Actualizado a · Lectura:
el día de San Juan es una fecha asociada a la celebración del verano, la temporada más calurosa del año y, según la sabiduría popular, la víspera sería la noche más corta del año. Todo ello, evidentemente, en el hemisferio norte. En el sur, a pesar de que ocurre todo lo contrario –acaba de comenzar el invierno, llega el frío y las horas de luz están en mínimos– se produce un fenómeno climático que bloquea los frentes fríos antárticos y las temperaturas suelen alcanzar valores altos para la época en latinoamérica.
Todas las celebraciones del 23 y 24 de junio vinculadas al solsticio han ocultado al protagonista de la onomástica, San Juan Bautista. Según la tradición cristiana, este santo nació seis meses antes que Jesús, de ahí que se celebre su nacimiento el 24 de junio. Se le considera precursor del mesías cristiano y su figura ha sido muy ampliamente tratada en la historia del arte. Es el cuarto personaje más representado en las obras del Museo del Prado, solo por detrás de Jesús, la Virgen y San José. Desde bebé hasta el final de su vida, con la cabeza cortada servida en bandeja a la princesa Salomé, su vida ha sido una fuente de inspiración para grandes artistas como El Greco, Leonardo da Vinci o Miguel Ángel que lo han retratado como un bebé, un querubín de cabello rizado o un pordiosero harapiento.
Shutterstock
1 / 18
Primo lejano de Jesús
Las madres de Jesús y Juan eran primas segundas y la tradición sitúa el nacimiento de Juan exactamente seis meses antes que el de su familiar lejano, por ello su onomástica se celebra el 24 de junio. En su obra Nacimiento de San Juan bautista (1635), Artemisia Gentileschi recrea ese momento desde una perspectiva íntima y muy femenina, con la madre agotada y parteras y asistentes que bañan al niño. Todo en esta escena rezuma realismo y naturalidad, la silla, las baldosas o los objetos transportan al espectador a un parto de la época. El magistral manejo de de luces y sombras pone el foco sobre el niño y el barreño y deja en la penumbra a la madre y al padre, el sacerdote Zacarías, que está escribiendo en un papel: nueve meses antes, un arcángel se había acercado a Zacarías para anunciarle el embarazo de su mujer y que debía llamar Juan al bebé. Ante las dudas del sacerdote, porque tanto él como su esposa eran ya mayores, el arcángel lo condenó a permanecer sin habla hasta que se cumpliera esta profecía, es por ello que Zacarías está escribiendo "se llamará Juan" en su nota.
Bridgeman
2 / 18
La Virgen, el niño y San Juanito
Aunque ningún episodio evangélico relata que Juan y Jesús se conocieran de niños –según la tradición, Jesús abandonó Judea al poco de nacer para escapar de la ira de Herodes– el tema de la relación entre ambos se hizo muy popular durante el Renacimiento. Proliferaron las composiciones denominadas Virgen con el Niño y San Juanito, que mostraban a la la virgen María con su hijo y el futuro bautista. En 1507, Rafael Sanzio pintó La bella jardinera (sobre estas líneas) que muestra a restos protagonistas sobre un paisaje natural que recuerda a las vistas de Leonardo da Vinci, completamente idílico a no ser por el perfil de la ciudad gótica que aporta un toque de realismo y sitúa la escena el siglo XVI . San Juan se reconoce por dos objetos que lo acompañarán de adulto, el bastón y las pieles con las que se viste.
Bridgeman
3 / 18
La Virgen de las rocas
Leonardo da Vinci abordó esta composición de una manera original a finales del siglo XV en dos de sus pinturas más famosas, conocidas con el nombre de La Virgen de las rocas, expuestas en el Museo del Louvre (izquierda) y en la National Gallery de Londres. Si bien mantuvo la disposición piramidal de los protagonistas, situando a la Virgen más elevada, añadió un nuevo personaje, un ángel, y ubicó la escena en un escenario cavernoso, un paisaje de tiempos remotos, anteriores al pecado original que que representaría la inmaculada concepción. También es especial el tratamiento de los personajes, que no tienen una actitud juguetona, sino simbólica: el pequeño Juanito está en una actitud orante ante el hijo de Dios, que a su vez, bendice con la mano derecha a su primo. Entre ambas versiones pueden detectarse sutiles diferencias, la primera en ser pintada (la de París) fue trasladada de madera a lienzo y esto, unido a técnicas de conservación deficientes, ha hecho que su estado de conservación sea peor. En la segunda versión, Leonardo añadió los halos de santidad y el bastón de San Juan para que no quedara duda de la iconografía.
Bridgeman
4 / 18
Religión y costumbrismo
La misión del Juan –según reveló el propio arcángel a Zacarías– era la de ser el profeta que anunciara la venida del Mesías. El bautista se convirtió así en un predicador ambulante, precursor, para la tradición cristiana del propio Jesucristo.En algunos casos, los temas religiosos sirven como excusa para reflejar una escena cotidiana en el día a día del pintor, como sucede en el caso de El sermón de san Juan Bautista. Pintado por Pieter Bruegel el Viejo en 1566 –arriba, la versión de su hijo Jan en 1598– muestra una prédica al aire libre como las que realizaba el bautista, pero la escena evoca una de las numerosas prédicas que los pastores protestantes solían realizar por todo el territorio de los Países bajos tras la Reforma.
Bridgeman
5 / 18
Anacoreta
Así, este asceta que vivía de forma austera fue representado como un desaliñado barbudo errante con un bastón, en referencia a su papel de "pastor" de los hombres, y vestido con unas humildes pieles con las que vagaba por el desierto. Sobre estas líneas la imagen de San Juan Bautista en un icono de mediados del siglo XVI de la Capilla de la Anunciación en la catedral de Moscú.
Shutterstock
6 / 18
Doctrina para analfabetos
En el arte románico, la importancia de los símbolos era capital para transmitir el mensaje de la Iglesia cristiana a una sociedad en su gran mayoría analfabeta. Los feligreses podían reconocer a cada personaje por su apariencia y sus atributos, y el cordero se convirtió en el principal símbolo del santo. Arriba, en una pintura mural de una iglesia suiza, San Juan, vestido con pieles, sostiene un disco con lo que parece un cordero dibujado dentro. Simboliza el anuncio de San Juan Bautista al ver a Jesús: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"
Shutterstock
7 / 18
Una mirada singular
El Bosco llevó el mundo simbólico medieval a un nivel incomparable. San Juan Bautista en meditación es un retrato del santo barbudo con una mirada más melancólica que dura. Delante de él, el cordero que todo el mundo podía interpretar como símbolo de Jesucristo. La gran planta que comparte protagonismo con el santo tiene la función de ocultar la figura de un personaje orante, sin duda el comitente de la obra, eliminado en la versión definitiva. Se ha asociado este vegetalñ con plantas alucinógenas o con alegorías de la tentación y el pecado.
Bridgeman
8 / 18
Los otros juanes
Pero San Juan no siempre fue representado con aspecto desaseado. Diego Velázquez lo recreó como un joven imberbe apenas vestido con una túnica y su bastón como única pertenencia. A pesar de su título, San Juan Bautista en el desierto (1622), Velázquez situó al santo en lo que parece un vergel –tal vez sea un oasis–. A la derecha del espectador aparece el cordero.
Bridgeman
9 / 18
Un San Juan pagano
Pero sin duda, la imagen de San Juan Bautista que menos cuadra con el de un eremita sucio y desnutrido es la que encabeza este artículo. El San Juan Bautista que ejecutó a inicios del siglo XVI, una de sus últimas obras, presenta al predicador como un joven de belleza ideal, perfectamente rasurado. Los expertos han destacado de esta pintura la maestría con la que están pintados los rizos, un detalle sumamente difícil de representar con naturalidad. Apenas puede distinguirse de quien se trata por los harapos de pieles que viste y el bastón que se intuye al fondo entre penumbras. De hecho, una de las varias copias de la obra que salieron del taller de Leonardo se titula San Juan Bautista con atributos de Baco, por el parecido con la imagen de este dios pagano.
Bridgeman
10 / 18
El bautista
También ha sido ampliamente tratado el episodio por el que Juan toma su sobrenombre, el bautismo de Jesucristo en el río Jordán. Así lo recreó Verrocchio, con un San Juan perfectamente rasurado y vestido. Junto al Espíritu Santo que desciende en forma de paloma, destaca el ángel que mira la escena, pintado por Leonardo da Vinci, entonces un alumno de Verrocchio. La leyenda cuenta que al ver que su discípulo había alcanzado un nivel mayor que el suyo, se negó a tomar nunca más un pincel.
Shutterstock
11 / 18
El primer bautismo
Esta imagen inscrita sobre una lápida es una de las primeras que hace referencia a la escena por la que el santo tomó su apodo: el bautismo de Jesús en el río Jordán
Shutterstock
12 / 18
Un bautista africano
Esta misma escena, representada sobre estas líneas en un icono etíope de finales del siglo XVII o inicios del XIX.
Bridgeman
13 / 18
Los espíritus del Greco
Ferviente creyente, El Greco también sucumbió a pintar una de las escenas centrales de la vida de Juan, en su caso con su particularísimo estilo de formas etéreas, casi espirituales. Iniciada por El Greco y finalizada por su hijo, la pintura estaba destinada a uno de los retablos del Hospital Tavera. Es un ejemplo extremo del estilo místico que invadió al pintor al final de su vida, con las figuras exageradamente alargadas y en algunos casos, como el de Jesucristo, con partes de su cuerpo deformadas.
Bridgeman
14 / 18
El santo decapitado
Otro de los grandes temas que dio la figura de san Juan Bautista a la historia fue su muerte, decapitado por capricho de Salomé hijastra de Herodes Antipas. Juan había denunciado el matrimonio de su madre con Herodes (por haber estado ella casado antes con su hermano) y Salomé pidió a supadrastro (y tío que le sirviera la cabeza del bautista en una bandeja, como lo representó magistralmente Caravaggio en 1610, poniendo el foco en la cabeza inerte del ajusticiado.
Bridgeman
15 / 18
El trofeo
Un siglo antes, Tiziano Velicello había abordado esta misma temática como un macabro bodegón, en el que el manjar servido al plato era la testa del desdichado predicador. Junto a la cabeza pálida un bastón y una cnta que hacen referencia al Agnus Dei, cordeero de Dios.
Shutterstock
16 / 18
Piezas macabras
La decapitación de Juan dio lugar a piezas macabras como esta escultura que representa su cabeza en un plato, obra de Pierre Puget en el siglo XVII.
Bridgeman
17 / 18
Escena macabra
Pero para escena onírica y terrorífica, la que imaginó en el siglo XIX Gustave Moreau en La aparición. La cabeza de San Juan aparece frente a una Salomé medio desnuda en la corte de Herodes, una imagen cuando menos inquietante.
Shutterstock
18 / 18
La pérfida Salomé
Si San Juan Bautista se convirtió en el bueno de esta historia, la mala malísima fue Salomé. la historia de esta pérfida princesa inspiró todo tipo de relatos e incluso una ópera de Richard Strauss o la obra que ilustra esta imagen, con un toque oriental muy al gusto Art Nouveau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario