Cuando fue presentado ante una multitud enfervorizada en la plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, el 13 de marzo de 2013, pocas personas fuera de América Latina sabían mucho sobre Jorge Bergoglio.
Pero una década después, basándome en mis trabajos como estudioso del catolicismo, diría que la mayoría de los católicos conocen y aman al papa Francisco. También ven una profunda conexión entre su mensaje y sus prioridades, y sus sueños y esperanzas de una Iglesia mejor y un mundo reconciliado.
Cuando el papa Francisco fue presentado en 2013, yo trabajaba como experto africano en catolicismo global para la Televisión de Canadá. Me quedé sorprendido cuando el nuevo papa fue presentado al mundo en directo por televisión porque no tenía información biográfica sobre él. Así que me puse a hacer la listade lo que los católicos africanos queríamos del nuevo papa.
Entre otras cosas, un catolicismo descentralizado y descolonizado, con más poderes para que los líderes eclesiásticos locales pudieran afrontar los retos locales utilizando sus propios recursos culturales y espirituales. También existía la necesidad urgente de dar a los católicos africanos más puestos en la mesa de toma de decisiones de la Iglesia mundial.
Antes del papa Francisco, muchos de estos retos se ignoraban, se espiritualizaban o se disimulaban con tópicos morales. El papa Francisco los ha asumido. Es el primer papa poscolonial que desafía al sistema dentro de la Iglesia y la sociedad que explota a los pobres y vulnerables.
El papado de Francisco se basa en lo que él llama una “revolución de la ternura”. Esto refleja dos temas centrales: el valor de soñar y la cultura del encuentro.
Estos dos temas han resonado entre los católicos africanos. Despiertan un sentimiento de esperanza en que, aprovechando colectivamente los recursos humanos, materiales y espirituales de África, sea posible abordar los retos sociales, económicos y políticos del continente.
El valor de soñar
La palabra “sueño” es una constante en el vocabulario del papa Francisco. Es el título de uno de sus libros recientes, Soñemos: el camino hacia un futuro mejor. En él, invita a las personas a trabajar juntas como una sola familia humana y a romper las cadenas de la dominación impulsada por el nacionalismo, el proteccionismo económico y la discriminación.
Describió su reciente viaje a África como un sueño hecho realidad. Le dio la oportunidad de compartir un mensaje de esperanza y paz con los pueblos de la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.
Cuando se quedó solo en la plaza de San Pedro en marzo de 2020, en el punto álgido de la pandemia de la covid-19, el papa Francisco pidió a la humanidad “despertar y poner en práctica esa solidaridad y esperanza capaces de dar fuerza”, y abrazar el coraje de volver a soñar.
Reflexionando sobre la pregunta que Jesús hizo a sus discípulos en la Biblia, “¿por qué tenéis miedo?”, animó a la humanidad a no perder la esperanza por el miedo y la desesperación que rodean a la pérdida de vidas a causa del virus.
La cultura del encuentro
En su discurso ante la Asamblea General de la ONU en 2015, el papa Francisco invitó al mundo a abrazar una cultura del encuentro.
Esto, dijo, conduciría a una “revolución de la ternura” y a la globalización del amor y la solidaridad.
He sostenido en mi investigación que la “cultura del encuentro” es su forma de captar la ética comunitaria del ubuntu, que engloba los valores africanos de comunidad, participación, inclusión y solidaridad.
Bajo este lema, el papa Francisco desafía a las personas a imaginar un mundo liberado de la violencia y la guerra; de una humanidad común que habite en paz en un clima saludable; y de economías que funcionen para todos, especialmente para los pobres.
En su carta a los obispos, Fratelli Tutti (no.195), el papa Francisco afirma que la cultura del encuentro puede hacer añicos estructuras, sistemas y prácticas institucionales estrechas, diseñadas social e históricamente. El sueño de un mundo mejor, afirma, puede hacerse realidad si las personas aprenden a amar en lugar de odiar.
El papa Francisco desafía a todos los ciudadanos del mundo a contribuir a reparar las interconexiones que se han roto entre pueblos, naciones, culturas, iglesias y religiones. Estas rupturas, dice, son el resultado de largos años de prácticas excluyentes, sistemas económicos y globales injustos y falsas ideologías de identidad.
Hacer realidad el sueño
En su exhortación apostólica Querida Amazonia, el papa Francisco escribe sobre cuatro sueños que tiene para todos los pueblos.
El primero es un sueño social, en el que todos puedan vivir una vida abundante con dignidad y en un medio ambiente sano. Esto puede realizarse, propone, mediante “un arduo esfuerzo en favor de los pobres”.
El segundo es un sueño cultural en el que se afirman las culturas de las personas. Se valoran sus talentos y pueden aplicar su potencial humano y sus recursos materiales como agentes libres. Para un continente africano que sigue sufriendo los efectos del colonialismo tanto en la Iglesia como en el Estado, el papa Francisco propone una fuerte resistencia a las fuerzas destructivas del neocolonialismo.
El tercer sueño es la esperanza de una humanidad que florece a través de la administración responsable de los recursos de la Tierra. Esto invita a todos los pueblos a cuidar, proteger y defender el medio ambiente.
El cuarto sueño es la esperanza del papa Francisco en que la Iglesia católica se convierta en una comunidad de comunidades, en la que las personas busquen un terreno común. Esto requiere el rechazo de cualquier forma de prácticas excluyentes. Aboga por la liberación de los pobres y la protección de los derechos de los vulnerables y de quienes han sufrido abandono, opresión y abusos.
Hacer realidad este sueño, especialmente en África, exige desmantelar las estructuras del neocolonialismo, las estructuras globales de injusticia y el ciclo de dependencia que sigue caracterizando la relación entre el continente y el resto del mundo.
También requerirá una nueva cosecha de líderes transformadores que estén del lado de la gente. Líderes que sitúen los intereses de sus países y del continente por encima de intereses egoístas, étnicos o partidistas.
Nueva identidad
La revolución de la ternura del papa Francisco puede ayudar a crear una nueva identidad cohesionada en África, construida sobre una conciencia histórica de quiénes somos, hasta dónde hemos llegado y cómo podemos alcanzar el futuro de nuestro sueño.
El valor de soñar y la cultura del encuentro son capaces de dar paso a una nueva ética de la cooperación, la colaboración y la inclusión, de modo que se promueva y preserve el bien común en beneficio de todos.
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