érase una vez, en la lejana Persia, un rey llamado Shahriar que fue traicionado por su esposa y decidió no volver a confiar en ninguna otra mujer. Durante los años siguientes, cada noche desposaba a una doncella y a la mañana siguiente la hacía ejecutar; hasta que la inteligente hija de su visir, Sherezade, ideó un plan: cada noche contaba al rey una historia y la dejaba inconclusa, prometiendo contarle el final a la noche siguiente y salvándose así de la muerte, pero empezando otra nueva con la promesa que sería aún mejor que la anterior. Así fue durante mil y una noches, hasta que el rencor de Shahriar se hubo apagado y, enamorado de Sherezade, renunció a su cruel venganza.
Esta es la historia marco de Las mil y una noches, uno de los grandes clásicos de la literatura universal. Algunas de sus historias se han hecho famosas en todo el mundo, como Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los cuarenta ladrones o Simbad el marino, pero el libro contiene muchísimas más en una estructura de relatos incrustados a varios niveles. De hecho, se trata de una colección compilada a lo largo de los siglos y de la que no existe ni autor conocido ni una única edición canónica.
MIL VERSIONES DE MIL HISTORIAS
Los orígenes de Las mil y una noches se encuentran probablemente en la Persia del siglo X, en una compilación de leyendas llamada Hazār afsāneh (“Mil historias”), aunque en aquel momento había menos de quinientas. De todos modos, el número mil era un indicador de gran cantidad más que un recuento exacto y a lo largo del tiempo el número ha variado desde unos pocos cientos hasta más de mil.
Estas historias diferían enormemente en estilo y origen, con cuentos y leyendas griegas, persas, árabes, sirias, indias, chinas y egipcias; una colección que fue creciendo con las aportaciones de los distintos pueblos que conquistaron Persia a lo largo de su historia. Incluso la historia de Shahriar y Sherezade, que sirve de marco para todas las demás, en origen era probablemente una narración singular como las demás, que el primer autor de la compilación escogió como principal. Otras historias, como la de Simbad, tenían también un origen independiente y fueron añadidas de modo tardío, algo que se evidencía en su extensión mucho más larga que la mayoría.
Las historias diferían enormemente en estilo y origen, y la compilación original del siglo X fue creciendo con las aportaciones de los distintos pueblos que conquistaron Persia a lo largo de su historia.
Las primeras versiones consideradas canónicas fueron publicadas durante el siglo XVIII y contenían unas 200 historias. En 1717 el arqueólogo francés Antoine Galland tradujo una versión árabe e incluyó algunas historias externas como las de Aladino y Alí Babá, que integró en la narrativa general de la historia porque le parecían atractivas. En la década de 1820, en Prusia se publicó una versión de gran extensión en doce volúmenes, la más completa que ha visto la luz y que realmente hace honor al título de Las mil y una noches.
HISTORIAS POCO EJEMPLARES
Las mil y una noches tuvieron un gran éxito de público en un Occidente donde el orientalismo despertaba pasiones entre las clases altas. Sin embargo, en muchas ocasiones las tijeras de los editores alteraron o eliminaron muchos pasajes o historias enteras, por considerar que eran poco ejemplares por su lenguaje y contenido.
Y es que, al contrario de lo que puedan hacer pensar las adaptaciones pensadas para el público infantil, este no es un libro para gente impresionable: asesinatos, violaciones, torturas y una gran variedad de actos de violencia gratuita se suceden una historia tras otra, y los personajes a menudo no son un modelo de conducta ejemplar. Por poner tan solo un ejemplo, en una de las historias un hombre descubre que su mujer le es infiel con un “espantoso esclavo negro” y se dispone a degollarla a ella y al amante; su mujer usa un conjuro para transformar al marido en piedra de cintura para abajo, le da cien latigazos cada día y, no contenta con ello, lo viste con una camisa de crin para que las heridas le duelan más.
Entre la multitud de cuentos y leyendas, las más populares y las que han perdurado en el imaginario colectivo son precisamente las que originalmente no formaban parte de la compilación: Alí Babá y los cuarenta ladrones, Aladino y la lámpara maravillosa y Simbad el marino. Sin embargo, muchas adaptaciones tienden a transformarlas considerablemente y situarlas en un contexto arabizante, aun cuando en realidad ninguna de las tres tiene un origen árabe: Alí Babá es un cuento de origen sirio, el Aladino original está situado en el oeste de China y las aventuras de Simbad combinan elementos de la Odisea con la Historia del marinero náufrago, que procede del Reino Antiguo de Egipto. Esta transformación se debe probablemente al título con el que se hizo popular en Inglaterra, Arabian Nights, y a la fascinación que había por el mundo islámico clásico en la Europa del siglo XIX.
A pesar de su heterogeneidad y escasa canonicidad, Las mil y una nocheshan perdurado como una de las grandes obras de la literatura universal. En la alabanza que abre el libro, se dice: “Que las leyendas de los antiguos sean una lección para los modernos, a fin de que el hombre aprenda en los sucesos que ocurren a otros que no son él. Entonces respetará y comparará con atención las palabras de los pueblos pasados y lo que a él le ocurra y se reprimirá. Por esto ¡gloria a quien guarda los relatos de los primeros como lección dedicada a los últimos!” Conviene recordar, sin embargo, que convertir a la gente en piedra, desmembrarla o quemarla, entre otras prácticas, no son en la actualidad maneras socialmente aceptadas de resolver los conflictos.
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