Introducción
Como se expresa en los apuntes, algunas de las
imágenes de Dios en el AT se mantienen, otras desaparecen y otras sufren
variaciones en el NT. Entre estas últimas tendríamos las imágenes femeninas del
Dios, que se centran en la Sabiduría (hochmach), la ternura y en parte
la de creador y que se concentraran en la figura de Jesús, que se refleja tanto
en cómo actúa hacia las mujeres cómo en su manera de dirigirse a Dios-Padre
dando nuevos puntos de vista a esta imagen. Como en mi anterior trabajo, sobre
la imagen femenina de Dios en el AT, no hay un texto base sino un conjunto de
textos que nos ayudan a la comprensión profunda.
El Abba:
El
“Abba” de Jesús tiene poco del padre patriarcal que justifica el patriarcalismo.
En la nueva familia de Jesús sólo hay un padre, el del cielo, que es un
padre-maternal. En ese sentido
el Dios de Jesucristo es Abba, Dios próximo, materno, en el cuidado que tiene
por los hijos y por la atención que ofrece a la humanidad (Lc 11, 2). Tanto la
mística como la tradición monástica del siglo pasado llevan adelante la
instancia de libertad y de identidad
femenina. Esta tradición percibió algo importante: no se puede ver a Dios como
Padre desde una perspectiva de exclusión y sometimiento de lo femenino y es
Jesús quien lo expresa dirigiéndose a él con esa forma “Abba”. Y esta imagen es
una aportación nueva de Jesús hacia la imagen de Dios en femenino en el NT, que
se nos muestra en el trato que tiene Jesús con las mujeres.
La relación e importancia de las mujeres:
El movimiento de Jesús es un discipulado de iguales, signo
de la nueva humanidad. Jesús aprendió de las mujeres. La samaritana, Magdalena,
la sirio-fenicia, Marta y María y otras mujeres eran discípulas que luego
fueron también apóstoles, anunciadoras, portadoras y primeras testigos del
Reino y de la Resurrección. Jesús ha querido que sean ellas, las mujeres,
consideradas entre sus contemporáneos como incapaces de ser testigos válidos,
las enviadas a los discípulos como testigos privilegiados de la realidad más
profunda del misterio de Dios.
La predicación de Jesús
contiene un lenguaje inclusivo con metáforas femeninas y parentales (no
patriarcales), que muestran la imagen de Dios Padre-Madre. Jesús se identifica
con la parturienta que gesta una nueva creación, en la que su Espíritu (Ruah) asiste como comadrona a la madre y
al hijo. Del dolor nace la vida. El cuerpo de la mujer no es “ocasión de pecado” sino ocasión de ser
mediadora de gracia, dadora de vida. Además Jesús invita a ir más allá de
nuestras dependencias, apostando por la apertura a la libertad radical, que es
Dios, puro amor y pura libertad. “¿Quiénes
son mi madre, mis hermanos y hermanas…?; quien hace la voluntad del Padre”(Mc 3,32-35). “Quien ama a su padre o a su madre más que a
mí, no es digno de mí”(Mt 10,37) “quien
no me prefiere a su padre, a su madre, a su mujer y a su hijos, a sus hermanos
y hermanas y hasta a sí mismo, no puede ser discípulo mío” (Lc,14,26). “Pero el que deja casa, padre, madre,
hermanos…por mí y por la buena noticia…, recibe ahora cien veces más…y en la
edad futura vida eterna”. (Mc 10,29-31).
Por eso la nueva
teología femenina considera que más allá de la imagen de Cristo como
“Pantocrátor” que significa una cristología del poder, expresada en metáforas
patriarcales del Señor, Rey, Buen Pastor…, hay metáforas femeninas en la Biblia
y en la tradición que expresan un rostro femenino de Dios, como la panadera que
amasa el pan, la anfitriona que recibe en casa, el ama de casa que barre y
busca lo perdido, la gallina que cubre con su alas los polluelos, o el seno
materno que acoge y amamanta. Jesús se compara con una madre que quiere reunir
a los hijos bajo su protección (Lc 13,34); ser mujer es ser imagen de Dios, sin
necesidad de proyectar en Dios los tópicos o estereotipos femeninos.
Jesús como icono de la
Ternura de Dios.
La base del mensaje en
el NT es la proclamación de la acción de Dios en Jesús, (Hch 3, 13-15). Aunque
si bien en centro de proclama apostólico es la figura de Jesús, para este el
motivo central de la proclama es Dios y su reino venidero como parte central
(Mt 28, 17, Lc 15,29). Y es Jesús el mensajero compasivo que se implica de
manera cordial ante sus oyentes y con una simpatia que manifiesta la invisible
ternura del Dios al que viene a los más necesitados sean publicanos(Mc 2,
13-17), enfermos ((Mt 4, 23-24; 9, 35-36), endemoniados (Mt 8, 16), ciegos
(Mt9, 27-31), leprosos (Mt, 8, 1-4), mujeres (Mt 9, 21-28), extranjeros (Mc 7, 24-36), viudas
(Lc 7, 11-17), niños (Mc 5, 21-23) y hasta pobres y ricos (Lc 9, 1-10). En sus
palabras, la gente puede escuchar el compromiso de un Dios que está por venir a
salvarlos (Mc 1, 14-15) y en su actuación compasiva descubren la voluntad de
cercanía de Dios que hace que se acerquen a Jesús pidiendo misericordia (Mt 9,
27; 15, 22; 20, 30-31; Mc 1,41, 6, 34; Lc 7,13 y etc).
Pues bien, ese deseo de
cercanía a las necesidades del ser humano y para sentir su dolor en las propias
entrañas que tuvo el Dios de Israel y es sobre este Dios tierno que nos habla
Jesús, así el Dios cristiano es un Dios muy humano “a causa de su entrañable misericordia” (Lc 1, 78) vemos que se
mantiene en el paso AT-NT.
Dios como Sophia
desde la muestra de Jesús.
Como he podido
mostrar en el trabajo de la actividad anterior, en la tradición sapiencial, la
sabiduría de Dios se presenta personificada en una figura femenina (Prov
8,22-26; Ecle 24,9); entre la Sabiduría y la Mujer existe una estrecha
correlación, que permite una transmutación simbólica entre la una y la otra (Prov
31,10.26.30); en el Nuevo Testamento Cristo es identificado con la Sabiduría de
Dios (I Cor 1,24-3O; Mt 11, 19; Jn 6,35). Dios y Jesús, se presentan a sí
mismos como Palabra y Sabiduría. Imágenes o símbolos que nos hablan de
creación, de justicia, de equidad. Lo podemos encontrar en Pro 8,22 ss; y
también en el prólogo de Jn; en Mt 11,19; o en Lc 7, 35: Yahvé me poseyó al principio de
sus caminos... Al principio era la Palabra y la Palabra estaba en Dios y la
Palabra era Dios... La Sabiduría ha sido justificada por sus obras y
por sus hijos. Cristo es la “Sophia” de
Dios, y “nuestra madre” como diría
Juliana de Norwich
Dios como fuente de Amor maternal:
En el NT aparece la
demostración suprema de que Dios es amor: la entrega de su propio y único Hijo
a la muerte de cruz por nuestra salvación. Dios, por amor, hace al hombre hijo
en el Hijo y lo llama a una nueva vida, a una vida de resucitado, precisamente cuando estaba muerto a causa de
su pecado. Dios, por amor, por su gracia, por su misericordia, es el que
lo salva. (cf. Ef. 2, 4-8; 2 Tim. 1,9). Por amor, invitará al hombre a una
comunión profunda. Creo que Jesús lo expresa claramente cuando habla de la vid
y los sarmientos: El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque
separados de mí, nada pueden hacer. (en Jn. 15, 1-5). Dios se deja conocer en el amor. "El que no ama no ha conocido a Dios, porque
Dios es amor." (1 Jn. 4,8). Tanto Dios es amor que "el que permanece en el amor permanece en
Dios y Dios en él." (cf. 1 Jn. 4,16). A la vez, la Biblia transmite
que el amor de Dios no puede separarse del amor del prójimo y que el amor mutuo
está llamado a ser semejante al de la unión de las personas divinas: "Padre que todos sean uno, como nosotros
también somos uno." (cf. Jn. 17, 21-22). Por este amor al hombre
también Dios derramará en abundancia el Espíritu Santo por medio de Jesús.
Quiere que el hombre permanezca en él y él permanecer en el hombre. (cf. 1 Jn.
4, 13). Un ejemplo claro que ilustrará la imagen maternal de Dios es la parábola
del Padre amoroso (Lc 15,11-32) que encontramos en la colección de tres
parábolas sobre el amor misericordioso de Dios, en Lc 15. Un Dios-Padre más
próximo a la forma de actuar de una madre que de un padre, según los arquetipos
patriarcales de la época: corre hacia el hijo, le abraza, le besa efusivamente,
lo celebra con una fiesta y se justifica ante el hermano celoso…Así podemos ver
que el Dios de Jesús es un Dios acogedor, paternal —más aun, maternal—, que se
alegra cuando alguien que se había perdido vuelve, que perdona, que ama
generosamente, que corre, abraza y besa tiernamente, que devuelve la dignidad
perdida, que quiere que todos y todas participen de su alegría.
La imagen
como creador en femenino
Podemos rastrear la imagen de
Jesús como Dios creador en: Hbr 1, 2-3: "...nos ha
hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo
hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma
de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su
poder..." Jn 1, 1-4: "En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Todas las
cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres." Col 1, 16-17: "Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay
en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos,
sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de
él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él
subsisten." 1 Cor 8, 6: "para
nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las
cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son
todas las cosas, y nosotros por medio de él." Rom 1, 20: "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y
deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo
entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." Efes 2,10: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas." Apo 4,11: "Señor,
digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas
las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.". Lo que nos da una muestra de nuevo de esta continuidad entre AT-NT,
junto con la imagen de Sophia y la de Maternal.
Nacho Padró
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