En 2016 se encontró algo inesperado detrás de una pared de la iglesia de San Fermo di Maggiore, en Verona, Italia. Los trabajos de restauración sacaron a la luz un imponente sarcófago de piedra. Una cruz patada indicaba su vinculación con la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón, más conocida como la Orden del Temple.
El arqueólogo Giampero Bagni y el antropólogo Fiorenzo Facchini, ambos de la Universidad de Bolonia, se encargaron de investigar los restos. Allí descansaba un hombre poderoso, de avanzada edad, que fue enterrado en un sudario de seda. La prueba de datación del carbono 14 y los estudios documentales sugirieron que los investigadores podrían estar ante un hallazgo de alcance mundial: la identificación, por primera vez, de uno de los 23 grandes maestres de la orden de los caballeros templarios.
Los estudios apuntaron que podía tratarse de Arnaldo de Torroja, un insigne noble nacido en Solsona (en la actual Lérida) que tuvo un importante papel en la Reconquista y que fue el único gran maestre de la orden, el noveno, nacido en España. Ayer, investigadores, templarios actuales y autoridades, presentaron en Verona, en un congreso histórico-científico titulado «Il sarcofago ritrovato a Verona e i templari», todas estas pesquisas. Junto a ellas, los resultados de unos análisis de ADN, conducidos por el español Carles Lalueza-Fox, que apoyan la hipótesis de que el origen de este hombre está en Cataluña. También sugieren que tenía los ojos azules.
«Confirmar la identidad de esta persona sería un descubrimiento de alcance mundial», explicó a ABC Giampero Bagni. «Sería la primera vez en la historia en la que se encuentra a un gran maestre de los templarios. Todos los otros fueron enterrados en París o en Tierra Santa y se han perdido». Por desgracia, ese descubrimiento no puede confirmarse todavía.
Forenses de la Edad Media
«Para confirmar la identidad de esta persona habría que hacer un estudio de genética forense, donde se pudiera comparar estos restos con los de un pariente de primer grado, es decir, con un hermano, un hijo o un progenitor», explicó a ABC Carles Lalueza-Foz, investigador del Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto de la Universidad Pompeu Fabra y del CSIC, y que ha realizado los análisis genéticos de los restos del sarcófago.
Pero esta tarea no es nada sencilla:«Casi no quedan sepulcros intactos de ese tiempo. Apenas hay muestras de ADN de este siglo en Europa», comentó el investigador. Por este motivo, los científicos solo han podido conducir un estudio de genética de poblaciones. En concreto, han comparado secuencias de ADN características del que podría ser Arnaldo de Torroja con poblaciones europeas actuales, con el fin de delimitar su procedencia. Los resultados sugieren que el ADN del interior del sarcófago se parece más al de los ibéricos de hoy en día que a franceses o a italianos.
Según Lalueza-Fox, hay indicios de que el ADN es ligeramente más similar al de los catalanes de hoy, aunque matizó que hay pocas muestras actuales con este origen. Además, el investigador reconoció que «hay un problema»: «Asumimos que las poblaciones actuales son iguales a las que había hace 800 años, lo cual probablemente no es cierto». Sin embargo, ha ocurrido un «milagro», que, según este experto, podría desvelar el misterio.
La respuesta, en Tarragona
La posible respuesta la tenía, sin saberlo, Leticia Darna Galobart, investigadora en heráldica medieval de la Universidad de Barcelona. Según explicó a ABC, los investigadores italianos se pusieron en contacto con ella cuando descubrieron sus estudios en el sarcófago de Guillermo de Torroja, el hermano de Arnaldo, que se encuentran en la catedral de Tarragona. «Se preguntó si se podría extraer ADN de la tumba y se solicitó. Las pruebas aún están pendientes», dijo.
Según Darna, los hermanos Torroja pertenecieron a una familia ilustre, muy importante en la corte de Ramon Berenguer IV, princeps de Aragón y padre del que sería el primer rey de una corona, la aragonesa, que incorporó los condados catalanes. Los Torroja eran los señores del castillo de Solsona (en Lérida), y adquirieron su nombre cuando dominaron el castillo del mismo nombre. Guerrearon y apoyaron las campañas de Berenguer IV. Parece ser que tres hermanos siguieron derroteros distintos: Guillermo de Torroja fue obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona, un tal Pedro se hizo obispo en Zaragoza, y Arnaldo (nacido cerca de 1120) tomó las armas y el hábito: entregó sus posesiones al Temple e ingresó en la orden para morir a su servicio.
Lucha contra Saladino
Arnaldo de Torroja luchó como caballero en las conquistas de Ramón Berenguer IV de Tortosa (1148), en la que participaron Génova, el Temple y el Hospital, y Lérida (1149). Se convirtió en maestre provincial de Aragón. Allí se encargó de administrar las posesiones que fueron pasando a la orden, de enviar suministros y dinero a Tierra Santa y de reclutar y entrenar caballeros y escuderos.
Pero las órdenes de caballería tenían la vista puesta en los Santos Lugares, y Arnaldo no fue distinto. Hizo tres viajes a Oriente y, en 1180, tras la muerte en una prisión de Damasco de su predecesor, fue nombrado gran maestre. Le tocó dirigir el Temple en un momento crítico.
Por entonces, el rey de Jerusalén, Balduino IV, estaba arrasado por la lepra y Saladino ya era el príncipe musulmán más poderoso de los últimos dos siglos. Parece ser que Torroja participó en la firma de una conveniente tregua con los musulmanes. Su última misión fue viajar a Europa para pedir una nueva cruzada. Pero murió y fue enterrado en Verona, en 1184, donde estaba el Papa.
Tres años después, la desastrosa batalla de los Cuernos de Hattin se convirtió en la tumba de un gran ejército cristiano. Semanas más tarde, Jerusalén cayó. La tragedia hizo arrancar la mítica cruzada de Ricardo Corazón de León, Federico Barbarroja y Felipe II de Francia.
Gonzalo Lopez Mestre para El PAIS
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