Promulgado por el emperador Galerio, el Edicto de la Tolerancia –o Edicto de Nicomedia (antigua ciudad de Anatolia y actual ciudad de Izmit, Turquía)– detuvo la persecución a los cristianos ordenada por el emperador Diocleciano.
El emperador Galerio, implacable represor e impulsor de las persecuciones, además de los emperadores Licinio y Constantino, ordena por motivos de clemencia y oportunidad política el cese de las persecuciones anticristianas.
En el documento también se reconoce la existencia legal a los cristianos, la libertad para celebrar reuniones y la posibilidad de construir templos, indicando que eso se llevase a cabo sin alterar el orden público.
También el edicto solicita a los cristianos a que recen por el bien público y el del emperador. Esto puede ser interpretado como una tentativa de integración de los cristianos y de su instrumentalización con fines políticos. Luego de la promulgación del edicto, muchos de ellos que habían sido privados de su libertad fueron liberados.
Con el Edicto de Nicomedia cesa entonces cualquier penalización del cristianismo y adquiere así el estatuto de religión permitida (religio licita) en las provincias del Danubio y de los Balcanes.
Dos años después, en el año 313 se promulgó el Edicto de Milán, que consagró totalmente la libertad de cultos colocando al cristianismo en un pie de igualdad con las otras religiones del Imperio.
El edicto original no fue encontrado, su texto se conoce a través de la transcripción en latín del mismo efectuada por Lactancio en su libro titulado "Sobre la muerte de los perseguidores" (De mortibus persecutorum), una espeluznante descripción de los sucesivos destinos de los emperadores que persiguieron a los cristianos.
El emperador Constantino I –auténtico legalizador de la religión cristiana– llegaría a ser el único emperador del Imperio y revertiría las consecuencias de los edictos retornando todas las propiedades confiscadas a los cristianos. Bajo el gobierno de Constantino el cristianismo se convertiría en la religión principal del Imperio Romano y tanto Diocleciano como Galerio acabarían siendo demonizados por sus sucesores cristianos.
Decisión imperial
El momento en el que el gobierno del Imperio Romano de Oriente tomó la determinación de promulgar el Edicto de Nicomedia, su emperador, Galerio, estaba enfermo de cáncer y su estado fue tomado por los apologistas cristianos como un castigo de Dios.
Parece ser que la enfermedad pudo haberlo llevar hasta una actitud más tolerante.
Queda constancia del nefasto estado de salud del emperador en los textos del escritor latino Lactancio, quien relató minuciosamente como Galerio padeció durante un año los más horribles sufrimientos y, pudriéndose en vida, al parecer reconoció a Dios.
Dados los síntomas, actualmente se cree que pudiera haber sido un cáncer colorrectal, una gangrena o una gangrena de Fournier.
En los intervalos entre sus espantosos dolores, Galerio habría prometido a gritos que reconstruiría la iglesia que había contribuido a demoler. Así, a escasos días de su muerte promulgó el Edicto de Tolerancia.
Maria Fernandez Rei
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