no sólo en las cortes europeas en la Edad Media y el Renacimiento era habitual la presencia de personas con enanismo o con algún tipo de malformación congénita cuyo cometido era deleitar a los monarcas con sus ocurrencias –a veces rayanas en el desacato, pero aún así aceptadas por todos–. La práctica de entretener a los poderosos de esta guisa es muy antigua, milenaria. Ya en Grecia y Roma estos personajes gozaron de gran popularidad. En las casas nobles constituían un símbolo de estatus, y amenizaban fiestas y banquetes. En época de Domiciano, en el siglo I d.C., algunas fuentes hablan de enanos vestidos de gladiadores que simulaban duelos para distracción de sus amos.
En el antiguo Egipto, también personas que sufrían de enanismo jugaron un papel especial en la corte y animaban las veladas del faraón con su ingenio. Pero los enanos egipcios no sólo divertían a la corte. También podían ayudar a los sacerdotes en sus rituales religiosos, por ejemplo ejecutando danzas sagradas. De la importancia de este tipo de personajes en Egipto desde el inicio de su historia dan testimonio las tumbas de enanos erigidas junto a los complejos funerarios de algunos faraones de las dinastía I (2900-2730 a.C.) como Djer, Den y Semerkhet.
DIFERENCIADOS POR FUNCIONES
Los enanos que atendían faraón estaban divididos en dos grupos, cada uno de los cuales se ocupaba de tareas muy concretas: por una parte estaban los nmiu, que cuidaban de los animales domésticos reales, de la comida y la ropa del rey, e incluso fabricaban joyas (uno de los relieves que decoran la mastaba del noble Mereruka, de la dinastía VI, muestra a unos enanos trabajando en un taller de joyería). En cambio los dng no eran personas con enanismo, sino pigmeos, un grupo humano procedente del centro de África, de baja estatura. Éstos también eran muy apreciados por los faraones. Por ejemplo, ha llegado hasta nosotros el caso de un pigmeo bailarín que iba a ser entregado al rey Pepi II (2216-2153 a.C.) cuando éste todavía era un niño. El pigmeo viajaba a bordo de una barca desde Nubia y el rey sufría porque pudiera ocurrirle alguna desgracia. Así, el faraón-niño escribió a Harkhuf, el comandante de la expedición: "Apresúrate y trae contigo a este pigmeo para deleitar mi corazón. Cuando esté contigo en la embarcación haz que siempre haya hombres de valía a su alrededor en cubierta para evitar que pueda caer al agua".
Un grupo importante de enanos eran los nmiu, que cuidaban de los animales domésticos reales, de la comida y la ropa del rey, e incluso fabricaban joyas.
ENANOS Y ENANAS DE ALTO RANGO
Muchos enanos lograron llegaron a lo mas alto del escalafón social egipcio. Se casaron y fundaron una familia, ostentaron altos cargos y lograron ser enterrados en una tumba cerca de la de su señor, como es el caso de Seneb, que vivió durante la dinastía IV (2543-2436 a.C.) y ostentó nada menos que veinte cargos de importancia, entre los cuales destacan los de superintendente de tejedurías de palacio, guardián del sello del dios de la barca Unherbau, amado de su señor... y también algunos cargos sacerdotales como responsable del culto de los faraones Keops y Didufri. En su tumba de Gizeh se localizó una hermosa estatua que muestra al personaje sentado con las piernas cruzadas y acompañado de su esposa Senetefes, que lo abraza, y sus dos hijos pequeños. En el caso de Seneb queda claro, así, que su físico no le impidió prosperar socialmente.
Algunos enanos alcanzaron un elevado estatus social, como es el caso de Seneb, que vivió durante la dinastía IV (2543-2436 a.C.) y ostentó nada menos que veinte cargos de importancia.
Pero no sólo hubo enanos varones en puestos de relevancia. También algunas mujeres lo lograron, como es el caso de una dama con enanismo representada en una escena de la tumba de la reina Nebet, esposa del faraón Unas, de la dinastía V (2435-2306 a.C.), y que aparece entre las damas de compañía de la soberana. Durante el Reino Nuevo (1539-1292 a.C.) también vemos mujeres con enanismo actuando como damas de compañía. Es el caso de dos damas de la reina Mutnedjemt, hermana de Nefertiti y esposa del faraón Horemheb, que aparecen mencionadas como "el visir de la reina, el Sol" y "el visir de su madre, para siempre", títulos que posiblemente indiquen que su labor era actuar como consejeras de la reina.
De hecho, que los egipcios no sintieron rechazo por los enanos queda demostrado en el caso de Bes, una popular divinidad en forma de enano grotesco, cuyo culto estaba muy extendido, sobre todo entre las parturientas, ya que esta divinidad benéfica se asociaba con la protección a la maternidad y a la infancia.
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