martes, 27 de septiembre de 2016

Imhotep su paso de la historia a la leyenda

Por Isabel Genovés Estrada
     Desde los curiosos ojos de Hipatia trataremos de saber un poco más de este importante arquitecto egipcio. De cómo fue posible que después de muerto, siendo un personaje real,  se convirtiera en sujeto de culto. Se han encontrado testimonios arqueológicos que nos dicen que Imhotep fue considerado un gran arquitecto, pero además un intelectual que servía de ejemplo a los demás. Reunió en su persona los más altos oficios religiosos y seculares de la Administración egipcia.
Pirámide escalonada de Zoser en Saqqara. Foto Isabel Genovés.
     Fue el artífice del gran complejo que es la pirámide escalonada de Saqqara, que se construyó para  el rey Zoser o Dyoser (lo encontraran escrito de las dos formas), hacía el 2600 ó 2700 antes de nuestra era, según a que especialista consulten. De lo que no hay duda es que está encuadrada su construcción en tiempos de la III dinastía. Fue el primer complejo tan colosal construido en piedra, una gran innovación técnica. La pirámide escalonada la concibió Imhotep como una escalera para el faraón que le ayudara a subir al cielo. O como hace notar Donadoni, hace referencia al túmulo primigenio sobre el que en el origen de los tiempos, el sol salió del caos para inaugurar el mundo en el que vivimos. La pirámide se encuentra en el centro del complejo, está formada por seis paralelepípedos, colocados unos sobre otros siguiendo un escalonamiento progresivo. Los estudios de esta edificación demuestran que en el principio de su construcción fue una mastaba que derivó en pirámide. Está rodeada de otras estructuras de forma y función diferentes, todo para honrar al monarca. Bajo la pirámide hay varios corredores subterráneos que convergen hacia una sala donde se encontraba el cuerpo del rey. Se encontraron vasos de piedra que hacían referencia a los cargos que ostentaba el arquitecto, junto con otros con los nombres de los reyes que le habían precedido.
     Como hemos comentado anteriormente el complejo funerario de Zoser en Saqqara es todo un alarde técnico para la época, un punto de ruptura con las arquitecturas anteriores. Un ejemplo son las columnas papiriformes adosadas al muro que nos recuerdan o imitan las plantas, que encontraremos a lo largo de toda la historia arquitectónica egipcia. Recordándonos ese interesante microcosmos que para ellos eran los templos, vinculando las raíces de las plantas  con la tierra, su parte superior con el cielo y lo divino.
     El faraón Zoser también le mandó construir a Imhotep un santuario al dios Sol en Heliópolis, del que solo quedan fragmentos de unos relieves. La reputación de Imhotep como arquitecto parece ser que era tan importante que los escribas lo acogieron como uno de ellos, dándole un lugar destacado en su gremio. Una referencia a él se encuentra en el Canto del arpista, que es un poema egipcio, cuya mejor copia es la del Papiro Harris 500 del Museo Británico. Su nombre aparece también en otro documento del mismo museo, con lo que queda claro que su obra y su persona a pesar del tiempo transcurrido seguían siendo ensalzadas.
     En algún momento que está por determinar la figura de Imhotep pasó de ser considerado un sabio, a ser hijo del dios Ptah, creador de Menfis. Su culto como hijo de Ptah se puede rastrear desde el período Saíta, que se corresponde con la dinastía XXVI, en Menfis y Saqqara. Se han encontrado algunas estatuillas en bronce que lo representan, en ellas lleva un papiro sobre sus piernas alusión al conocimiento, lleva una falda larga aludiendo a la pureza religiosa, en la cabeza un casquete que lo identifica con Ptah.
Imhotep.
     Su templo principal se encontraba al norte de Saqqara, y un santuario en Menfis. En el período ptolemaico su culto se extendió al sur de Tebas, al templo de Ptah en Karnak. En tiempos del emperador romano Tiberio, se inscribió un elogio a Imhotep en la cuarta puerta de su templo. En el templo de Deir el-Medina en Tebas, hay una triada en la que está representado con su madre mítica Jereduanj bajo la forma de la diosa Hathor, y su mujer Renpet-nefret.
     Se va extendiendo su culto, al mismo tiempo que asume un papel más el de médico sanador. Así se asocia a la terraza superior del templo de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahri, y al templo de Hathor en Dendera, donde una loa a Imhotep lo asocia al sanatorio que allí había. También las parejas que deseaban tener descendencia elevaban sus plegarias hacia él. El culto a Imhotep fue muy popular en el período romano, sobre todo porque se le atribuía resolver problemas comunes, con los que la gente lidiaba cada día.
Bibliografía:
  • DONADONI, Sergio (2001), El arte egipcio, Madrid, Ediciones Istmo, S.A.
  • HART, George (2003), El pasado legendario. Mitos egipcios, Madrid, Ediciones Akal, S.A.

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