uno de los motivos para visitar Japón en verano, a pesar del asfixiante calor estival que padece la mayoría del país, es disfrutar de una de las festividades más señaladas del calendario: se trata de la fiesta de Tanabata, que se celebra típicamente la noche del 7 de julio. Tanabata es una festividad muy antigua que se remonta al siglo VIII d.C., cuando muchas costumbres chinas fueron introducidas en Japón y, a lo largo de los siglos, siguieron una evolución propia y se mezclaron con otras gracias al sincretismo tan propio de la cultura japonesa.Su origen se encuentra en una tradición china conocida como Qi Xi, “la noche del doble siete”, es decir el séptimo día del séptimo mes; esta en origen se refería al calendario lunar, por lo que su fecha era variable y solía caer en agosto en vez de julio. Según la tradición, fue introducida en Japón por la emperatriz Kôken Tennô en el año 755 y en principio se adoptó como un ritual de la corte imperial. Solo en la era Edo (entre el año 1603 y el 1867) se empezó a popularizar entre el pueblo común, mezclándose con otra tradición, el Obon, dedicada a honrar los espíritus de los ancestros.
LA LEYENDA DE LOS AMANTES DE LA VÍA LÁCTEA
El elemento central de Tanabata es la leyenda de los amantes de la Vía Láctea, conocidos como Orihime y Hikoboshi y que representan respectivamente a las estrellas Vega y Altair. Estos vivían en el Amanogawa o Río del Cielo, la franja de nuestra galaxia que se puede ver en el firmamento nocturno. Orihime era la hija del emperador celestial Tentei y se dedicaba a tejer a orillas del Río del Cielo, hasta que conoció a Hikoboshi, un pastor que cuidaba de las vacas y bueyes del reino celestial. Ambos se enamoraron y empezaron a desatender sus labores, por lo que el emperador Tentei les prohibió que volvieran a verse; aunque movido por la compasión accedió a que pudieran reunirse una sola noche al año, la del séptimo día del séptimo mes.
Existen diversas variaciones de la historia: en la versión original china, un pastor roba las ropas de siete hermanas hadas y una de ellas es elegida para recuperarlas, pero como el pastor la ha visto desnuda se ve obligada a casarse con él. Con el tiempo llegan a enamorarse, pero la Diosa Celestial se enfurece al descubrir que un mortal se ha casado con un hada y crea un gran río -la Vía Láctea- para separarlos. Una vez al año, la séptima noche de la séptima luna, las urracas de todo el mundo vuelan hasta el Río del Cielo para formar un puente que les permita reunirse por un breve espacio de tiempo. En otras versiones los dioses celestiales son más clementes y les permiten reunirse una vez al mes en lugar de una al año.La elección de la fecha no es casual ya que Vega y Altair, junto con Deneb, forman el llamado Triángulo de Verano, una conjunción de estrellas llamada asterismo que se puede ver en el hemisferio norte durante las noches de verano y en el sur durante el invierno. La suerte juega un papel importante en el encuentro ya que, si llueve, los amantes no pueden verse ni siquiera en esa única noche. Cuando se movió la fecha al calendario solar esa probabilidad aumentó drásticamente, ya que cae dentro de la época conocida como “lluvias de albaricoque” o tsuyu, un frente climático que entre junio y julio trae un periodo de lluvias fuertes y continuas en Japón y otros países del este de Asia.
PIDE UN DESEO A LOS DIOSES
El nombre japonés del festival procede de una antigua ceremonia sintoísta en la que se ofrecía a los dioses una pieza de ropa especial -llamada precisamente tanabata- para pedir que protegieran los campos de arroz de las tormentas y propiciaran una buena cosecha de este alimento básico en la dieta japonesa.
Este rito dio origen a la tradición del Tanabata de colgar en un árbol o una caña de bambú unas tiras votivas de papel llamadas tanzaku, en las que se escribe un deseo. Aunque la festividad esté asociada a una leyenda de amor, el deseo no necesariamente tiene que ser algo romántico: de hecho, lo habitual es desear la consecución de algún hito o mejora personal; entre los estudiantes, aprobar los exámenes de ingreso a la escuela superior o a la universidad o, si practican algún deporte, ganar uno de los muchos campeonatos interescolares, que además de la satisfacción personal que suponen, facilitan la entrada a una universidad por recomendación.
Además de los tanzaku, hay otras decoraciones que se considera que traen fortunas específicas: los kinchaku tienen forma de monedero y se usan para pedir éxito en los negocios; los kamigoromo son pequeños kimonos de papel y representan la mejora en las habilidades personales, además de alejar las enfermedades y los accidentes; los toami parecen una red de pescar y llaman a una buena cosecha o una pesca abundante; los kazukago también tienen forma de red, pero en este caso cerrada, y representan la capacidad de llevar una vida limpia y ordenada; y los orizuru son cadenas de grullas de papel para desear salud y una vida larga.
La celebración se funde con los tradicionales festivales al aire libre que se celebran durante el verano en todo Japón y, en algunos casos, se respeta la fecha lunar. Es el caso del Tanabata Matsuri de Sendai, uno de los festivales de verano más importantes del país, que se celebra del 6 al 8 de agosto y supone un verdadero boom turístico para la ciudad. Es famoso por las numerosas y elaboradas decoraciones que adornan las calles de la zona comercial, un verdadero espectáculo que fue propuesto por los comerciantes de la ciudad para revitalizar la economía de la región. Y es que, como suele pasar en todo el mundo, la celebración del amor siempre es una buena excusa para hacer negocio.
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