Era un pastor. De repente contó sus ovejas y se dio cuenta, alarmado, de que faltaba una de ellas. Angustiado, comenzó la búsqueda durante todo el día, hasta que sobrevino la noche, pero no pudo encontrarla. Entonces pasó por allí otro pastor y le dijo:
-Oye, ¿cómo es que llevas una oveja sobre los hombros?
Como ese pastor negligente se comporta con frecuencia el ser humano común. Porque no ha aprendido a discernir, porque no distingue entre lo real y lo ilusorio, entre el Yo y el no-yo, busca.
Pero su búsqueda es insatisfactoria, porque no busca lo que debe ni dónde debe buscar.
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