A lo largo de la Historia, nos hemos encontrado con
numerosas mujeres que han pasado a nuestra historia por diversas razones, entre
ellas destacan por ejemplo: Marie Curie, Rose Bertin, Irena Sendler, etc. Sin
embargo, en el Antiguo Egipto destaca una mujer que no tuvo miedo a las
civilizaciones exteriores ni a los esfuerzos políticos ni económicos, además
destaca por una obra megalómana, el majestuoso templo de Deir el-Bahari,
situado en la orilla oeste de Tebas. Todo esto lleva a decir, que fue una reina
en Egipto, una faraona.
Hatshepsut (1507 a.C.-1456
a.C.) provenía de la dinastía XVII, hija de Tutmosis I (con
quien sentía una gran relación y afinidad) y de la esposa real, la reina Ah-Més Ta-Sherit. Su matrimonio,
aunque hoy en día parezca remoto, fue con su hermano Tutmosis II, en la
historia era muy común casarse entre hermanos para mantener la pureza en
la sangre . Debido a que su marido-hermano era muy joven para mantener el
título de faraón, Hatshepsut se coronó como reina. Este suceso, de tener a una
mujer en lo más alto de la jerarquía faraónica fue un tanto rechazado por sus
propios contemporáneos o coetáneos, tanto el pueblo como los sacerdotes
religiosos desestimaban esta idea.
Debido a los problemas citados anteriormente, la
inteligencia, la pronta madurez y la ambición hicieron que se convirtiera
en una majestuosa reina. Sus obras políticas, comerciales y arquitectónicas no
corrieron a cargo solo de ella, sino también de un personaje clave en su vida, Sen en Mut. Este fiel seguidor y
preceptor tuvo mucho que ver en este asunto. Su verdadera profesión era
arquitecto, aunque también se encargaba de temas relacionados con la
administración. Este personaje fue tan importante que tuvo verdaderos
privilegios, sin tener en cuenta que provenía de una familia modesta. Sen en Mut dirigió espectaculares trabajos
arquitectónicos por todo Egipto, especialmente en Tebas y Karnak, pero la obra que le
alzó al olimpo histórico fue Deir
el Bahari: un templo funerario incrustado en la roca, formado por
terrazas y rampas, que aún hoy puede contemplarse en todo su esplendor.
Alejándonos de las espectaculares obras arquitectónicas, la reina hizo verdaderas e importantes
relaciones comerciales con una región, el país del Punt. Con estas
expediciones, los agentes comerciales egipcios y mercaderes trajeron numerosas
especias, madera y otros preciados artilugios inhóspitos en el Antiguo
Egipto. Aunque hasta día de hoy el país de Punt no ha podido ser localizado con
certeza, posiblemente pudiera haber estado situado en la costa africana del
océano Indico (Somalía, Eritrea). En
el templo de Deir el Bahari, en textos jeroglíficos encontramos textos que
muestran este intercambio comercial:
“Exploraré las rutas hacia Punt, descubriré los caminos
hacia las terrazas de mirra, tras guiar a la tropa por mar y tierra para traer
maravillas de la Tierra de dios para este dios que ha creado sus perfecciones…”
“Traen muchas maravillas y toda clase de productos
típicos de la Tierra de dios a por los que tu majestad les envió: montones de
terrones de mirra y árboles de mirra fresca con cepellón, plantados en el patio
de ceremonias para ser vistos por todos los dioses…”
El camino de la gran reina
llegó a su fin debido a dos razones claves, uno con la muerte de su mano
derecha y probablemente su compañero sentimental, Sen en Mut, y la otra con
Tutmosis III, quien debido a su mayoría de edad quería coronarse como faraón. El odio, la envidia y los celos de Tutmosis
III hacia Hatshepsut fueron tantos que quiso borrarla de la historia eliminando
textos donde aparecía su nombre y apropiándose de hechos de ella.
La muerte de la reina hoy no se conoce, pero si es sabido que tuvo un
recorrido en sus 22 años de poder bastante satisfactorio, con un legado muy
importante.
Más información| DESROCHES NOBLECOURT, CHRISTIANE, Hatshepsut: La reina
misteriosa, Ed: Edhasa, 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario