Elsa Redmond y Charles Spencer, dos investigadores del Museo Americano de Historia Natural (Nueva York), han excavado los restos de un complejo palaciego de más de 2.000 m2 que fue construido hace unos 2.300 años en el sitio conocido como El Palenque, en el valle de Oaxaca, en el sur de México. El palacio de El Palenque, en uso entre el 300 y el 100 a.C., es el palacio multifuncional más antiguo del valle de Oaxaca y es "un indicador clave de la primera sociedad estatal que emergió en aquella época", señalan los investigadores en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
El palacio era multifuncional porque el gobernante vivía y regía en él. Había una zona residencia para el gobernante y su familia y unos patios y edificios donde se reunían los funcionarios gubernamentales y trataban los asuntos públicos. Un patio de entrada con columnas funcionaba como nexo del palacio, donde se debieron de congregar los funcionarios y los visitantes, y los pasillos y las escaleras conducían a las diferentes dependencias o a los edificios anexos. Una escalera central permitía acceder al palacio residencial del gobernante, situado en la zona más alta. "Uno de los patios del palacio residencial probablemente funcionó como la sala del trono del gobernante, donde probablemente se reunía con sus consejeros para tomar decisiones, para participar en las celebraciones y para realizar sacrificios rituales", sostienen los autores del estudio. También se han excavado estructuras relacionadas con la recogida y el almacenamiento del agua.
Se han encontrado restos humanos dispersos, pero ninguna tumba ha sido hallada en el complejo palaciego de El Palenque. "La ausencia de una tumba en el palacio real es coherente con las prácticas de enterramiento de los gobernantes de los estados mesoamericanos tardíos. Los gobernantes supremos de la cultura zapoteca del siglo XVI en Teozapotlán (Zaachila) no estaban enterrados bajo el suelo del palacio real. Al contrario, las fuentes del primer período colonial informaron sobre su entierro en una cámara funeraria en el centro religioso de Mitla. Por otra parte, el reciente descubrimiento arqueológico de una enorme tapa de sarcófago tallada en el recinto templario de Tenochtitlán sugiere que los gobernantes aztecas tampoco se hacían enterrar en sus palacios", observan los autores.
National Geographic
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