Contrario a Freud, quien consideraba la religión como una ilusión,
Jung mantuvo que la religión es esencial para la salud mental. Sobre
este aspecto expresó lo siguiente: “Entre todos los pacientes que están
en la segunda mitad de vida, no hay ninguno cuyo principal problema no
sea religioso”. Por un problema religioso se refiere a un problema de
significado que implica el buscar una razón por la cual vivir.
Jung entendía que el rechazo del impulso religioso es la base de la
neurosis de nuestro tiempo. Por esta razón, se dedicó durante varios
años de su vida a escribir acerca del rol de la religión en el
desarrollo humano.
Para Jung la actitud religiosa debe estar basada en el conocimiento y
no en creencias, en la experiencia y no en la especulación abstracta.
Es por eso que considera que aquella religión que se basa en dogmas y
artículos de fe es una que estanca y no le facilita a sus seguidores el
verdadero desarrollo espiritual. Cada persona tiene que relacionarse a
lo sagrado de manera auténtica y única ya que no existen fórmulas
preconcebidas que dicten el camino que nos lleva a conectar con lo
numinoso. Es por esto que expresa: “Yo no puedo creer en lo que no
conozco y no necesito creer en lo que conozco”.
Jung concibe la psique como esencialmente “religiosa”. Para Jung la
religión es una observación cuidadosa de ciertos factores dinámicos que
son concebidos como “poderes”: espíritus, demonios, leyes, ideas, entre
otros. La actitud religiosa nos ayuda a experimentar la dimensión de lo
“numinoso”; aquello que es independiente de la voluntad del individuo y
tiene una fuerza de atracción significativa. Se utiliza para describir a
las personas, cosas y situaciones que tienen una resonancia emotiva
profunda.
Es importante señalar que cuando Jung habla de Dios se está
refiriendo a la imagen arquetipal de Dios y no a un ente con una
realidad ontológica. Jung expresa que: “Es solamente a través de la
psique que podemos establecer que Dios actúa en nosotros, pero no
podemos distinguir si estas acciones emanan de Dios o del inconsciente.
No podemos decir si Dios o el inconsciente son dos entidades diferentes.
La imagen de Dios no coincide con el inconsciente como tal pero sí con
el arquetipo del Self”.
Jung distinguió tres aspectos de la imagen de Dios. La primera es la
imagen de Dios como está descrita en el Viejo Testamento. Se caracteriza
por contener los opuestos sin experimentar contradicción porque no
tiene conciencia. El segundo aspecto de la imagen de Dios está descrito
en la Teología Cristiana. Aquí la imagen de Dios ha experimentado una
transformación a causa de su encarnación. Esta imagen es exclusivamente
buena y no hay sombra en ella. El tercer aspecto de la imagen de Dios
para Jung es, la imagen de Dios como es experimentada psicológicamente
por el hombre moderno.
Jung entiende que como psicólogo el no puede hacer ningún tipo de
declaración en torno a la realidad ontológica de Dios, pero si puede
estudiar las manifestaciones de la imagen de Dios en la psique humana.
En este sentido consideró que Dios es un arquetipo y que por lo tanto se
expresa por medio de símbolos.
La evolución de la psique humana implica transformaciones en la
imagen de Dios. Jung entiende que la Biblia nos provee una revelación de
esas transformaciones de la imagen de Dios en la psique humana del
pueblo hebreo. En su libro Respuesta a Job analiza y explica como Dios y
la criatura humana se afectan mutuamente, la transformación de la
criatura humana implica una transformación de Dios y viceversa.
La tesis de Respuesta A Job es la siguiente: “Cualquiera que conoce a
Dios, lo afecta, lo transforma”. Esto es asi porque para Jung la única
manera de relacionarnos con Dios es conociendo las imágenes y símbolos
del inconsciente. Esto implica hacernos consciente de material psíquico
que hemos heredado de nuestros antepasados, incluyendo la imagen de
Dios. La conciencia humana cambia la naturaleza de la imagen de Dios.
Para Jung, Dios necesita a la humanidad para ser completamente
consciente y especialmente estar consciente de sus opuestos. La
conciencia humana trasciende su origen divino (el inconsciente) en su
habilidad para diferenciar los opuestos y en su capacidad de sufrir
conscientemente su conflicto.
En su interpretación del Libro de Job, Jung expone que Dios sufrió un
fracaso moral en su encuentro con Job. Dios reconoció que Job poseía
una capacidad que El no tenía: consciencia de sus opuestos. Esto
requirió que Dios se encarnará en un hombre con el propósito de adquirir
consciencia de sus opuestos y remediar la injusticia que se cometió con
Job. Sin embargo, la encarnación de Dios en Cristo es incompleta porque
deja afuera el lado obscuro de Dios.
Jung argumenta que para qe la imagen de Dios sea una completa, debe
contener tanto el lado luminoso como el lado obscuro. Dios, además de
contener todo lo bueno, contiene todo lo malo. Es en ese sentido que
Jung señala que el origen del mal y del sufrimiento lo encontramos en
Dios. Cuando le preguntaron en una ocasión sobre Dios contestó: “Dios es
el nombre con el que designo todas las cosas que cruzan mi camino
violentamente y apresuradamente, todas las cosas que afectan mis puntos
de vista subjetivos, planes e intenciones y cambian el curso de mi vida
para bien o para mal” ( Entrevista publicada en Good Housekeeping
Magazine”, 1961)
La encarnación de Dios en Cristo lleva a Jung a la idea de la
continua encarnación que ocurre en la psique humana. Para Jung, la
encarnación de Dios significa individuación. En el grado en que nos
hacemos conscientes del centro transpersonal de la psique, el Self, y se
vive tal consciencia, se puede decir que estamos encarnando la imagen
de Dios. La individuación es la continua encarnación de Dios con el
propósito de la transformación divina.
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