Poderoso como sus hermanos Zeus y Poseidón, Hades, el dios del inframundo, es posiblemente la divinidad más temida del panteón olímpico. Tras raptar a Perséfone, hija de la diosa de la agricultura Deméter, se la llevó hasta su oscuro reino donde la joven acabó aceptando su destino y compartiendo su trono con el poderoso señor de los infiernos.
líder de los olímpicos, a Hades le tocó en suerte gobernar los infiernos. Apodado "el invisible", el dios del inframundo iba ataviado con un cetro o una cornucopia, y su nombre también hacía referencia al tenebroso lugar al que las almas de los difuntos iban a pasar toda la eternidad.
Posiblemente Hades fuera el dios más temido por los griegos, y por este motivo tanto Homero como Hesíodo lo describían como un dios "sin piedad", "detestable" o "monstruoso". Se casó con su sobrina Perséfone, hija de su hermana Deméter, a la cual raptó para llevarse a su reino de sombras y convertirla en su esposa.
El reino de Hades estaba poblado por los espíritus y las sombras de los que un día habían sido seres mortales. Nadie recordaba quién había sido en su vida anterior, pues todos habían bebido de las aguas de uno de los cinco ríos que atravesaban el inframundo, el río Lete, conocido como el río del olvido. En el Hades no se distinguía ni a los buenos ni a los malos, tan solo había una excepción, aquellos cuyos crímenes hubieran ofendido a los dioses.
FAMILIA Y ORÍGENES
Hades era el mayor de los Croniadas, los hijos de Cronos y Rea. "El invisible" tuvo tres hermanas, Deméter, diosa de la agricultura; Hestia, diosa del hogar, y Hera, diosa del matrimonio, y dos hermanos, Poseidón, señor de los mares, los caballos y los terremotos, y el menor, Zeus, divinidad principal del panteón griego. Todos juntos constituirían los seis dioses primordiales del Olimpo.
Con el paso del tiempo, Zeus consiguió obligar a su padre Cronos, al que derrotó con la ayuda de su madre Rea, a que regurgitase a sus hermanos, a los que había engullido nada más nacer. Tras ser liberados, los jóvenes dioses desafiaron el poder de los titanes en una batalla épica conocida como la Titanomaquia. Para poder luchar con garantías de victoria, Zeus, Poseidón y Hades recibieron la ayuda de los Cíclopes, que les proveyeron de unas armas muy especiales: Zeus recibió el trueno, Poseidón el tridente y Hades un casco que lo hacía invisible.
Tras diez años de incesante lucha, la victoria se decantó del lado de los tres hermanos, y según narra un famoso pasaje de la Ilíada de Homero, Hades y sus dos hermanos menores echaron a suertes los reinos que deberían gobernar. Tras el sorteo, Zeus resultó el más afortunado: se quedó con el cielo; Poseidón recibió el dominio sobre los mares y Hades fue proclamado señor del inframundo, el reino invisible al que las almas de los muertos van tras dejar el mundo de los vivos.
EL REINO DE HADES
Hades era un dios tan temido que hasta decir su nombre causaba miedo. Así, para evitar pronunciar el nombre del terrible dios de los infiernos, los humanos utilizaban epítetos como "Eubuleus" (el que da buenos consejos) para referirse a él.
El dios Hades era el único que no vivía junto al resto de divinidadesen el monte Olimpo. Su reino se localizaba en el neblinoso y oscuro inframundo, morada de los muertos y que se encontraba oculto bajo tierra. Era un lugar lúgubre y peligroso, del que nunca se podía escapar. De hecho, con la sola excepción de los héroes Heracles, Teseo y el músico Orfeo, fueron muy pocos los mortales que lograron abandonar el reino de Hades una vez habían penetrado en él.
La antesala del oscuro reino de Hades era la laguna Estigia, un páramo solitario hasta el que llegaban las almas de los muertos acompañadas por el dios Hermes. Allí les aguardaba Caronte, el barquero del inframundo, que era el encargado de trasladarlos hasta las puertas del Hades vigiladas por el terrorífico Cerbero, un perro de tres cabezas que se encargaba de que ningún alma escapara a su inapelable destino.
Caronte exigía un pago a las almas que había de conducir al inframundo, un óbolo, que era depositado bajo la lengua del difunto por sus deudos (quien no pudiera pagar era condenado a vagar durante toda la eternidad por la tierra como un fantasma, un alma en pena). Una vez en el Hades, los tres jueces del inframundo, Minos, Radamantis y Éaco,decidían cuál iba a ser el destino final de las almas, juzgando los actos que estas habían llevado a cabo en vida.
Si los jueces consideraban que un alma había llevado una vida honesta, esta era conducida al río Lete para que bebiera de sus aguas y olvidara todos sus recuerdos, y luego, por fin, podía acceder a los idílicos Campos Elíseos. Por contra, si se consideraba que un alma había llevado una vida reprobable o que había ofendido a los dioses, esta caía en manos de las Furias, las responsables de aplicar los castigos a los malvados, que la llevaban al Tártaro, el nivel más profundo del Hades, donde era castigada eternamente.
AMANTES Y DESCENDENCIA
A pesar de vivir en el inframundo, Hades deseaba tener una consorte. Esta finalmente fue Perséfone, representada por los griegos como la hermosa hija de Deméter, la diosa griega de la agricultura y hermana de Hades, que acabaría convirtiéndose en la esposa del temible dios.Pero Perséfone no se unió a su tío Hades voluntariamente, sino que fue raptada por este mientras recolectaba flores en un valle próximo a la ciudad de Enna. Prendado de su belleza, Hades abrió un enorme agujero en la tierra para poder llevarse a la joven sin que su madre Deméter se diese cuenta.
Cuando se enteró de lo ocurrido, y furiosa por lo que consideró un acto despreciable, Deméter lanzó una maldición sobre la tierra que provocó una gran hambruna, y aunque los demás dioses le pidieron que cesara su venganza para que la humanidad dejase de sufrir, ella aseguró que la tierra permanecería estéril hasta que no le devolvieran a Perséfone. Finalmente tuvo que intervenir el mismísimo Zeus quien, a través del dios Hermes, solicitó a Hades que devolviese a la joven.
Pero ello solo sería posible siempre y cuando Perséfone no hubiera ingerido nada del inframundo. El dios infernal accedió, pero a sabiendas de que la estaba engañando, antes de que la joven partiese le ofreció una semilla de granada, que esta comió. Finalmente se llegó a una solución "salomónica", y se decidió que Perséfone pasaría los fríos inviernos en el oscuro reino de su esposo y cuando llegase la primavera podría ascender al mundo de los vivos para estar en compañía de su madre.
El matrimonio entre Hades y Perséfone fue del todo estéril y ninguna fuente hace alusión a una posible descendencia, pero sí se habla de al menos tres amantes del dios: Mente, una ninfa a la que algunas fuentes convierten en concubina, mientras que otras aluden a ella como la primera esposa de Hades, que quedaría relegada a un segundo plano con la presencia de Perséfone. Otra ninfa, Leuce, fue seducida por Hades y arrastrada al inframundo, y tras su muerte fue convertida en un álamo blanco en los Campo Elíseos. Finalmente aparece Teófila, una joven cuyo nombre significa "amada por el dios", aunque algunos especialistas sugieren que podría tratarse de un epíteto.
DIOSES SEMEJANTES A HADES EN OTRAS MITOLOGÍAS
En la antigua Sumeria, el dios del inframundo y señor de los muertos era Nergal. Vinculado a la guerra y como señor de las plagas y de las enfermedades, Nergal solía ser representado portando una maza, una daga, un hacha de guerra o un arco, e iba acompañado de escorpiones. Al igual que otros dioses del panteón mesopotámico, se lo asociaba con toros y leones, que eran un símbolo de su fuerza y de su poder, e iba acompañado de un séquito de divinidades menores ataviadas con orejas de toro.
En el extenso panteón del antiguo Egipto, un dios que tal vez podría tener algunos parecidos con el griego Hades, aunque con notables diferencias, era Osiris. Este dios, como divinidad que había muerto y renacido, estaba íntimamente vinculado con la muerte y la inmortalidad. De hecho, era el señor del inframundo y presidía la sala donde tenía lugar el juicio en el que se decidía el destino final del alma del difunto. Osiris también era considerado un dios civilizador, ligado a la vegetación, que también nacía, crecía, se reproducía, moría y volvía a nacer en un ciclo eterno de muerte y resurrección.
Por su parte, el dios romano Plutón se identificaba con Hades (en realidad ambos son extremadamente semejantes), aunque la divinidad romana era un poco más benigna que la griega. Con todo, de los dioses que componen el panteón romano, Plutón era el más despiadado y temido por los hombres, que lo calificaban como adamastos (inflexible) o stygeros (terrible).
Plutón era rechazado también por su fealdad y por la dureza de sus rasgos. Aunque si bien era inflexible, a Plutón se lo consideraba también el más justo de todos los dioses romanos, ya que tarde o temprano cualquier mortal, sin importar la clase social a la que perteneciera, acababa por llegar a su reino. Con el paso del tiempo, fue considerado un dios benefactor y dispensador de riquezas. En cuanto al nombre de Plutón, aparece como relativo a una divinidad secundaria en la literatura griega del período clásico, en las obras de los dramaturgos atenienses así como en las del filósofo Platón.
En la mitología nórdica, Hela era la diosa encargada de guiar a los muertos sin honor a través del inframundo. Hija de Loki y de la gigante Angrboda, Hela reina sobre el Helheim, el reino de la muerte, que se encuentra en la parte más profunda, oscura y lúgubre del Niflheim, uno de los nueve mundos del Yggdrasil, el árbol de la vida. En cuanto a su representación, Hela se muestra como una mujer realmente hermosa en un lado de su cuerpo, mientras que en el otro aparece como un cadáver en estado de descomposición que despide un hedor nauseabundo.
ELEMENTOS RELACIONADOS CON HADES Y LUGARES DE CULTO
Hades, temido y aborrecido, encarnaba el inexorable final de la vida. A menudo era representado como un hombre maduro, con barba, blandiendo un cetro en forma de horca con dos púas y una cornucopia, o sentado en un trono de ébano. Hades iba tocado con un casco fabricado por Hefesto, el herrero divino, que le confería la invisibilidad, e iba montado en un espectacular carro tirado por cuatro poderosos caballos negros que, según el poeta Claudiano, se llamaban Orfneo, Etón, Nicteo y Alastor.
Otros atributos relacionados con el dios del inframundo eran las plantas de narciso y un árbol, el ciprés. También le pertenecía el gigantesco y terrorífico Cerbero, el perro de tres cabezas que guardaba las puertas del Infierno. En ciertas representaciones, Hades también aparece rodeado de serpientes.
Prueba de la aversión que los antiguos griegos sentían por Hades es el hecho de que no existen templos dedicados a este dios. Por el contrario, preferían huir de él, aunque sí se decía que su reino se escondía en páramos oscuros y ocultos a la vista de los mortales. De hecho, según el mito, existían varios lugares por donde se podía acceder al inframundo, como por ejemplo a través del río Aqueronte, o río de la aflicción, por donde lo hizo el héroe Ulises.
El músico Orfeo, en su búsqueda de su amada esposa Eurídice, hizo lo propio adentrándose en una cueva situada en el cabo Tenaron, en el extremo sur del Peloponeso. Por su parte, el héroe troyano Eneas visitó el inframundo penetrando en él a través de una cueva situada en el lago Averno, en la bahía de Nápoles.
Son cinco los ríos que según el mito rodean el reino de Hades. El Cocito, también conocido como el río de los lamentos, que desemboca en el Aqueronte; el Leteo, el río del olvido; el Flegetón, que también desemboca en el Aqueronte y que Platón describe como "una corriente de fuego que se enrosca alrededor de la tierra y fluye hacia las profundidades del Tártaro". Finalmente, el Estigia, un río que también limita con el Hades y por el que regresó el héroe Heracles tras realizar una auténtica proeza en el último de sus doce trabajos: capturar vivo a Cerbero y devolverlo sano y salvo a su amo, el señor de los Infiernos.
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