Uno de los deportes tradicionales de Alaska es la tala de árboles. Hay leñadores famosos con un gran dominio, habilidad y energía en el uso del hacha. Un joven que quería convertirse también en un gran leñador, oyó hablar del mejor de los leñadores del país y decidió ir a su encuentro.
—Quiero ser su discípulo. Quiero aprender a cortar árboles como usted.
El joven se aplicó en aprender las lecciones de maestro después de algún tiempo creyó haberlo superado. Se sentia más fuerte, más ágil, más joven, estaba seguro de vencer fácilmente al viejo leñador. Así desafió a su maestro en competición de ocho horas, para saber cuál de los dos podía cortar mas árboles.
El maestro aceptó el desafío, el joven leñador comenzó a cortar árboles con entusiasmo y vigor. Entre árbol y árbol miraba a su maestro, pero la mayor parte de las veces lo encontraba sentado El joven volvía entonces a sus árboles. Seguro de vencer. y sintiendo pena por su viejo maestro.
Al caer el día, para gran sorpresa del joven, el viejo maestro había cortado muchos más árboles que él
—Cómo puede ser? —se sorprendió—. Casi todas las veces que lo miré, usted estaba descansando.!
—No, hijo-mío, yo no descansaba. Estaba afilando mi hacha. Esa es la razón por la que has perdido.
El refuerzo en el proceso de aprendizaje, que dura toda la vida, es como afilar el hacha.
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