedrín no era competente para ejecutar sentencias de muerte, puesto que ello estaba reservado a Roma, por lo que envía a Jesús ante Poncio Pilatos.
Una vez presentado ante el procurador romano éste idea una sagaz treta judicial, para no admitir la condena judía que se basaba en una confesión y en la imputación de un delito que tenia relación con la interpretación de la Torá que un militar no entendía, declina conocer el asunto por cuestión de competencia territorial – Jesús es de Galilea, territorio bajo la jurisdicción de Herodes Antipas-. Herodes no ve en él delito alguno y lo devuelve a Pilatos con una capa púrpura – símbolo de dignidad real- como burla por denominarse a sí mismo Rey.
Pilatos, ya con plena competencia para juzgarlo, -aunque en su opinión, Jesús no presentaba una amenaza-, comienza con un interrogatorio al acusado, directo y público ante sus acusadores judíos y el pueblo reunido en la plaza. Jesús responde a Pilatos y se presenta como Rey de los judíos, imputación gravísima, ya que implica un delito de lesa majestad (delito conectado con el delito de blasfemia judío) castigado con la pena capital. A pesar del resultado del interrogatorio, Pilatos liga el destino de Cristo a un supuesto de “favor populli” sorteando así un caso que se le estaba complicando más de lo que pensaba. Finalmente, cede a la presión del pueblo condenando a Jesús y liberarando a Barrabás. La pena que se le impuso fue la que establecían las leyes romanas para los delitos de laesae maiestatis: la crucifixión.
Quizás debido a influencias antisemitas, este proceso se ha visto siempre como arbitrario, pero siguiendo la tesis en la que nos basamos, el juicio a Jesús no fue ninguna farsa sino totalmente ajustado a la legalidad del momento.
Información| El Confidencial, ABC, “Proceso a Jesús” del Profesor Ribas Alba.
Las 30 citas más inspiradoras de todos los tiempos, según Forbes
Una gran cita tiene la capacidad de hacernos reflexionar e incluso de animarnos a luchar por nuestros sueños. El autor Kevin Kruse en su libro "4 Claves para la felicidad y la satisfacción en el trabajo" nos revela en un artículo las 30 citas más inspiradoras para la motivación laboral. Jeff Bezos nos revela las 10 claves del éxito
1. "Yo no soy un producto de mis circunstancias. Soy un producto de mis decisiones". -Stephen Covey
2. "Cada niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artista una vez que se crece". -Pablo Picasso
3. "Nunca se puede cruzar el océano hasta que tenga el coraje de perder de vista la costa". -Cristóbal Colón
4. "He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste, la gente olvidará lo que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo los hiciste sentir". -Maya Angelou
5. "Tanto si piensas que puedes o piensas que no puedes, tienes razón". -Henry Ford
6. "Los dos días más importantes en su vida son los días que se nace y el día que se descubre por qué". -Mark Twain
7. "Lo que puedas hacer o soñar, ponte a hacerlo. La osadía está llena de genialidad, poder y magia." -Johann Wolfgang von Goethe
8. "La mejor venganza es el éxito masivo". -Frank Sinatra
9. "La gente suele decir que la motivación no dura mucho. Bueno, tampoco lo hace la ducha -por eso la recomendamos a diario.". -Zig Ziglar
10. "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando". -Pablo Picasso
11."Cualquiera que sea la mente del hombre puede concebir y creer, puede lograr". -Napoleón Hill
12. "Su tiempo es limitado, así que no lo desperdicien viviendo la vida de otra persona". -Steve Jobs
13. "Esfuérzate por no ser un éxito, sino más bien para ser de valor". -Albert Einstein
14. "Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo tomé el menos transitado, y eso ha hecho toda la diferencia". -Robert Frost
15. "Si lo puedes soñar, lo puedes hacer". -Walt Disney
16. "Todo tiro no hecho es tiro errado."-Wayne Gretzky
17. "He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. He fallado una y otra y otra vez en mi vida. Y es por eso que tengo éxito". -Michael Jordan
18. "Cada golpe me acerca a la próxima carrera de casa". -Babe Ruth
19. "El propósito es el punto de partida de todo logro". -W. clement Stone
20. "La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes". -John Lennon
21. "Nos convertimos en lo que pensamos". -Earl Nightingale
22. "Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste, así que suelta las amarras, vela lejos del puerto seguro y captura de los vientos alisios en tus velas. Explora, Sueña y descubre". -Mark Twain
23. "La vida es 10% lo que me pasa y el 90% de cómo reacciono a ello". -John Maxwell
24. "Si haces lo que siempre has hecho, obtendrás lo que siempre has conseguido". -Tony Robbins
25. "La mente lo es todo. ¿En qué crees que te convertirás?". -Buddha
26. "El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora". Proverbio Chino
27. "No vale la pena vivir una vida poco examinada". -Sócrates
28. "El ochenta por ciento del éxito está apareciendo". -Woody Allen
29. "No espere. El tiempo nunca será justo". -Napoleón Hill
30. "Ganar no lo es todo, pero el deseo de ganar si lo es". -Vince Lombardi
Nacional catolicismo
El emperador Constantino ideó una estrategia genial durante la guerra civil del año 312 por el cetro imperial. Al entrar en combate a las puertas de Roma dijo que se le había aparecido una gran cruz refulgente. De repente, se convirtió al cristianismo. Ganó la batalla y el cetro. Cesó en la persecución de los cristianos y desde entonces pudo servirse de la organización social e ideológica de los obispos, que a su vez salieron de las catacumbas y alcanzaron poder político y también material. Las persecuciones religiosas pronto cambiaron de signo.
En España, dos siglos después, el rey visigodo Recaredo reprodujo la estrategia de Constantino, aunque sin apariciones milagrosas. Los reyes visigodos no eran católicos sino arrianos. Recaredo combatió por el trono contra su hermano mayor, Hermenegildo, que se había convertido al catolicismo. Recaredo venció, apresó y finalmente ejecutó a su hermano católico. A continuación, como Constantino, él también se convirtió. Él, y tras él los obispos arrianos, se hicieron católicos, con lo que consiguió realizar por primera vez la unidad política y religiosa: “Un rey, un reino, una religión”. La religión del rey era, necesariamente, la única verdadera. Así, Recaredo fue el fundador de una forma de poder teocrático cuyos rescoldos, muchos siglos después, llamamos nacional-catolicismo.
Esta certeza y esta simbiosis político-eclesial determinaron la criminalización de la disidencia religiosa. Las expulsiones, la Inquisición, las inacabables guerras de religión, son el fruto dramático multisecular de aquel maridaje fraticida. Como la Cruzada.
Esta forma de poder ha permanecido desde entonces, con unas u otras características e intensidades, siglos y siglos. Y se ha reflejado en nuestras constituciones. La de 1812 decía que “la religión de la nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera”. Las posteriores constituciones monárquicas acogían una fórmula similar, o aseguraban que el Estado mantendría el culto católico y a sus ministros. Y en la misma línea, las leyes fundamentales franquistas declaraban también a la religión católica como la del Estado, “única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación”, y prohibían el ejercicio público de otros cultos.
Los dos breves episodios republicanos son la única excepción a esta constante de nacional-catolicismo. En 1873 se proyectó la separación de la Iglesia y el Estado, prohibiendo las subvenciones oficiales, directas o indirectas, a ningún culto. En 1931 se estableció que el Estado español no tiene religión oficial.
Y así hemos llegado hasta hoy. La vigente Constitución, en su artículo 16, dice que ninguna confesión tendrá carácter estatal. Pero en el debate de la Constitución no se pudo evitar que reflotara una referencia explícita a la Iglesia Católica, claramente ajena al principio de aconfesionalidad. Por eso Fraga dijo que ese artículo era uno de los más importantes de la Constitución.
La gran estrategia histórica de Constantino y Recaredo se refleja hoy en anecdóticas situaciones sorprendentes o sonrojantes. Por ejemplo, tenemos un Santiago matamoros, aunque últimamente se le disimule por políticamente incorrecto. Tenemos una Virgen de los Desamparados que lucía el fajín de Capitán General que le colocó Franco (cambiado por otro nuevo).
Macabra y surrealista, la Legión lleva en volandas un Cristo cantando “soy el novio de la muerte”. La Virgen del Pilar, la de los Reyes y la de Guadalupe son Capitán General. La Guardia Civil, con uniforme de gala, les da escolta armada. Y el Rey, los ministros y los presidentes hablan en público, con boato y sin rubor, con Santiago Apóstol o con diversas Vírgenes. En 2010, Rajoy, junto a Francisco Camps, pedía ayuda a su santo compostelano “para hacer de la política una actividad noble al servicio del bien común”.
El ministro del Interior concedió a la Virgen del Pilar la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil, y dirigiéndose a la imagen se le oyó decir: “hoy me presento ante Vos en nombre de todos los hombres y mujeres de la Guardia Civil”. Parece que para él no existe el artículo 16 de la Constitución. Pertinaz, acaba de conceder la medalla de oro al mérito policial a Nuestra Señora María Santísima del Amor, eso sí, con carácter honorífico. Y todavía hay entre el clero quien no cesa en la instrumentalización política de los símbolos y hábitos religiosos, tanto si son los de hoscos obispos integristas en manifestaciones nada eclesiales, como si son los de amables monjas con otras variantes de discurso político.
Unos y otros ejemplos son mucho más que anécdotas. Son rescoldos aún candentes de aquella simbiosis del poder y la fe que hoy llamamos nacional-catolicismo, como lo son, sobre todo, la recuperación de la asignatura de Religión y la consiguiente supresión de la Educación para la Ciudadanía, o la legislación restrictiva sobre el aborto voluntario.
José María Mena es exfiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña
El mito del diluvio y un prototipo de arca redonda en una tablilla babilónica del 1725 a.C.
El mito del Diluvio universal y el Arca de Noé narrado en el libro del Génesis se ha puesto de moda este año a tenor del estreno de la película protagonizada por Russel Crowe que cuenta la historia con la característica parafernalia propia del cine de Hollywood. Según la historia bíblica, Dios lanzó una inundación para castigar al ser humano por perder sus costumbres y valores y alejarse de la senda divina, y sólo Noé, su familia y una pareja de cada especie animal pudieron salvarse en un arca que construyó para sobrevivir al Diluvio.
Sin embargo, muchos investigadores y ciertamente una gran cantidad de evidencias arqueológicas demuestran que el mito del Diluvio estuvo presente desde mucho antes en el imaginario colectivo de muchos pueblos y civilizaciones de la Antigüedad e influyó después en la configuración de la mitología del Génesis. Como ha declarado Irving Finkel, conservador del Museo Británico, a la Agencia Sinc:
““En realidad esto es un mito que probablemente surgió tras una desastrosa inundación hace miles de años en un pasado remoto, mucho antes de que se comenzara a escribir. Es pues, una historia para explicar y reconfortar a la gente, pero sólo eso”
Para sustentar su teoría, que comparten otros muchos expertos, se apoya en la cultura material de civilizaciones como la mesopotámica. El Museo Británico alberga en su colección una prueba que ayuda a Irving a argumentar sus hipótesis: una tablilla babilónica de arcilla que se remonta al 1725 a.Cen cuyos grabados con inscripciones en escritura cuneiforme se narra en tono épico un episodio que sin duda guarda estrechísimas semejanzas con el de Noé.
De acuerdo con la leyenda, el héroe Athaharsis, el Noé mesopotámico, fue testigo de una revelación divina en la que se le vaticinó el advenimiento de una gran inundación y se le ordenó la construcción de un gran barco que permitiese al héroe y a la raza humana sobrevivir a la catástrofe:
“¡Casco, casco de caña! Atrahasis, presta atención a mi consejo. Así podrás vivir para siempre. Destruye tu casa y construye una nave. Rechaza las propiedades y salva la vida. Pon en marcha un arca que harás de planta circular, con un ancho y largo iguales”, relatan las narraciones de la tablilla.
Los textos de la tablilla constituyen un auténtico manual de instrucciones con el que la divinidad guía al héroe en la construcción del gran arca, que efectivamente y con todo lo curioso que pueda resultar presentaba un prototipo circular. Incluso el propio Irving Finkel ha podido calcular las dimensiones aproximadas que tendría: en torno a 3.600 metros cuadrados de superficie y 67,7 metros de diámetro. Un diseño de barco cuya estructura se corresponde con las antiguas coracles, embarcaciones redondas que se usaban desde la Edad Antigua para transportar personas, mercancías y animales por los ríos Tigris y Eúgrates de Mesopotamia.
Pero los paralelismos con la historia del Génesis no acaban ahí. En la tablilla se cuenta que Athaharsis no sólo debe construir en el arca para salvar a su especie, sino que también debe meter en ella animales salvajes “de dos en dos”, al igual que Noé hizo en su Diluvio particular.
Las teorías de los historiadores como Finkel defienden que en un pasado se produjo una gran catástrofe natural en forma de inundación, quizás un maremoto, el desbordamiento de un gran río o simplemente una destructiva lluvia torrencial, que quedó grabada en el ideario colectivo, se transmitió a través de cuentos legendarios de generación en generación y se extendió de diferentes maneras en muy alejados pueblos del planeta, influyendo siglos y siglos después en las grandes religiones monoteístas.
Esto explicaría el hecho de que culturas antiguas como las de Egipto, Mesopotamia, la India, China o América compartan diferentes versiones que en esencia forman parte de un mismo mito y de una misma idea: la extinción de la humanidad a través de un gran diluvio que sirvió como castigo o aleccionamiento para la humanidad por parte de deidades superiores.
En el caso de Mesopotamia, otras evidencias arqueológicas y literarias demuestran la presencia del diluvio en la historia mitológica de su civilización, como la Epopeya de Gilgamesh, tallada en tablillas de barro en el siglo VII a.C. El poema narra acontecimientos similares a los de Athaharsis y Noé en la persona del sabio Utnapishtim, e incluso comparte con este último que ambos soltaron una paloma y un cuervo desde el arca para comprobar si regresarían.
Las pruebas arqueológicas apuntan a que el relato fue recogido e incorporado a la mitología hebrea por los escribas judíos en su contacto con la civilización babilónica, especialmente durante el Cautiverio de Babilonia del siglo VI a. C, fecha en la que además se produce la redacción del libro sagrado del Génesis.
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La divina sensualidad del arte indio
A principios del verano de 1819, cazadores británicos perdidos en las áridas montañas de los Ghats occidentales hicieron un descubrimiento accidental notable.
Persiguiendo un tigre por la remota y estrecha ladera de un río, los cazadores tropezaron con lo que pronto fue reconocido como una de las grandes maravillas de la India: las cuevas pintadas de Ajanta.
Treinta y un cuevas excavadas en un anfiteatro de roca sólida en cuyas paredes se encuentran las pinturas más antiguas y bellas del arte budista. Las más antiguas datan del segundo siglo antes de Cristo, la edad de oro de la pintura india. Junto con los frescos de Pompeya, Ajanta representa la mayor galería de imágenes que sobrevivieron desde el mundo antiguo y la representación más amplia que tenemos de la vida clásica civilizada.
Los murales de Ajanta cuentan las historias de Jataka sobre la vida de Buda en imágenes de suprema elegancia y gracia. Los artistas produjeron imágenes que sutilmente exploran una amplia variedad de situaciones humanas, desde la renuncia ascética a través de retratos de Bodhisattvas compasivos de belleza de otro mundo, hasta escenas más terrosas de coqueteo cortesano en amplios jardines de placer perdidos en India.
Monasterios con decoración sensual
Aunque las imágenes fueron supuestamente destinadas a un público monástico, la imagen de Buda tiende invariablemente a no mostrarlo en su medio monástico, después de su conversión, sino en el ambiente cortesano en el que se crió.
Aquí, entre hermosos príncipes y nobles, princesas de piel oscura languidecen amor, mientras niñas y cortesanas de imponentes pechos bailan desnudas, excepto por sus joyas y fajas, en medio de los jardines del palacio y los edificios de los tribunales.
Estas mujeres se ajustan bastante a las ideas de la belleza femenina propagada por el gran dramaturgo del siglo V Kalidasa, quien escribe sobre hombres suspirando frente a los retratos de sus amantes, esforzándose para encontrar las metáforas adecuadas para describirlos.
"Reconozco su cuerpo en liana; la expresión de gacela asustada en sus ojos; la belleza de su rostro en el de la luna, sus trenzas en el plumaje de los pavos reales (...) ¡Ay amiga tímida, ninguna cosa se compara a ti".
Como dijo el gran historiador del arte indio Vidya Dehejia, "no se asociaban a la idea de que este tipo de imágenes sensuales pueden generar pensamientos irreverentes, sino que las asociaciones establecidas parecen haber acentuado el crecimiento, la prosperidad y los buenos augurios".
"Es por eso que los monasterios de Ajanta se llenaron de imágenes de bellas mujeres, porque ante los ojos de los monjes, esta decoración era completamente apropiada".
Tenía 18 años cuando visité por primera vez estas cuevas, lo que me dio una pausa para la reflexión. ¿Por qué un monasterio construido por monjes budistas, célibes, fue decorado con imágenes de hermosas mujeres cortesanas con pechos desnudos?
Luego de una pausa de 30 años, volví hace pocos días. Y una vez más el mismo pensamiento atravesó mi mente.
En el mundo cristiano era Cuaresma, temporada de la autodisciplina y autoprivación, pero ahí estaba yo en medio de una comunidad monástica célibe que había elegido voluntariamente vivir el camino ascético austero en una pequeña cueva, y sin embargo tomaron la decisión deliberada de cubrir las paredes de sus templos con imágenes de atractivas y voluptuosas mujeres.
No soy el único sorprendido. Los occidentales que vienen a India siempre se han desconcertado al encontrarse con un conjunto muy diferente de actitudes sensuales y su relación con lo sagrado.
Aquí se considera totalmente adecuado cubrir las paredes de un templo con parejas copulando gráficamente.
Templos "pecaminosos" para el cristianismo
El cristianismo, por el contrario, siempre ha visto el cuerpo humano como esencialmente pecaminoso, lujurioso y vergonzoso, el vehículo contaminado del alma perecedera, algo que tiene que ser domesticado y disciplinado. Un obstáculo carnoso para la salvación.
Hace una década recuerdo haber pasado otra Cuaresma en los austeros monasterios coptos del desierto de Egipto.
Fue aquí, en los últimos días del Imperio Romano, donde se formularon las primeras doctrinas cristianas sobre la pecaminosidad inherente al cuerpo humano.
En oposición al amor romano clásico por la sensualidad, los primeros monjes cristianos se dispusieron a mortificar sus cuerpos y luchar contra todas las tentaciones de la carne.
Sólo desafiando los impulsos y sacándolos fuera del cuerpo, según la creencia de los monjes coptos, se puede llegar a la perfección. Somos polvo y en polvo nos convertiremos. Y estas actitudes no han abandonado del todo la tradición cristiana occidental.
Para los colonos británicos coloniales, la obsesión del arte de India con el cuerpo sensual de alguna manera bloqueó la apreciación del arte indio.
La escultura india fue considerada inmoral y el contacto con ella podía infectar la sensibilidad moral, se creía. Ya en el siglo XVII los viajeros europeos se quejaban sobre los templos llenos de "mucha inmodestia, fornicación de estilo pagano y otras abominaciones (...) [y] llenos de figuras lascivas de monstruos, donde uno no puede entrar sin horrorizarse".
Incluso en el libertino siglo XVIII un caballero se quejó de que "las figuras de dioses y diosas se muestran en posturas tan obscenas, que hasta las ninfas de Covent Garden estarían contrariadas para imitarlos" .
Lo sensual es lo sagrado
Pero los indígenas precoloniales no asociaban a las mujeres con el pecado y en las voluminosas escrituras indias no hay ninguna Eva. Las mujeres no se asociaban con la tentación, sino que con la fertilidad, la abundancia y la prosperidad y hay un reconocimiento abierto de la sexualidad como una ruta a lo divino.
"En los brazos de su amada, el hombre olvida al mundo entero, lo de adentro y lo de afuera", afirma el Brihadaranyaka Upanishad. "De la misma manera, el que se abraza a sí mismo no conoce ni lo de adentro ni lo de afuera".
Por esta razón, a lo largo de su larga historia, el arte de India -visual y literario- ha celebrado constantemente la belleza del cuerpo humano.
De hecho toda la tradición del yoga tenía por objeto perfeccionar y transformar el cuerpo, con el fin, entre sus principales adeptos, de hacerlo trascendente, omnisciente, incluso divino.
El cuerpo, en otras palabras, no es un apéndice contaminado que debe ser azotado hasta la sumisión, sino un potencial vehículo de la divinidad.
En esta tradición, lo sensual y lo sagrado no se oponen. Ellos son uno, y lo sensual es visto como una parte integral de lo sagrado. Los dioses siempre se representan como sobrehumanamente hermosos, porque si la imagen no era hermosa, entonces los dioses no se convencerían de habitar la estatua.
Esta obsesión con la belleza del cuerpo humano sobrevivió a oleadas de invasiones, y a la llegada del Islam al el sur de Asia.
De hecho a principios del siglo XVIII vemos imágenes explícitas del emperador Muhammad Shah " Rangila " haciendo el amor con su amante. No fue, por tanto, la época islámica la que llevó a la ruptura dramática con las tradiciones sensuales en India.
Ruptura
Esa ruptura ocurrió durante el período colonial, con la llegada de misioneros cristianos en el siglo XIX. En reacción a las diatribas británicas sobre " la inmoralidad hindú " una nueva generación de reformadores hindúes educados en Reino Unido comenzó a criticar y reexaminar sus propias tradiciones.
Surgió un movimiento que instó a las mujeres hindúes a cubrirse y la castidad y la modestia fueron elevados como los atributos ideales de la feminidad hindú.
Hoy en día existe mucha vergüenza y negación sobre el papel de lo erótico en la India premoderna. Cuando se le preguntó a un exministro de Salud sobre la crisis del SIDA en India hace algunos años, éste declaró que las tradiciones nativas de India de la castidad y la fidelidad fueron más efectivas que el uso de condones.
Más recientemente, en diciembre pasado, el Tribunal Supremo de India confirmó una ley que tipificaba como delito las relaciones homosexuales, asegurando, nuevamente, que éstas estaban en contra de la tradición india.
El ministro y el juez al parecer nunca habían oído hablar del Kama Sutra o visitado los templos eróticos de Khajaraho. Mucho menos se adentraron en la rica tradición cortesana de la poesía amorosa lesbiana rajastaní.
Para mí este interesante choque de percepciones deja muchas lecciones. Todos estamos culturalmente programados, tal vez de manera especial, en materia de sexo y sensualidad. Suponemos que muchos de nuestros valores son universales, cuando en realidad son muy subjetivos y personales.
También nos muestra lo fácil que proyectamos los valores morales de hoy en el pasado.
Suponemos que los monjes budistas desaprueban y evitan las imágenes sensuales, pero la sensualidad descarada del arte budista temprano en Ajanta y otros sitios es abrumadora. Si la historia en general y la historia del arte en particular tienen algún valor más allá del entretenimiento y nos ofrece lecciones y ejemplos del pasado, es tal vez para liberarnos –tal como los viajes- de la tiranía de nuestros propios valores culturales y hacernos conscientes de lo contingentes y limitados por el tiempo, la cultura y la geografía que muchos de nuestros prejuicios son en realidad.
BBC
El misterio del papiro y la mujer de Jesús sigue sin ser revelado
Un fragmento de papiro del siglo IV, escrito en copto, la lengua del antiguo Egipto, que ya causó un gran revuelo cuando fue descubierto en 2012, acaba de ser considerado auténtico por la prestigiosa Escuela de Teología de la Universidad de Harvard, por la de Columbia y por el MIT.
La noticia de la supuesta autenticidad de ese documento -que no de su contenido- ha despertado una enorme atención entre los académicos tras ser expuesto en público en una cumbre sobre lengua copta que se celebra en Roma porque en él y por primera vez, Jesús de Nazaret habla de su “mujer”, lo que supondría que estaba casado. Pero en ese caso, ¿quién era ella?
El papiro gnóstico debe su nombre (Evangelio de la esposa de Jesús,aunque no destapa su identidad) a la investigadora americana Karen King que está convencida de que se trata de María Magdalena, pero solo ahora se confirmaría como original, y coincide con el debate abierto por el papa Francisco tras afirmar que la Iglesia necesita una “nueva teología de la mujer”.
Para los que llevamos años analizando los textos evangélicos de la Iglesia, sean los canónicos o los apócrifos, sobre todo los gnósticos, no es ninguna novedad que Jesús estaba casado y seguramente tuvo hijos, algo tan normal en la sociedad judía de su tiempo que lo contrario hubiese sido anormal.
Nada más precioso para un judío que la descendencia. Hasta el punto de que, en la Biblia, Dios permite a los patriarcas, cuyas esposas eran estériles, acostarse con una esclava que les diera un hijo.
Los cristianos siempre se preguntaron por qué los Evangelios nunca hablan de la familia de Jesús. Y la respuesta de los investigadores e historiadores fue siempre la misma: porque para los judíos tener familia era algo totalmente normal, tan normal que ni se mencionaba. Todos los apóstoles, por ejemplo, estaban casados y en los textos sagrados nunca se habla de sus mujeres e hijos. Sólo una vez se nombra de refilón a la suegra de Pedro a la que Jesús curó de una enfermedad. Más nada.
Otro de los motivos es que la Iglesia, ya desde los inicios del primer cristianismo, rechazó como “no canónicos” los importantes evangelios gnósticos, un movimiento filosófico y teológico que influyó a las primeras comunidades cristianas y que se contraponía a la teología de la cruz y de la redención de Pablo de Tarso. En ellos, se dice que Jesús estaba casado.
Al final se impuso, ya en el siglo II, la teología de Pablo. La Iglesia quemó los evangelios gnósticos, excepto un puñado que fueron escondidos por unos monjes y encontrados por unos pastores en 1945, en Egipto, escondidos en unas ánforas de barro selladas y que sólo ahora empiezan a ser estudiados a fondo.
En esos textos considerados heréticos se dice que la “mujer de Jesús” era María Magdalena, a quien la Iglesia confundió durante siglos con una prostituta hasta que tuvo que rectificar cambiando el texto evangélico de la liturgia de la santa.
En esa literatura gnóstica, como en el papiro, Magdalena, que podría no ser una mujer judía, aparece como la “esposa” y la “discípula” de Jesús. Se trata de una mujer culta e iluminada a la que Jesús “confiaba secretos” que ocultaba a los otros apóstoles, algo que despertaba los celos de Pedro que llega a quejarse de ello en público al Maestro. Existe incluso, el Evangelio de María Magdalena.
Esos textos cuentan que Jesús “besaba en la boca” a la Magdalena, algo que en dicha filosofía tenía un doble significado: amor sexual y transmisión de sabiduría, ya que, según los gnósticos, la verdad se transmitía a través de la boca.
El papiro no nos dice quién era esa mujer de Jesús. Quienes revelan ese enigma con un simple análisis hermenéutico son los cuatro Evangelios canónicos que nos cuentan que, en durante la crucifixión, María Magdalena estaba en primera fila, mientras todos los discípulos varones estaban escondidos y con miedo.
La Magdalena aparece también ungiendo el cadáver de Jesús. Y el domingo de pascua, es ella la que va de nuevo al lugar de la crucifixión y a ella se aparece el resucitado al que abraza con tal fuerza que tiene que decirle : “Basta ya”.
El Padre y Doctor de la Iglesia, Santo Tomás de Aquino, se preguntaba incrédulo por qué Jesús, al resucitar, se apareció a la Magdalena y no a Pedro y a sus apóstoles. Eso, porque además la mujer judía en aquel tiempo no era creíble ni podía actuar como testigo en un proceso judicial. Por eso, Pedro “no la cree”, cuando va a decirle que Jesús había resucitado y él mismo se dirige para comprobarlo al sepulcro que encuentra vacío.
Los cuatro evangelistas colocan a María Magdalena a los pies de la cruz. Los tres sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) la nombran junto con “otras mujeres”, pero el Evangelio de Juan, que fue el último y más reciente, unos 90 años después de la muerte de Jesús, y que conocía bien los otros tres, cita solo a la Magdalena. Más aún, ofrece detalles que unicamente ella pudo haberle contado en vida, como su salida el domingo hacia el Gólgota “al alba”, cuando “aún estaba muy oscuro” y que ante el sepulcro vacío “se echó a llorar”.
Y cuando se encuentran Jesús resucitado y ella, ambos se tratan con una familiaridad que en la cultura judía de entonces sólo se permitía a dos esposos y ni siquiera en público.
Cuando el escritor José Saramago, Nobel de Literatura, leyó mi libro La Magdalena, el último tabú del Cristianismo (Aguilar, 2006) en el que se defiende esta tesis, comentó a Pilar, su esposa: “Si se apareció a ella, antes que a Pedro y a su misma madre, claro que era su mujer”, y añadió: “Pilar, si cuando yo muera pudiera resucitar ¿a quién me iba a aparecer primero si no a ti?”
El papiro copto encontrado en el que Jesús habla de “mi mujer”, si en verdad es auténtico como parece, no haría más que corroborar lo que los teólogos biblistas defienden desde hace más de 50 años: Jesús estaba casado con la gnóstica María Magdalena, a quién se le aparece antes que a los mismos apóstoles que tuvieron que resignarse a conocer por ella la importante noticia de la resurrección.
La Teogonía: un intento de comprender ‘la verdad’
Aunque las obras de Homero y Hesíodo fueron prácticamente coetáneas, lo que las diferenciaba será la intencionalidad. Ambas nos muestran el final de una época: los siglos oscuros. Hesíodo representaba todo lo contrario a Homero, interesado tan sólo en la gloria de los héroes de antaño. Hesíodo se ocupa del presente, de su presente. Y se interesa por el origen de los dioses. Pero ofrece datos fiables de lo que aconteció en Grecia a finales del siglo VIII a.C.
Sabías que… Hesíodo era hijo de un marinero de Eolia, de la ciudad de Cyme. Su familia se arruinó y se vio obligada a emigrar a Boecia, a la ciudad de Ascra. En el principio de sus poemas se declaraba poeta profesional y afirmaba que había ganado varios certámenes. Homero nunca indicó su nombre o su origen.
La Teogonía implicaba un intento de comprender ‘la verdad’, una lógica fundamental en el espíritu griego. La Teogonía es la primera obra que conocemos sobre la religión griega, estableció una genealogía del panteón griego que no ha sido alterada nunca. Era un himno a las musas. Una composición poética donde el autor cantaba a las musas para que le revelasen la verdad. Nos trasmitió una religión prácticamente formada. La intención de la obra era la de mostrar cual es el origen de los dioses y la valoración moral que esto implicaba. Además de dejar patente la manera en la que el orden se había impuesto al caos, igual que hiciera la obra de Homero. Hesíodo representaba el final de una tradición, que había arrancado en Micenas forjando la religión griega hasta la creación del poema de Hesíodo. En La Teogonía todo era orden, describiendo las especies, las familias y sus relaciones. Se trataba de una religión perfectamente estructurada en genealogías, con un orden moral muy rígido. Hesíodo nos mostraba un mundo abarcable, con un exacerbado sentido de la justicia divina. El mundo de los dioses era un gran oikos donde todos pertenecían al mismo genos.
En un momento en el que la polis aristocrática se estaba desgajando en dos polos opuestos: Atenas y Esparta. Hesíodo nos mostraba la necesidad de tener un sostén en el mundo, una fuerza superior: la Moira, una especie de destino justiciero. En el momento que alguien se alejaba de su lugar establecido en el mundo, cometía el pecado de hybris, y era la Moira la encargada de aplicar una némesis como castigo. Ni siquiera los dioses escapaban a la justicia de la Moira. Existía un vínculo muy estrecho entre dioses y hombres, aunque su relación será siempre amarga, triste, un poco desconsolada. Para los griegos, los hombres tenían una parte divina, ya que habían nacido de las cenizas de los titanes. Hesíodo nos presenta la “teoría de la caída”, muy presente en el mito de Prometeo o el mito de Pandora.
A diferencia de Homero nos hablaba de su presente. Aunque ambos autores intentaron ignorar los siglos oscuros, nosotros podemos verlos a través de sus ojos. Hesíodo trataba de reflejar la verdad. Tras cinco siglos de oscuridad, ambos autores mostraron la autoconfianza de los griegos. Esta visión global del mundo no se abandonará nunca.
En colaboración con QAH| Dave Meler
También en QAH| Stasis: convulsión en el mundo griego
Más info| Dave Meler, Los Albores de la Civilización, ed. Osiris, 2013, Madrid. Fatás Cabeza y García Quintela,Materiales para un curso de Historia Antigua, Tórculo Ediciones, Santiago, 1993.
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