Las conquistas científicas en el mundo del arte no suelen desatar tormentas en las redes sociales. Pero todo es posible si se trata de Jan van Eyck (Maaseik, hacia 1390-1400 - Brujas, 1441), maestro de cuya prodigiosa obra solo se conserva una veintena de pinturas. La restauración de su políptico más célebre, La adoración del Cordero Místico, llegó a ser tendencia en Twitter semanas antes de la presentación este miércoles a la prensa internacional en el Museo de Bellas Artes de Gante (MSK) de Jan van Eyck. Una revolución óptica, muestra en la que se dan a conocer al mundo esa intervención y la de otras ocho de las 20 tablas que conforman el conjunto. ¿El motivo? Al eliminar repintes y suciedades se descubrió que bajo el viejo aspecto del ovino se escondían unos ojos azules humanos, demasiado humanos, así como un hocico más abultado y unas orejas muy puntiagudas.
El trabajo de los restauradores, que ha culminado su segunda fase con un coste de 2,5 millones de euros (el proyecto completo terminará en 2024, cuando reúnan en resto del dinero), pasó desapercibido... Hasta que usuarios de Twitter lo señalaron con el dedo acusador de la turba y despertó al experto en el tema que todos llevaban dentro (en España, el recuerdo del caso Ecce Homo acentuó particularmente la reacción).
Eso provocó que la presentación se pareciera a uno de esos espectáculos en el que, de un momento a otro, aparece una estrella de cine. En un día soleado pero helador, los accesos al modernista Museo de Bellas Artes, situado en pleno centro de Gante, se encontraban desde primera hora de la mañana llenos de periodistas que querían ver con sus propios ojos el nuevo aspecto de las tablas restauradas. Y eso que en la muestra hay ocho porciones del famoso políptico, aunque no la correspondiente al cordero. Para verla, hay que acudir a la catedral de San Bavón, propietaria de la obra y donde está expuesta habitualmente.
Dentro, los comisarios de la exposición gestionaban como podían tan inusitada expectación. En realidad, según los expertos, no debería ser esta la restauración de la controversia, si no una muy anterior. Apenas un siglo después de su conclusión, el retablo sufrió alrededor de 1550 una intervención en la que nada menos que el 70% de la tabla original fue repintada. Entonces fue cuando cambió la faz del cordero. Por eso, Livia Depuydt-Elbaum, responsable del taller de restauración, asegura sin pestañear que lo que vemos ahora es exactamente lo que pintó Van Eyck. “Este es su cordero, estos son sus paisajes y esta es su obra”. Desconoce las causas por las que el políptico fue repintado tan pronto, pero asegura que el trabajo ha sido mucho y muy riguroso. ¿Y qué hubiera dicho Van Eyck de la polémica? “Se habría reído”, contesta Jan Dumolyn, uno de los cuatro comisarios de la muestra.
Maximiliaan Martens, comisario también, recuerda que, más allá de su reciente condición de tuitstar, Jan van Eyck figura en los manuales de historia del arte como el gran maestro de la primera escuela flamenca desarrollada en Flandes en un momento de apogeo económico y cultural. Y si bien no inventó el óleo, según se creyó durante muchos años, elevó su uso a la perfección. Miniaturista de formación, el detallismo científico de sus composiciones naturalistas muestra aspectos deslumbrantes del agua, el fuego o de las piedras preciosas. Innovador en el retrato por sus personajes que miran directamente al espectador, su obra cumbre es el políptico, en el que también intervino su hermano mayor Hubert van Eyck.
La exposición permanecerá abierta desde el próximo sábado hasta el 30 de abril. Las ocho tablas restauradas vertebran la muestra. El resto del políptico aguarda en una capilla del templo, donde se muestra el conjunto protegido por una urna acristalada similar a la que tuvo el mural Guernica cuando llegó al Casón del Buen Retiro. La distancia entre la obra y el espectador, eso sí, no permite apreciar los detalles del cordero desvelados en la restauración.
Un pionero
La muestra suma alrededor de 100 piezas (pinturas, esculturas, dibujos y miniaturas). De Jan van Eyck solo han sobrevivido una veintena de óleos en los que consta su firma, una manera de autentificar la obra, en la que también fue pionero. El resto, cuyo número se desconoce, han desaparecido, aunque la mayor parte de su legado ha trascendido gracias a sus seguidores. Martens recuerda que el artista consiguió fama y poder muy pronto. A los 30 años empezó a pintar sobre tabla y fue contratado en la corte de Felipe el Bueno como pintor de cámara con un salario anual fijo. Gracias a eso, viajó con misiones diplomáticas por Italia, España y Portugal, lo que le permitió conocer la revolución pictórica que se estaba produciendo durante el primer Renacimientocon artistas como Fra Angelico, Pisanello, Masaccio o Benozzo Gozzoli, de los que aquí se incluyen importantes obras.
El diseño expositivo marca un recorrido de luz por 13 salas. Las miniaturas pintadas en manuscritos medievales se alternan con las tablas de Van Eyck, de sus discípulos y de sus contemporáneos. Firmadas y fechadas, se pueden ver obras que raramente salen de los museos que las albergan como las dos Madonna en la fuente que cuelgan una junto a la otra (la del museo de Bellas Artes de Amberes y la de la Colección Frick de Nueva York). España aporta el Díptico de la Anunciación (Thyssen) y dos esculturas de madera policromada (Museo del Prado). La galería de retratos, todos de pequeño formato, permite ver rostros de impactante realismo.
Pero si los retratos son auténticas joyas, es en los paisajes donde mejor se aprecia la revolución óptica que da título a la exposición por su juego con la perspectiva y su prodigiosa forma de retratar la flora y la fauna. La vegetación exótica que pudo conocer en sus viajes está en los cipreses, pinos, olivos, granados, higueras, cítricos y dátiles que recrea junto a vistas aéreas pobladas de cormoranes, espátulas, patos, cisnes, grullas y gaviotas.
LA OBRA QUE DESEARON HITLER Y NAPOLEÓN
El retablo de Gante ostenta el penoso récord de ser la obra más agredida de la historia. Afectada por el fuego o las inundaciones en múltiples ocasiones, sus diferentes partes han sido robadas decenas de veces. Entre los delincuentes más famosos se encuentran nada menos que Napoleón y el propio Hitler, quien atribuía a la obra poderes esotéricos. Gracias a operaciones policiales rocambolescas, solo falta una tabla original, la dedicada a los jueces justos, aunque la copia está integrada en el conjunto: El Cordero Místico, o su nombre completo, La Adoración del Cordero Místico, fue creado en una época en la que la mayoría de los creyentes eran analfabetos y en la que las misas se celebraban en latín. Por lo tanto, la representación visual de los relatos bíblicos en un retablo constituía una ayuda esencial para implicar a los feligreses en la experiencia religiosa. Se realizó por encargo del concejal de la ciudad de Gante Joos Vijd a Hubert van Eyck, hermano mayor de Jan. Pero Hubert murió en 1426 y fue Jan quien asumió el encargo.
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