Entre las múltiples tradiciones existentes en el Medio Oriente, destaca la existencia de seres semi-espirituales, que reciben el nombre de genios. La imagen se encuentra tan difundida entre esta cultura occidental, que muchos de nosotros creemos conocerlos, lo cual es completamente falso...
El nombre de genio viene del árabe yinn o jinni, del que se generó el francés genie, raíz que generalizó la palabra en los lenguajes occidentales. Equivocadamente, algunos autores han pretendido encontrar un origen en el “genitus” griego, lo cual ha crecido por la similitud de ambos términos, aunque no resultan totalmente iguales.
Los genios eran conocidos desde tiempos inmemoriales en Arabia, y se creía que eran entidades mágicas que vivían en el desierto. Contrario a muchas tradiciones, los beduinos no les achacaban una moralidad como raza, reconociendo la existencia de genios bondadosos y malvados, aunque para la mayoría, los humanos les eran totalmente indiferentes.
Fue la aparición del Islam lo que les dio una identidad más definida: de acuerdo al Corán, mientras que los ángeles fueron creados de espíritu puro, y los humanos de tierra, los genios fueron hechos por Allah de fuego puro, por lo que estaban en un estado intermedio entre estos. Sin embargo, estaban sujetos al juicio de su Dios, e incluso reconocían que, así como había genios musulmanes, otros eran infieles por su propia decisión.
El Islam, por ello, reconocía a gran cantidad de genios, entre los que destacan los djinn, casi todos musulmanes fieles; los marids y los afrits. Estos dos últimos se consideraban no sólo infieles, sino de naturaleza maligna. Según una tradición menor, cuando Adán poseía aún poderes mágicos, ofendió a Allah al crear dos seres a imagen y semejanza suya, a los que nombró Mazikeen y Shedeem, que fueron los primeros genios. Sin embargo, Allah lo perdonó, y para satisfacer su necesidad de compañía y reproducción, fue que creo para él a Eva, a quien le dio el poder de crear seres semejantes a ellos mismos, pero los privó de la capacidad de hacerlo de manera individual.
Todos los genios eran poseedores de increíbles poderes mágicos, pero aquellos creyentes del Islam los veían incrementados enormemente. De acuerdo a la tradición, los “genios particulares”, que concedían deseos a los humanos, cumplían alguna promesa a Allah que los comprometía al servicio, o eran genios infieles que eran sujetos por otros más poderosos, y forzados al servicio en contra de su voluntad. Esos últimos eran especialmente peligrosos, pues estaban forzados a obedecer la letra de la petición, no su esencia; por lo que ciertos jinns muy astutos podían cumplir la orden, pero al mismo tiempo causar daño al usuario.
Los genios siguen considerándose como seres con existencia real en las naciones islámicas, y forman parte de muchos de los capítulos del mismo Corán. Sin embargo, los creyentes saben que no deben de confiar en los poderes de un genio, sino que esforzarse de manera personal, pues Allah, que todo lo sabe desde antes de que ocurra, no ve con buenos ojos que el hombre dependa de un poder que no sea el de él.
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