"Hacer pagar por ver Nôtre-Dame salvará a todas las iglesias de Francia". Así de contundente se manifestó Rachida Dati, ministra de Cultura del país galo, habida cuenta de su nueva posición en el cargo dentro del actual gabinete de Michel Barnier.
En una jugosa entrevista concedida a Le Figaro, Dati deja unas cuantas perlas que, cuanto menos, pueden dar mucho juego político y que, una vez más, han puesto a Francia y a París en una picota turística polémica.
La capital francesa es la ciudad más visitada del mundo, recibiendo alrededor de 4o millones de viajeros por año. Una auténtica barbaridad si tenemos en cuenta que, por ejemplo, el conjunto de Francia –el país más visitado del mundo– ronda los 100 millones de visitantes extranjeros anuales.
Es decir, casi algo menos de la mitad de los visitantes que descubren Francia lo hacen por París. Y, además, dentro de París destaca otra de sus grandes atracciones. ¿La Torre Eiffel? ¿La catedral de Nôtre-Dame? ¿El Arco del Triunfo?
No; Disneyland Paris, que recibe unos 13 millones de visitantes anuales, aunque en esta estadística sí hay también viajeros franceses. Sea como fuera, Rachida Dati ha abierto un melón turístico y económico que choca con el carácter de la República Francesa: su laicismo.
Convertido en uno de los pioneros de los estados laicos en Europa, Francia siempre ha tenido a gala presumir de esta condición, a pesar de contar con una mayoría poblacional católica. Sin embargo, el carácter laico de Francia puede estar jugando una mala pasada a sus cuentas anuales.
Según datos que da Reuters, es el Estado francés es el que se encarga de mantener todo el patrimonio histórico y arquitectónico y esto, evidentemente, también supone hacerse cargo de pagar las reparaciones y mantenimientos de catedrales, iglesias, monasterios, ermitas y, así, hasta un total de 15.000 edificios históricos, no necesariamente religiosos, en los que también aparecen castillos, murallas, fortalezas y cualquier otro tipo de construcción.
Una realidad que Dati ha puesto en cifras y que ha abierto, como decimos, un melón necesario: el de la gratuidad en los monumentos religiosos. En Francia, al contrario de lo que pasa en muchos otros países europeos, la mayor parte de las iglesias y catedrales históricas no cobran entrada para ser visitadas. Hay excepciones, pero la mayor parte son totalmente gratuitas.
Por eso, Dati ha lanzado un globo sonda que serviría para paliar este déficit: cobrar por entrar en Nôtre-Dame. Se estima que la catedral parisina recibe anualmente unos 13 millones de visitantes, por lo que Dati considera lógico cobrar una entrada de cinco euros a todos los que quieran acceder turísticamente a ella.
Con este pequeño canon, aseguraba, se podrían financiar el mantenimiento de muchos otros cientos de iglesias que se reparten por Francia y que no tienen ni la visibilidad ni las posibilidades de París.
Además, no es la única pincelada que Dati ha dejado en la entrevista. La titular de la cartera de Cultura del gobierno francés también perfilaba que no sería justo que pagasen lo mismo los ciudadanos franceses o los ciudadanos europeos, en comparación con nacionales de terceros países, por lo que abría la puerta a que un no comunitario tuviera que pagar más por entrar en Nôtre-Dame. Como vemos, el debate está servido.
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