lunes, 23 de junio de 2014

Las Herejias

¿Qué es una herejía?
Jesucristo funda la Iglesia sobre la roca que es Pedro y les confía a éste y a sus sucesores el ser guardianes y garantes de la comunión en una misma fe, confirmando en ella a sus hermanos. Esta comunión que conforma la unidad de la Iglesia se da sólo en la verdad de una única fe sostenida y comunicada por el testimonio de los Apóstoles y sus sucesores en todo lugar y por los siglos de los siglos. El término "herejía" viene del griego heresis (=elección) que en la Sagrada Escritura aparece con el sentido de grupo o facción, o también de división. En este sentido adquirió ya un carácter negtivo y condenatorio en los primeros tiempos de la Iglesia. El Código de Derecho Canónico, que norma la vida de la comunidad católica, señala que «se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma» (Código de Derecho Canónico - CIC can. 751).
La herejía, por tanto, es la oposición voluntaria a la autoridad de Dios depositada en Pedro, los Apóstoles y sus sucesores y lleva a la excomunión inmediata o latae sententiae (Ver CICcan. 1364), es decir, a la separación de los sacramentos de la Iglesia.
En la historia, ya desde el tiempo de los Apóstoles aparecieron las herejías como heridas a la unidad de la Iglesia, polarizando elementos de la doctrina cristiana y negando otros o sosteniendo visiones que pretendían unir sincréticamente la doctrina cristiana con otras religiones.
El Concilio Vaticano II no dice que «en esta una y única Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones que el apóstol reprueba severamente como condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones más amplias y comunidades no pequeñas se separaron de la comunión plena con la Iglesia católica y, a veces, no sin culpa de los hombres de ambas partes» (UR 3)
En el tiempo de las persecuciones y de los mártires surgieron también —tanto al interior de la Iglesia como provenientes de afuera— diversas herejías, y frente a ellas no faltaron tampoco los auténticos defensores de la ortodoxia de la fe y de la recta interpretación de las Sagradas Escrituras.
Esta situación se repitió también después de que en el año 313 el Edicto de Milán, promulgado por Constantino el Grande y Licinio Liciniano, diera fin a las persecuciones oficiales contra la Iglesia, y pudo ésta gozar de relativa libertad. En esta época aparecieron las "grandes herejías", llamadas así porque se extendieron a lo largo y ancho del imperio romano, que paulatinamente iba cristianizándose, y también por el número de los seguidores que se enrolaban en sus filas, sin excluir sacerdotes y obispos.
¿Por qué surge una herejía?
La herejía surge de un juicio erróneo de la inteligencia. Si el juicio erróneo no se refiere a verdades de fe definidas como tales, sino a elementos de la misma sobre los que no hay reglamentación o pronunciación oficial, el error no se convierte en herejía.
No hay que confundir la herejía que ya definimos antes como «negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma» (CIC 751) con la apostasía que es «el rechazo total de la fe cristiana» (CIC 751), o con el cisma que es «el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos» (CIC 751).
Ya en la Segunda Carta de Pedro se profetizaba con gran acierto acerca de la naturaleza y efectos de las herejías: «Habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción» (2Pe 2,1).
LAS PRINCIPALES HEREJÍAS

Gnosticismo
El gnosticismo ha sido siempre una grave amenaza para la Iglesia. Se impuso especialmente entre los siglos I y III, llegando a su máxima expansión en el siglo II.
El nombre, que viene del griego gnosis (conocimiento), se debe a que los miembros de este movimiento afirmaban la existencia de un tipo de conocimiento especial, superior al de los creyentes ordinarios y, en cierto sentido, superior a la misma fe. Este conocimiento supuestamente conducía por sí mismo a la salvación.
El gnosticismo cree en la posibilidad de ascender a una esfera oculta por medio de los conocimientos de verdades filosóficas o religiosas a las que sólo una minoría selecta puede acceder. Se trata de una mística secreta acerca de la salvación.
Los gnósticos erigieron sistemas de pensamiento en los que unían doctrinas judías o paganas con la revelación y los dogmas cristianos. Profesaban un dualismo en el que identificaban el mal con la materia, la carne o las pasiones, y el bien con una sustancia pneumática o espíritu.

Docetismo
Las primeras herejías negaron sobre todo la humanidad verdadera del Verbo encarnado. Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios, «venido en la carne» (Ver: 1Jn 4, 2-3; 2Jn 7)
El docetismo del griego dokein (= parecer) reducía la encarnación del Verbo a una mera apariencia, un mero parecer humano de Cristo. Su cuerpo no sería un cuerpo real sino una apariencia de cuerpo. Ésta visión brota de una concepción pesimista de la carne y de todo el mundo material propia del gnosticismo, del cual proviene esta herejía.
En efecto, los gnósticos oponían el espíritu, al que consideraban como un principio bueno y puro, a la materia, a la que consideraban como su opuesto; en esta lógica, el proceso de redención del hombre consistía en una progresiva purificación de todo lo que fuera materia para hacerse espíritu puro. Así, el Verbo no se podía manchar para nada haciéndose carne o teniendo materia en su ser.
En el Evangelio del Apóstol San Juan aparece claramente la verdad de la encarnación negada por los docetas gnósticos: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (1Jn 1,13-14). De igual manera en las cartas de San Juan se denuncian y censuran con claridad estos errores: «Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo»(1Jn 4,2-3), «Muchos seductores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el Seductor y el Anticristo» (2Jn 7).

Mandeísmo
Del arameo manda (= conocimiento), secta gnóstica, también llamada de los Nasareos, que se desarrolló en los siglos I y II en el moderno Jordán. Se basaban en escrituras antiguas, particularmente del tesoro de Ginza. Eran similares en sus creencias a los maniqueos y unían elementos de pensamiento cristiano con elementos gnósticos.
Los mandeos, dada su influencia gnóstica, creen que el alma humana se halla cautiva del cuerpo y del universo material y que sólo se puede salvar mediante el conocimiento revelado, una vida ética estricta y la observancia de ciertos ritos.
Creen también en la mediación de un redentor que vivió en la tierra triunfando sobre los demonios que mantenían el alma esclavizada al cuerpo; sólo este redentor podría ayudar en el ascenso del alma a través de los mundos y esferas celestes, hasta reunirse con el Dios supremo.
Su teoría sobre Cristo es prácticamente la misma que la de los gnósticos.

Maniqueísmo
Secta religiosa fundada por un Persa llamado Mani (o Manes) (c. 215-276) en el siglo tercero y que se extendió a través del oriente llegando incluso al Imperio Romano.
La expansión del maniqueísmo en el oriente del Imperio Romano fue tan rápida y creciente, que Diocleciano condenó la creencia en el año 297.
Los maniqueos —a semejanza de los gnósticos y los mandeos— eran dualistas y creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el bien y el mal, que eran asociados a la luz (Ormuz) y a las tinieblas (Ahrimán) y posteriormente al Dios del Antiguo Testamento (mal) y del Nuevo Testamento (bien).
En los hombres, el Espíritu o luz estaría situado en el cerebro, pero cautivo por causa de la materia corporal; por lo tanto, era necesario practicar un estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la luz atrapada. Aquellos que se convertían "oyentes" aspiraban a reencarnarse como "elegidos", los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.
Para ellos Jesús era el Hijo de Dios, pero que había venido a la tierra a salvar su propia alma. Jesús, Buda y otras muchas figuras religiosas habían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual.

Monarquianismo (modalismo - adopcionismo)
A finales del siglo II, la herejía conocida propiamente como monarquianismo —nombre puesto por Tertuliano—, enseñó que en Dios no hay más que una persona. Según la forma de explicar la persona de Jesucristo, se dividieron en dos grupos o tendencias: monarquianismo modalista (Modalismo) y monarquianismo dinamista o adopcionista (adopcionistas).
El monarquianismo dinamista o adopcionista (adopcionistas). Sostiene que Cristo es tan sólo un hombre aunque nacido sobrenaturalmente de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Este hombre habría recibido en el bautismo un particular poder divino y la adopción como hijo de parte de Dios.
Los principales defensores de esta herejía fueron Teódoto el Curtidor, de Bizancio, que la transplantó a Roma hacia el año 190 y fue excomulgado por el Papa Víctor I (189-198); Pablo de Samosata, obispo de Antioquía, a quien un Sínodo en Antioquía destituyó como hereje el año 268, y el obispo Fotino de Sirmio, depuesto el año 351 por el Sínodo de Sirmio.
Las ideas de esta herejía alcanzaron una mayor definición hacía el siglo VIII cuando fue condenada por el segundo Concilio de Nicea (787) y por el Concilio de Francfort (794).
El monarquianismo modalista (modalismo) afirma también una única Persona divina, pero que actúa según diferentes funciones o modos. Aplicado al principio a Jesucristo, sostuvo que el mismo y único Dios que era el Padre había sufrido la pasión y la cruz por nosotros, y recibió el nombre de patripasianismo. Más tarde se extendió también al Espíritu Santo, desarrollándose así la doctrina completa, que sostenía que las tres personas de la Trinidad no eran más que tres modos, máscaras o funciones por medio de las cuales actuaba la única Persona divina.
El patripasianismo fue defendido principalmente por Noeto de Esmirna, contra el cual escribió Hipólito; Práxeas, de Asia Menor, a quien combatió Tertuliano. Sabelio fue quien más tarde aplicó la misma doctrina errónea al Espíritu Santo, sosteniendo que en la creación el Dios unipersonal se revela como Padre, en la redención como Hijo, y en la obra de la santificación como Espíritu Santo. El Papa San Calixto (217-222) excomulgó a Sabelio. La herejía fue condenada de manera definitiva por el Papa San Dionisio (259-268).
Ebionismo
Por influencia del mundo judío ingresaron también en la Iglesia algunos errores. A fines del siglo primero hubo algunos herejes judaizantes: los ebionitas, también llamados "nazarenos" a causa de su ideal de vida pobre, y que tomando como base un rígido monoteísmo unipersonal, negaron la divinidad de Cristo por ser incapaces de concebir una única sustancia divina en varias personas.
Los ebionitas se extendieron desde Persia hasta Siria. Utilizaban un evangelio especial, llamado "Evangelio de los hebreos", sobre cuya identidad precisa discuten en la actualidad los estudiosos. La herejía de los ebionitas afirmaba que Cristo no es Dios, sino un simple hombre; las corrientes más moderadas, en cambio, admitían también su origen divino.
Rechazaban las enseñanzas de San Pablo y lo consideraban un apóstata por haber traicionado el hebraísmo al haber colocado las enseñanzas de Cristo por encima de la ley mosaica. Muchos ebionitas asumieron errores provenientes del gnosticismo, entre ellos Cerinto.
Cerinto, probablemente un egipcio judío, sostuvo, asumiendo elementos gnósticos, que el mundo no había sido creado por el Dios omnipotente, quien trascendía todo lo existente, sino por un demiurgo inferior a Él que sería el Cristo. Él aceptaba solamente el Evangelio según San Mateo y sostenía que Jesús era un ser humano nacido de María y José, que había recibido al "Cristo" en el bautismo como un tipo de virtud divina que le revelaba a Dios y le daba el poder de hacer milagros; esta virtud se apartó de su cuerpo en el momento de su muerte.
Las ideas de Cerinto y sus seguidores fueron fuertemente rechazadas por el resto de la Iglesia. Según San Ireneo en su Adversus omnes Haereses, San Juan escribió su Evangelio para refutar los numerosos errores sostenidos por Cerinto.
Arrianismo y semiarrianismo
El arrianismo tomó su nombre de Arrio (260-336) sacerdote y después obispo libio, quien propagó la idea de que Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por éste como punto de apoyo para su Plan. Si el Padre ha creado al Hijo, el ser del Hijo tiene un principio; ha habido, por lo tanto, un tiempo en que él no existía. Al sostener esta teoría, negaba la eternidad del Verbo, lo cual equivale a negar su divinidad. Admitía la existencia de Dios que era único, eterno e incomunicable; el Verbo, Cristo, no es Dios, es pura creatura, aunque más excelsa que todas las otras. Aunque Arrio centró toda su enseñanza en despojar de la divinidad a Jesucristo, incluyó también al Espíritu Santo, que igualmente era una creatura, e incluso inferior al Verbo.
Arrio, tras formarse en Antioquía, aparece difundiendo sus ideas en Alejandría, dónde en el 320, Alejandro, obispo de Alejandría, convoca un sínodo que reúne más de cien obispos de Egipto y Libia, y en el se excomulga a Arrio y a sus partidarios, ya numerosos. No obstante, la herejía continúa expandiéndose, llegando a desarrollarse una crisis de tan grandes proporciones, que el Emperador Constantino el Grande se vio forzado a intervenir para encontrar una solución y convocó el Concilio de Nicea el 20 de mayo del 325 D.C., donde el partido anti-arriano bajo la guía de Atanasio, diácono de Alejandría, logró una definición ortodoxa de la fe y el uso del término homoousios (consustancial, de la misma naturaleza) para describir la naturaleza de Cristo: «Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre...» (Manual de Doctrina Católica Denzinger - Dz 54). Fueron condenados los escritos de Arrio y tanto él como sus seguidores desterrados, entre ellos Eusebio de Nicomedia.
Aunque no era arriano, Constantino gradualmente relajó su posición anti-arriana bajo la influencia de su hermana, quien tenía simpatías arrianas. A Eusebio y a otros se les permitió regresar y pronto comenzaron a trabajar para destruir lo hecho en el Concilio de Nicea. Por los manejos de Eusebio de Nicomedia, Constantino intento traer a Arrio de regreso a Constantinopla (334-335) y rehabilitarlo, pero murió antes de que llegara. Aprovechando la nueva situación, el partido arriano fue ganando terreno y logró el exilio de Atanasio, quien ya era obispo de Alejandría, y de Eustaquio de Antioquía. Avanzaron aún más durante el reinado del sucesor de Constantino en Oriente, Constancio II (337-361), quien dio un apoyo abierto al arrianismo.
En el año 341 se convocó un Concilio en Antioquía con mayoría de obispos orientales, encabezados por Eusebio de Nicomedia. Este Concilio aceptó varias afirmaciones heréticas sobre la naturaleza de Cristo. La oposición fue tal en Occidente, que Constancio II, emperador de Oriente, y Constante, de Occidente, convinieron en convocar un Concilio en Sárdica en el 343, donde se logró el regreso de Atanasio y su restauración como obispo de Alejandría, así como la deposición de sus sedes de muchos obispos arrianos.
Tras la muerte de Constante y el advenimiento de Constancio como único emperador en el año 350, los arrianos recuperaron mucho de su poder, generándose persecuciones anticatólicas en el Imperio. Durante este período se dio el momento de mayor poder y expansión de la herejía arriana con la unificación de los diversos partidos al interior del arrianismo en el año 359 y su máximo triunfo doctrinal en los concilios de Seleucia y Arimino.
Finalmente, de ahí en adelante, las cosas se volvieron en contra del arrianismo. Constancio murió en el año 361, dejando al arrianismo sin su gran protector. Más adelante los semiarrianos, escandalizados por la doctrina de sus copartidarios más radicales, empezaron a considerar la posibilidad de un compromiso. Bajo el gobierno del emperador Valentiniano (364-375), el cristianismo ortodoxo fue restablecido en Oriente y Occidente, y la ejemplar acción de los Padres Capadocios (San Basilio, San Gregorio de Nisa y San Gregorio Nacianceno) condujo a la derrota final del arrianismo en el Concilio de Constantinopla en el año 381.
La herejía no moriría en siglos y crecería en algunas tribus germánicas que habían sido evangelizadas por predicadores arrianos, las cuales la traerían de nuevo al Imperio en el siglo V con la invasión de Occidente. Aunque todavía se encuentran grupos de cristianos-arrianos en el Oriente Medio y el Norte de África, el arrianismo en sentido práctico desapareció hacia el siglo VI.
Los semiarrianos, también llamados homousianos, ocupan un lugar intermedio entre los arrianos radicales o anomeos que predicaban una clara diferenciación entre el Padre y el Hijo, y la fe ortodoxa del Concilio de Nicea. Asumen el término homoiousios, pero en el sentido de similitud y no de consustancialidad. Resaltan, pues, simultáneamente similitudes y diferencias entre el Padre y el Logos.

Macedonianismo
Herejía promovida por varios obispos arrianos, quienes enseñaban que en la Trinidad existía una jerarquía de personas, en la que el Hijo sería inferior al Padre y el Espíritu Santo sería inferior a ambos. La herejía recibe su nombre del obispo semiarriano Macedonio, a quien se atribuye la fundación de la secta.
A los defensores del mismo error se les conoció también con el nombre de pneumatómacos, con la diferencia que a estos se los ubica temporalmente después de la muerte de Macedonio en el año 360. Contra los errores de estos grupos, San Atanasio, los tres Padres Capadocios (San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa) y Dídimo de Alejandría defendieron la divinidad del Espíritu Santo y su consustancialidad con el Padre. Esta herejía fue condenada por un Sínodo en Alejandría (362) bajo la presidencia de San Atanasio, por el segundo Concilio de Constantinopla (381) y por un Sínodo Romano (382) presidido por el Papa Dámaso. El Concilio de Constantinopla añadió un importante artículo al símbolo de Nicea, en el que se afirma la divinidad del Espíritu Santo (Dz 86).
Herejías que atentan contra la unión Dios-hombre en Jesucristo

Nestorianismo
Herejía que en el siglo V enseñaba la existencia de dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina, el Hijo de Dios; y otra humana, el hijo de María, unidas con una voluntad común. Toma su nombre de Nestorio, patriarca de Constantinopla, quien fue el primero en difundir la doctrina.
Los errores del nestorianismo se pueden sintetizar así: El hijo de la Virgen María es distinto del Hijo de Dios. Así como de manera análoga hay dos naturalezas en Cristo, es necesario admitir también que existen en Él dos sujetos o personas distintas.
Estas dos personas se hallan ligadas entre sí por una simple unidad accidental o moral. El hombre Cristo no es Dios, sino portador de Dios. Por la encarnación el Logos-Dios no se ha hecho hombre en sentido propio, sino que ha pasado a habitar en el hombre Jesucristo, de manera parecida a como Dios habita en los justos.
Las propiedades humanas (nacimiento, pasión, muerte) tan sólo se pueden predicar del hombre Cristo; las propiedades divinas (creación, omnipotencia, eternidad) únicamente se pueden enunciar del Logos-Dios; se niega, por lo tanto, la comunicación entre ambas naturalezas.
En consecuencia, no es posible dar a María el título de Theotokos (=Madre de Dios), que se le venía concediendo habitualmente desde Orígenes. Ella no es más que "Madre del Hombre" o "Madre de Cristo".
Se opusieron al nestorianismo importantes prelados, encabezados por San Cirilo de Alejandría. La herejía fue condenada y la doctrina aclarada en el Concilio de Éfeso en el año 431: «...habiendo unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona, la carne animada de alma racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre, no por sola voluntad o complacencia, pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad... Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal... De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen» (Dz 111), y en el Concilio de Calcedonia en el año 451: «ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado (Hebr. 4, 15); engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo...» (Dz 148). Nestorio contó con el apoyo de varios obispos orientales que no aceptaron las condenaciones y rompieron con la Iglesia formando una secta independiente; pero finalmente fue desterrado en el año 436 al Alto Egipto.
Monofisismo
Herejía de los siglos V y VI que enseño que solo había una naturaleza en la persona de Cristo, la divina. Se oponía a la doctrina del Concilio de Calcedonia (451) sobre las dos naturalezas de Cristo. Surgido en parte como una reacción contra el nestorianismo, fue desarrollado por el monje Eutiques (m. 454), quien fue condenado por un Sínodo en Constantinopla.
A pesar de haber sido condenados en el segundo Concilio de Constantinopla (553), el Monofisismo encontró apoyo en Siria, Armenia y especialmente entre los cristianos coptos en Egipto en dónde todavía existe incluso con una estructura ordenada en las Iglesias Armenia y Copta entre otras.
Monotelismo
Herejía del siglo VII que sostenía que Cristo poseía dos naturalezas; pero afirmaba que tenía una sola voluntad. La herejía se originó de un intento de reconciliar las ideas de la herejía monofisita con la ortodoxia cristiana. El emperador Heraclio (610-641), en un encuentro con los monofisitas, formuló que Cristo tenía dos naturalezas pero una sola voluntad. Esta idea recibió apoyo del patriarca de Constantinopla, Sergio. Este punto de vista fue condenado posteriormente por la Iglesia de Occidente, lo cual generó un resquebrajamiento con la Iglesia de Oriente. San Máximo el Confesor escribió una refutación teológica del monotelismo, en la cual sostuvo que la voluntad era una función de la naturaleza y no de la persona. El Monotelismo fue condenado definitivamente por el tercer Concilio de Constantinopla (680), en el cual se afirmó «dos voluntades naturales o quereres y dos operaciones naturales, sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión» (Dz 291).
Otras herejías
Montanismo
Herejía de tendencias apocalípticas y semi-místicas, que fue iniciada en la última mitad del siglo II en la región de Frigia (Asia Menor) por un profeta llamado Montano. Creía que la santa Jerusalén iba a descender pronto sobre la villa de Pepuza y, con la ayuda de dos discípulas, Prisca y Maximila, predicó una ascética intensa, ayuno, pureza personal y deseo ardiente de sufrir el martirio. Los montanistas adoptaron la idea de que tal estilo de vida era esencial en vistas al inminente regreso de Cristo y debido a que después del nacimiento no podía haber perdón.
No obstante la oposición de muchos obispos en Asia Menor, el montanismo se expandió a través de la región y ya para el siglo II se había convertido en una iglesia organizada. Su mayor éxito fue la conversión de Tertuliano para su causa en el año 207. Sus lideres fueron excomulgados y el movimiento murió en casi todo el Imperio Romano, durando sólo algunos siglos más en Frigia hasta desaparecer definitivamente.
Albigenses
Famosa secta herética de los siglos XII y XIII, que se extendió por el sur y centro de Francia en la ciudad de Albi, de la cual tomó su nombre.
Considerada en cierto sentido como un rebrote del maniqueísmo, la herejía se extendió con rapidez por Europa, ganando seguidores por todos lados, quienes tomaron nombres diversos, como el de cátaros. Al igual que los maniqueos, creían en un dualismo entre el principio del bien y el principio del mal, y entre el espíritu y la materia, originándose éstos en aquéllos respectivamente. Sostenían además que Cristo fue en verdad un ángel, y que su muerte y resurrección tenían un sentido meramente alegórico. En consecuencia, consideraban que la Iglesia Católica, con su realidad terrena y la difusión de la fe en la Encarnación de Cristo, era una herramienta de corrupción.
Algunos albigenses practicaban una ascesis excesivamente rigurosa, que llegaba a la muerte por inanición y al llamado suicidio de liberación. Estos eran llamados "perfectos", mientras que los seguidores regulares de la secta eran llamados "creyentes". Muchos de los "creyentes" ayudaban a los "perfectos" en su camino a la tierra del espíritu asesinándolos. No obstante estos extremos, el movimiento llego a convertirse en una verdadera fuerza política bajo la protección de Pedro II de Aragón y de Raimundo VI de Toulousse.
La Iglesia condenó la herejía en varios sínodos y concilios. El Papa Inocencio II envió misioneros a los albigenses, incluyendo a los cistercienses, y a Santo Domingo como su principal vocero. Estos esfuerzos probaron ser inútiles y desembocaron en reacciones violentas por parte de los albigenses, hasta llegar incluso al asesinato del legado papal Pedro de Castelnau. Esta situación desembocó en una auténtica guerra.
Con la Batalla de Muret en 1213, en la que Pedro de Aragón fue derrotado por Simon de Montfort, se señaló el comienzo del rápido final de la secta, también conocida como "cátara" -del griego kataros (= puro)-.
Valdenses
Secta herética fundada por Pedro Valdo, quien siendo un rico mercader de Lyon, dejó en 1173 todas sus posesiones y se convirtió en un predicador laico que viajaba de ciudad en ciudad. Valdo y sus seguidores, llamados también "los Pobres de Lyon", predicaron contra la jerarquía eclesiástica. Su predica sencilla y basada únicamente en la Biblia tuvo más éxito que la de los cátaros, con quienes erróneamente se los identificaba.
Sus ideas poco ortodoxas acerca del numero de los sacramentos, de la invalidez de los sacramentos administrados por sacerdotes indignos y su rechazo del Purgatorio hizo necesaria la acción correctiva de las autoridades seculares y eclesiásticas y su excomunión junto con los cátaros en el Concilio de Verona en 1184. Sus posturas anticlericales y anti-jerárquicas los acercaron a los promotores de la revuelta protestante en el siglo XVI, hasta el punto de convertirse en una confesión de fe protestante tras repudiar formalmente a la Iglesia Católica en el Sínodo de Chanforans.

domingo, 15 de junio de 2014

Peregrinatge Marista a Montserrat.

33
Els dies 31 de maig i 1 de juny al voltant de vuit-centes cinquanta persones (infants, joves, monitors, pares i mares, educadors, germans i antics alumnes) de les escoles, obres socials i els moviments maristes –CMS i FAJMACOR– han pujat al Santuari de Montserrat per saludar la nostra mare Maria i viure una experiència inoblidable. El camí cap a Montserrat va començar per a molts grups el dissabte des de diferents indrets Un bon grup de voluntaris, especialment pares i mares, van donar suport als grups amb diferents serveis d’intendència. El diumenge, de bon matí, els grups van arribar a l’esplanada del Santuari, on els esperava un bon esmorzar. A un quart de deu del matí començà a la basílica la celebració eucarística. Motivats a pregar a partir del camí recorregut, s’escoltà l’evangeli del dia, diumenge de l’Ascensió. Diferents representants dels grups i escoles van fer diverses pregàries i van presentar el pòster del lema «Sembra esperança». El Virolai va cloure la celebració. A la sortida ens vam acomiadar tots plegats cantant L’hora dels adéus.
Gràcies, Bona Mare de Montserrat, per la nostra trobada i perquè l’esforç que suposa pujar a la muntanya es compensa per trobar-nos plegats i plens de joia!

sábado, 14 de junio de 2014

La Tumba de Caifás

La mayor evidencia histórica de la existencia de un personaje del Nuevo Testamento salió a la luz en 1990. Se trata de la confirmación del descubrimiento, por parte de un equipo de arqueólogos israelíes, de la tumba de la familia de Caifás, el sumo sacerdote que presidía el tribunal que condenó a Jesús y que le entregó a los romanos para ser crucificado. Enterrados en una vieja cueva escondida en las faldas de Jerusalén, los huesos de la familia estaban guardados en osarios de piedra decorados y tallados con complicadas figuras ornamentales, en unos féretros ceremoniales cuyo uso estuvo muy extendido hasta finales del primer siglo cristiano llamados Gloscomo (del griego glosso y komon, que significa caja de plata). Después de 2.000 años de dudas, las inscripciones de los osarios y la edad de los huesos apuntan directamente hacia la influyente familia de este sacerdote.


Caifás, uno de los personajes más enigmáticos de la historia, ha sido descrito muchas veces como un ser malvado, ávido de poder y loco por agradar a Poncio Pilatos, el gobernador romano. El descubrimiento de sus restos fue producto, como tantos otros hallazgos en la historia de la arqueología, de un mero accidente. Mientras se construía una carretera en 1990, los obreros se toparon con una amplia zona llena de sepulturas.
"No puedo imaginar un descubrimiento más significativo sobre la historia de este periodo", asegura Bruce Chilton, profesor de religión en Annandale (Nueva York). "El tipo, de escritura, los nombres que aparecen, el método de enterramiento, su localización; todos estos datos aportarán una información crucial para comprender la era en la que vivió Jesús".
La cueva funeraria se encontraba en muy buen estado de conservación y en ella aparecieron 12 osarios de piedra caliza, según ha descrito Zvi Greenhut, arqueólogo jefe de Jerusalén. Como era costumbre en la época, los cuerpos fueron depositados en unos nichos excavados en la cueva y, una vez que la carne se descompuso, los huesos fueron guardados en los gloscomos. Uno de ellos llevaba escrito, entre intrincados decorados con forma de rosetas, este dato: "José, hijo de Caifás" (“Iehosef Bar Kafa”). José (KPH) era otro de los, nombres del sumo sacerdote judío conocido como Caifás, quien gobernó en Jerusalén entre los años 16 y 36. Dentro de este féretro estaban los huesos de un hombre de unos 60 años.

Los historiadores y académicos debaten los detalles del enfrentamiento entre Jesús y Caifás, quien, con el poder que tenía en la ciudad, hubiera podido salvar al primero de la muerte. Sin embargo, el profeta se opuso a la decisión de Caifás de dejar entrar a los vendedores de animales y a los prestamistas en el templo, con lo que el sacerdote quería conseguir un control más férreo sobre la economía de la ciudad.
La defensa de Jesús por parte de Caifás hubiera bastado, según sostienen numerosos expertos, para que la condena de Pilatos no hubiera significado forzosamente su crucifixión.
"Es seguro que a Caifás le disgustaba profundamente Jesús", explica David Flusser, profesor de religión en la Universidad Hebrea, que se ha especializado en el estudio de los primeros tiempos de la cristiandad. "Vio en Jesús un peligro para sus aliados romanos, y también para los judíos y sus leyes".

Nacho Padró
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miércoles, 11 de junio de 2014

Els mil pensaments

 L’altre dia em vaig anar a estirar a un camp d’herba verda; l’aire em fregava la cara amb suavitat, i veia com els núvols dibuixaven siluetes sense sentit en l’horitzó.

En aquell moment ple de tranquil·litat , se‘m va omplir tot el cap de pensaments. El primer va ser si tenim relació entre humans… I tant que sí! Tenim en comú mil coses diferents. 

Tenim en comú els sentiments, el fet de riure o plorar; el fet d‘haver-se sentit sol o en ridícul, alegre o amb remordiments, això és el que ens uneix a tots.

I és que, ningú diria que la Sílvia, una amiga meva que sempre plora perquè l’ha deixat un xicot més lleig que un pecat; i el pobre de la cantonada, que sempre que et veu et regala un somriure, encara que l‘ignoris, no el respectis… et regala un somriure. Que aquestes persones no tenen res en comú? I tant que sí! El mateix fet de ser persones les fa iguals. 

I és que nosaltres no respectem aquestes igualtats. I és que nosaltres ignorem el que ens saluda cada dia i el que veiem cada dia al pati. I, sense anar més lluny, el poc respecte que tenim als altres, per tenir menys qualitats .

La veritat és que tothom és conscient que tots som iguals. Bé ho posen als llibres! 

Ostres! Vaig obrir els ulls, el cap em feia mal de tant pensar. Em vaig tapar suaument els ulls amb les mans, em vaig moure neguitosament i vaig tornar a pensar:

Per què les persones, inclosa jo, som tan egoistes? Per què només la minoria poden ser completament amables, sensibles, senzilles  de veritat! 

En aquell moment vaig sentir com les llàgrimes  saltaven dels meus ulls i em mullaven. Eren llàgrimes de ràbia, llàgrimes de llàstima cap a mi mateixa, o simplement llàgrimes. Les llàgrimes es confonien amb l‘herba  humida. 

Em vaig encongir i vaig seguir pensant.
I és que encara que siguis africà, nord-americà, català  … Tots tenim en comú una cosa, tots som persones.

I dit això, vaig aixecar-me, ja més animada, i m’en vaig anar pensant:  vaig a donar una moneda al pobre de la cantonada i a consolar la Sílvia.

Si tots som iguals per què fer-nos diferents, si tots tenim els mateixos punts de trobada? 


ANNA M FALCÓ

 

martes, 10 de junio de 2014

Lluita per un Món Millor

Tant si ets negre com si ets blanc, 
tant si ets home com si ets infant,
com si de mascota tens un cranc,
hauràs d'anar protestant:

Contra el racisme,la injustícia,
contra l'egoisme tan estès,
contra la guerra, l'avarícia,
ben segur que m'has entès?

Tant si ets gran com si ets petit,
tant si ets turc com si ets cristià,
com si ets un esquifit,
t'has de preparar aviat:

Lluita contra l'odi, la dificultat,
contra la fam, l'adversitat,
lluita per la igualtat:
tothom és un necessitat.

Tant si ets alt com si ets baixet,
tant si ets ros com si ets pèl-roig,
com si menges com un porquet,
la pau ens donarà a tots goig.

Lluita per l' amor, per la pau,
lluita per la fraternitat,
però sobretot, si us plau,
lluita per la IGUALTAT!!!

MARIO BRASSESCO
1er ESO


lunes, 9 de junio de 2014

Les dones medievals lliurement castes són considerades precursores de l’emancipació.

La professora de literatura de la Universitat Nacional Espanyola a Distància (UNED), Dolors Esteva, assegura que “algunes dones medievals van començar a emancipar-se a partir de la lliure elecció de la castedat”. Aquesta afirmació es basa en l’estudi de textos escrits entre els segles VI o X per personatges com la religiosa viatgera Egeria, l’esposa fidel Dhuoda, la metgessa ginecòloga Tròtula i les canonistes Ildegarda i Hroswitha.
Existeixen homes de cervell gran, rostre de color apagat, però ulls de foc quasi serpentins, venes dures i fortes per les quals corre una sang densa i negrosa, amb músculs desenvolupats i durs i grossos ossos [...]. Aquests són tan luxuriosos que es comporten amb les dones com bèsties o rèptils. Estan plens d’amargor, àvids, mancats de saviesa, sense moderació en el plaer sexual: amb les dones es comporten com ases libidinosos. Si no poden ofegar el seu desig es tornen bojos pel frenesí que tenen en el cos. Quan tenen l’ocasió d’unir-se carnalment s’aplaquen, però la seva abraçada està colmada de plaer ambigu i desagradable per a les dones, carregada d’un sentit de mort com el dels llops quan assalten [...]. La suggestió diabòlica en aquests homes és tan poderosa que, si poguessin, matarien la seva dona en el coit, perquè en ells no hi ha amor ni tendresa”.
La cita pertany a la canonista, filòsofa, visionaria, compositora i potser també abadessa Ildegarda, que va viure a principis del segle XII, inici de la Baixa Edat Mitjana. El text, on es descriu un home demoníac, serveix per a l’autora per reclamar una igualtat entre sexes “des del sentit de l’amor i la protecció de l’home vers la dona, tot i admetent la inferioritat biològica de la dona”, explica Dolors Esteva, segons la qual “Ildegarda accepta que la dona necessita un home protector, però no una bèstia”.

 L’opció per la castedat.
            El cas d’Ildegarda no és únic, sinó que és la culminació d’un corrent iniciat cap al segle VI. La professora Dolors Esteva assegura que durant l’Alta Edat Mitjana es poden trobar diferents casos de dones que han deixat textos escrits i que, d’una o altra manera, van optar per la castedat. El fet d’assumir la virginitat els va permetre desenvolupar el seu intel·lecte, així com deslliurar-se de la tirania dels que haguessin estat els seus esposos. “Fins a un cert punt poden ser considerades les primeres dones científiques i emancipades d’Occident, ja que el paper del sexe femení durant la Grècia i Roma clàssiques va ser nul”.
Dolors Esteva també considera que en aquest inicial alliberament femení hi va jugar un paper clau l’aparició del cristianisme. La majoria de les dones que van escriurien un llatí més o menys col·loquial en aquella llunyana Alta Edat Mitjana posseïen, a més de rendes i llinatge, un accentuat sentit religiós. “La dona s’allibera de l’home anant al convent, seguint l’exemple de la virginitat de Maria. Es manté casta i verge per no estar supeditada a l’home. Aquest fenomen pot ser considerat un principi d’emancipació encara que no massa conscient”, afirma Dolors Esteva.
Ja al segle VI, Egeria, de la qual alguns estudiosos diuen que era monja, escriu un llibre de viatges a Terra Santa titulat Itinerarium, que la porta a Jerusalem, la muntanya del Sinaí i fins a Constantinoble. Tres segles més tard hi ha l’exemple de Dhuoa, que ha deixat escrita l’obra De mare a fill (apareguda a Edicions La Sal en traducció de Mercè Otero).
Abandonada pel seu espòs, que a més li pren els fills i per endur-se’ls a la croada amb l’exèrcit de Carlemany, Dhuoa queda sola i profundament entristida. Com a resultat d’aquella situació decideix escriure un llibre per educar el seu fill Guillem en l’amor a Déu. En el seu cas, la castedat no l’escull, però sí que li serveix per realitzar-se, ja que, a més d’escriure, fa de senyora feudal administrant les possessions familiars.
A metgessa i ginecòloga Tròtula de Salern, introdueix algunes modificacions a les teories d’Hipòcrates i Galè, la més important de les quals és “el donar confort al malalt” en lloc de confiar en la regeneració espontània. Però a part de teorització d’aquest aspecte tan femení i alhora cristià dins l’art mèdica medieval, la preocupació principal de Tròtula aviat se situa en les malalties de les dones, tema sobre el qual va escriure un tractat.
Tròtula escriu que “com que les dones no tenen prou calor per assecar l’excés d’humors dolents que es formen quotidianament en elles, i com que la seva innata fragilitat no els permet suportar l’esforç d’expel·lir-los naturalment a través de la suor, com fan els homes, llavors la naturalesa mateixa, davant la manca de calor, els ha assignat una forma especial de purificació, es a dir, la menstruació, que la gent comuna anomena les flors. De fet, com que els arbres sense flor no produeixen fruits, així les dones sense les seves pròpies flors estan privades de la facultat de concebre”.

Preferir la mort a l’home
            Hroswitha, com Ildegarda igualment canonista del dret femení, “reivindica la castedat i la virginitat; defensa la dona que no vol estar en relació amb l’home”, assenyala Dolors Esteva. Aquesta actitud queda plasmada en un dels seus drames, El martiri de les verges santes Àgape, Quiònia, Irene (la historia d’una seducció) o en el també drama Resurrecció de Drusiana i Cal·límac, en què una Drusiana allunyada fins i tot del llit del seu legítim espòs demana a Déu que l’alliberi del seductor Cal·límac, encara que sigui amb la mort. Al final es mor.
            Aquests cinc exemples de dones fins a un cert punt emancipades corresponen a l’Alta Edat Mitjana, un període d’altra banda marcat per la brutalitat en les relacions humanes i també entre sexes. Els models d’Eva pecadora (d’ella neix la veritat teològica de la debilitat femenina, molt difosa per predicadors i teòlegs que vituperen la dona) i de Maria (verge i lliure) conviuen i configuren una antítesi de pensament. El primer alliberament feminista, segons Dolors Esteva, segueix òbviament la línia mariana i es consolida entre les classes nobles durant el segle XII.
            La riquesa que ve de les Croades i l’establiment per part de l’Església de les treves fa incrementar la vida social, l’oci i el fet lúdic als castells”, explica l’estudiosa, segons la qual aquests canvis comporten “l’arribada de l’amor cortès i del protagonisme de la dona per la seva bellesa. Es dóna un procés de culte, adoració i dignificació de la dona noble, que d’alguna manera també devia arribar a les classes socials pobres”.

Aprofitament de la Feminitat.
            L’estudiosa Dolors Esteva situa un canvi qualitatiu al segle XII, quan l’aprofitament dels recursos de la feminitat farà menys necessari recloure’s en un convent per desempallegar-se dels homes. És el moment en què El Tractat d’amor d’André Le Chapelain marca una època i obre pas a figures com les comtesses de Champagne o Flandes i els seus famosos Judicis d’amor.
            Cortesanes literates com aquestes protegeixen clergues i trobadors, i es converteixen en mecenes d’escriptors com Chrétien de Troyes, a qui la comtesa de Champagne va obligar a caracteritzar un Lancelot “titella de les dones” a la novel·la Els Cavallers de la Taula Rodona.
            Tot i que la poesia trobadoresca s’allarga fins molt més tard, fins a Petrarca, la misogínia reapareix amb força a mitjans del segle XIII, explica Dolors Esteva, segons la qual als segles XIV i XV es produeix un retrocés molt gran. “Durant el Renaixement els únics que mantenen idealitzada la dona són els poetes neoplatònics. Però en la realitat a través dels predicadors, la dona està molt vituperada”. La seva anàlisi lineal es clou amb Cervantes: “A través de la seva profunda humanitat, la dona reivindica un principi de llibertat al marge de l’amor i de l’home. La dona sap per què lluita, pels seus propis ideals en l’amor”.



Retaule de la Transfiguració” de Bernat Martorell

Ignasi Aragay
Diari AVUI

22/12/1991